Documento informativo con enfoque científico, preventivo y de gestión del riesgo.

News Press Service
El Geólogo y científico Allan Astorga, CEO del Sistema Salveterra, lanza advertencia sobre las graves repercusiones del Cambio Climático, como lo que se vive en este momento en el Caribe y Centroamérica. Es un llamado a la acción para que los gobernantes de los territorios locales de las Américas y el mundo implementen políticas públicas para enfrentar este fenómeno
Sistema Salveterra
Por Allam Astorga Gägttens
El huracán Melissa se intensificó con rapidez hasta categoría 4 (con alta probabilidad de subir a 5) en el Caribe central y amenaza con lluvias muy intensas, vientos destructivos, marejada ciclónica y deslizamientos, especialmente en Jamaica y sectores de La Española (Haití y República Dominicana), así como el oriente de Cuba.
Este episodio no es un hecho aislado: se inscribe en un patrón coherente con la ciencia del clima —océanos más cálidos alimentan ciclones más fuertes y lluvias más extremas—. Es, en suma, una manifestación más de que el cambio climático no es un pronóstico: ya está aquí.
Condiciones actuales del huracán (situación sinóptica)
De acuerdo con la información de las agencias internacionales especialidades, al día de hoy domingo 25 de octubre, las condiciones del huracán Melissa son las siguientes:
- Núcleo bien organizado con ojo definido y bandas convectivas profundas.
- Vientos sostenidos típicos de huracán mayor y presión central baja, con posibilidad de fluctuaciones por ciclos de reemplazo de pared del ojo.
- Traslación lenta hacia el oeste–noroeste: mayor tiempo de residencia sobre cuencas vulnerables, con acumulados de lluvia potencialmente extremos.
- Impactos principales: inundaciones pluviales y fluviales, crecidas súbitas en quebradas y ríos de respuesta rápida, deslizamientos en laderas saturadas, y marejadas en costas expuestas.
Para Centroamérica (Costa Rica/Panamá), no se espera impacto directo del viento, pero sí es posible la incidencia de bandas de humedad asociadas que refuercen la lluvia en la vertiente Caribe y zonas montañosas.
3) Recomendaciones inmediatas para comunidades cercanas a ríos, quebradas o en laderas
Estas indicaciones están priorizadas porque salvan vidas durante los picos de lluvia:
Cerca de ríos y quebradas
- Aléjate de cauces y zonas de inundación cuando llueve fuerte o se emiten alertas: las crecidas súbitas pueden formarse en minutos, incluso en quebradas “pequeñas”.
- No cruces ríos, vados o puentes si el nivel sube o la corriente se acelera; el agua puede arrastrar personas y vehículos.
- Evita permanecer en márgenes erosionables o bajo puentes durante las crecidas.
En zonas de ladera
- Observa señales de inestabilidad: grietas nuevas en el terreno o paredes, puertas/ventanas que se traban, postes o árboles inclinados, ruidos subterráneos; si aparecen, evacúa de inmediato.
- No duermas en viviendas al pie de taludes inestables o en la base de cortes de terreno durante los máximos de lluvia.

Preparación básica del hogar
- Limpia cunetas y tragantes; una obstrucción multiplica el daño.
- Ten a mano un kit de emergencia (agua, alimentos no perecederos, linterna, radio, medicinas y documentos importantes en funda impermeable).
- Define rutas y puntos seguros de evacuación con tu familia; identifica refugios oficiales.
- Sigue fuentes oficiales (servicio meteorológico, protección civil, servicios de emergencia oficiales, tanto nacionales como locales) y evita difundir rumores.
Desafortunadamente, los desastres suelen ocurrir en sitios ‘donde nunca pasa nada’… hasta que se combinan lluvia extrema, suelos saturados y ocupación en zonas de peligro. La prevención temprana marca la diferencia.
Un Caribe más cálido que el del pasado: por qué importa
En las últimas temporadas se han registrado mareas de calor marinas persistentes en el Atlántico occidental y el mar Caribe. Pasar de temperaturas superficiales típicas de ~27–28 °C a valores cercanos o superiores a 30 °C significa un salto grande de energía disponible (calor latente).
Esa energía alimenta la convección profunda, favorece núcleos más organizados y eleva la probabilidad de intensificación rápida. Además, un océano excepcionalmente cálido puede sostener huracanes robustos por más tiempo y potenciar lluvias más eficientes (más vapor de agua, precipitaciones más intensas).
Tres rasgos de riesgo que Melissa pone en primer plano
- Intensificación rápida: el salto a huracán mayor en pocas decenas de horas reduce el margen de preparación.
- Lluvias extremas: con más vapor disponible, las bandas convectivas producen acumulados excepcionales, sobre todo si el sistema avanza despacio.
- Movimiento lento/estacionario: prolonga la descarga de lluvia sobre las mismas cuencas; la saturación del suelo dispara deslizamientos y colapsos de ladera.
Crecidas y deslizamientos explicados ‘en sencillo’
Las crecidas extraordinarias no requieren grandes ríos: las quebradas urbanas y periurbanas, de poca sección y cauce encajonado, responden rápido a lluvias intensas. Si arriba en la cuenca llueve con persistencia, el pulso de caudal llega de golpe aguas abajo.
En laderas, la lluvia prolongada reduce la resistencia del suelo (pérdida de succión y cohesión); cuando se supera un umbral, el talud falla. Con ciclones lentos la ventana de peligro se alarga: se saturan más capas del suelo, aumentan caudales pico y el riesgo compuesto (lluvia + pendiente + ocupación vulnerable) se vuelve crítico.
La raíz evitable del desastre: dónde y cómo hemos construido
En buena parte de Centroamérica y el Caribe, la urbanización de las últimas décadas priorizó la expansión rápida sobre el ordenamiento ambiental del territorio. El resultado es más exposición y vulnerabilidad: viviendas y obras en laderas inestables, abanicos aluviales activos, terrazas bajas y planicies de inundación; infraestructura crítica en corredores de amenaza; drenajes insuficientes y ocupación de zonas de amortiguamiento hídrico.
Cuando llegan ciclones más lluviosos e intensos, el peligro natural se convierte en desastre por decisiones antrópicas acumuladas.
Ordenamiento, reordenamiento y planificación con gestión del riesgo (lineamientos)
El aumento en la frecuencia e intensidad de huracanes como Melissa demuestra que el ordenamiento territorial debe dejar de verse como un trámite administrativo y asumirse como una herramienta vital de prevención y resiliencia. En los países tropicales, donde el clima es más extremo, ordenar el territorio correctamente puede marcar la diferencia entre un evento natural y un desastre humano.
Durante décadas, muchas ciudades y comunidades crecieron sin tomar en cuenta la dinámica natural del terreno. Se ha construido sobre laderas inestables, planicies de inundación y márgenes de ríos, zonas que deberían haberse reservado como áreas de amortiguamiento. Esa ocupación desordenada amplifica los efectos de las lluvias intensas, provocando inundaciones, deslizamientos y pérdidas que podrían evitarse con planificación adecuada.
La gestión del riesgo debe integrarse en toda decisión sobre el uso del suelo. Esto implica utilizar información científica actualizada —mapas de amenaza, terrazonificación y estudios geotécnicos— para definir dónde es seguro construir y dónde no. Las normas deben ser vinculantes, no simples recomendaciones. Un plan regulador sin base científica es, en la práctica, una puerta abierta al desastre.
Al mismo tiempo, el ordenamiento debe incorporar soluciones basadas en la naturaleza: conservar bosques, proteger humedales y restaurar las franjas ribereñas. Estos ecosistemas son barreras naturales contra las inundaciones y estabilizan los suelos. Invertir en ellos es invertir en seguridad y bienestar.
Ordenar y reordenar el territorio con visión de riesgo no frena el desarrollo humano: lo hace posible. Es la base de un futuro sustentable donde las comunidades puedan crecer sin exponerse a los desastres que, como el huracán Melissa, nos recuerdan la urgencia de actuar con ciencia, conciencia y responsabilidad.
Volvamos al motor físico: cómo el calor del mar ‘turboalimenta’ a Melissa
Un ciclón tropical es una máquina térmica que convierte el calor del océano en viento y lluvia. Con SST elevadas y cizalladura baja, el núcleo se organiza, la presión cae y se acelera la intensificación.
En 2025, el Caribe y regiones adyacentes registraron temperaturas del mar inusualmente altas; no garantizan por sí solas un huracán extremo, pero sí elevan significativamente la probabilidad de que, si se forma, se fortalezca más y produzca lluvias superiores a lo normal.
Conclusiones operativas
- Hecho 1: Melissa se intensificó rápido y puede dejar lluvias y deslizamientos severos en islas del Caribe; en Centroamérica, las bandas de humedad pueden reforzar la lluvia, especialmente en la vertiente Caribe.
- Hecho 2: El telón de fondo es un océano inusualmente cálido y años récord de temperatura global: el cambio climático ya está en curso.
- Hecho 3: Con más calentamiento, la ciencia espera más eventos extremos de lluvia y mayor proporción de ciclones intensos.
Implicación: La gestión del riesgo debe incorporarse a todo el ciclo del territorio (planificación, permisos, obra, crédito, seguros). Ordenar con rigor técnico, restaurar ecosistemas y reducir vulnerabilidades marca la diferencia entre un evento severo y un desastre evitable.
Mensaje final: el cambio climático no es un pronóstico; es la condición del presente. Actuar ahora, con ciencia y planificación, salva vidas y patrimonio.
