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Opinión
Por Mario Arias
…que al final se rompe”, por desgaste o por algún accidente. Inferencia en que en algún momento se pierde la paciencia o se agota. Se dice -bien dicho- que a los humanos los seduce forzar los límites, romperlos, sobrepasarlos. apotegma puesto por algunos en boca de Miguel de Cervantes -el Ingenioso Hidalgo- a manera de reprensión de Don Quijote a su fiel escudero: “Mira Sancho lo que hablas, porque tanto va el cantarillo a la fuente…, y no te digo más”, originalidad desmentida por el Libro del Caballero Zifar (anónimo), aparecido tres siglos antes del Quijote, en el que se leía: “Verdad es, dijo el Rey, eso que vos ahora decís, más tanto va el cántaro a la fuente que deja allá el asa o la frente”.
Apotegma referido al ser humano que, expuesto al peligro, tarde o temprano quedará en él atrapado, ejemplificada por el caballista del Ubérrimo, “padrino”, falto de grandeza, quien con quebrada voz reconoció ayer -rodeado de sus cómplices ayayeros- desde Cartagena, que el largo brazo de la justicia lo alcanza, reanimando a los escépticos colombianos, quejosos por la abulia frente al esquivo, inasible, liso innombrable, al que nada le pasaba, blindado por un costoso cartel de intocables leguleyos y la Fiscalía de bolsillo.
Lo paradójico de la histórica decisión, es que el sobreviniente ha sido llamado a juicio, por delitos menores -fraude procesal y manipulación, soborno a testigos- frente al cúmulo de lesa humanidad que lo acosan y mencionan como autor intelectual, quien parecía -como el Cid Campeador, el autor de “Di Giovanni el idealista de la violencia”- que seguiría ganando batallas después de muerto.
Pero, como la realidad está constituida por cabos sueltos, espero que la menos pensada, incipiente chispa encendida y las nuevas circunstancias que conlleva la elección del nuevo Fiscal, más temprano que tarde se generará desconocidos, inéditos, merecidos, purificadores dictámenes de los paquidérmicos tribunales, influenciados a su favor -como nunca antes- por sectores del medio pelo que prohijaron la conducción al matadero -sin chistar- con engaños, a compatriotas inocentes, minimizados por las malas artes de la depredadora, reticente Fiscalía y la administración Duque, que llora -a moco tendido- la negativa de la preclusión implorada.
Sainete frenado por la impoluta juez 28 Penal de conocimiento de Bogotá, Carmen Ortiz, que negó la inducida solicitud de preclusión del proceso contra Uribe, impetrada por el sometido fiscal, Gabriel Ramón Jaimes, rebatida por la susodicha, que reprendió de paso el insolvente fiscal por “no citar a algunos testigos claves”, confirmando la condición de imputado del halcón de marras.
El tercer acto lo protagonizó ayer el Tribunal de la Sala Penal del Tribunal de Bogotá, al denegar la apelación impetrada por Javier Cárdenas, otro fiscal-mandadero “en desacuerdo con el Juzgado 41 Penal de Conocimiento de Bogotá, que no aceptó la preclusión -la segunda- del caso Uribe, conservándole la condición de imputado”, quien estuvo inicialmente detenido durante 66 días, medida revocada por un juez de control de garantías, luego de la renuncia del ‘machote’ que cobardemente buscó evadir con ella a la CSJ.
“Bienaventurados -predica el Evangelio- los que tienen hambre y sed de justicia”, a los que esta acaba de honrar, al neutralizar el premeditado, insistente empeño de la desquiciada Fiscalía, de forzar -contra evidencia-, el cierre del proceso en comento, medianía (Barbosa), falto de conmiseración, insolidario con las familias de las 6.402 víctimas. Sangriento aquelarre que la JEP sacó a la luz pública de la verdad, resultas del estremecedor, lacerante, horroroso genocidio que salpica al ‘matarife’ en cuestión.
En el acto realizado el 3 de octubre en la plaza de Bolívar, en que el ministro de Defensa, Iván Velásquez, a nombre del Estado, reconoció y pidió perdón a las madres y familias de las 19 víctimas (2008) ocurridas en Soacha; una de las llamadas ‘Madres de Soacha’, valerosa mamá de Deiby Julián Pisa -14 años de edad-, lejos de aceptar las disculpas, propaló en forma erguida: “Para nadie es un secreto que Uribe es el culpable de la muerte de todos los jóvenes”.
Otra, expresó: “Yo no perdono a los que mataron a mi hijo hasta no determinar quién dio la orden, que sabemos quién fue, fue Uribe. ¿Dónde está el General Montoya?
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que pedía priorizar las muertes -que premiaba- sobre las capturas; exigía “litros”, “chorros”, “ríos”, “barriles de sangre” en el marco de la directiva ministerial 029 de 2005, suscrita por el turiferario, min-Defensa, Camilo Ospina -que pasa de agache- norma que al ofrecer hasta 3 millones de pesos de recompensa por cada muerto, desató los ‘falsos positivos’. Gansteril trilogía que lo niega todo.
Blanca Monroy, expresó: “Soy mamá de Julián Oviedo Monroy. Hace 15 años estoy peleando por una verdad, por justicia. Mi hijo no era un guerrillero, era un muchacho lleno de ilusiones y sueños, al que le acabaron la vida aquellos militares. Aquí estoy defendiéndolo, porque él no era un guerrillero. Uribe, hoy se burla de nosotros, de las víctimas de Colombia, pero cuando esté allá arriba no se va a poder burlar de nadie, Dios lo juzgará”,
“No quiero decir -manifestó otra- que todos los del ejército son malos. Que Dios los bendiga, les dé una larga vida, a pesar del daño que nos causaron que deberán pagar aquí en la Tierra, porque si se mueren, descansan. Aquí estamos las ‘Madres de Soacha’ que destapamos la olla podrida de las Fuerzas Militares. Nosotras nos pusimos las botas bien puestas, porque a nuestros hijos se las pusieron cambiadas”.
¿Quién dio la orden?: El capitán ® del Ejército, Adolfo Guevara Cantillo -alias ‘101’-apuntó su dedo acusador hacia el diabólico: “Álvaro Uribe que dictaba las órdenes para cometer los asesinatos”.
Henry Torres, general en retiro, el militar de más alto rango en reconocer su culpabilidad, reconoció los «falsos positivos cometidos bajo mi mando presionado por los superiores”, entre ellos: “el entonces comandante del Ejército, general Mario Montoya”.
Paráfrasis, sumatoria -non sancta-, condimentada con la espiral de odio, violencia, consubstanciales del inmoral furibismo, carente de autocrítica, conciencia, humanidad, que aprovechó la coyuntura del balbuceante desgobierno del frívolo, sicalíptico Andrés Patraña para hacerse al poder, a costa de las víctimas inocentes, con cargo al perturbado psicópata que envileció a Colombia y que pagará en la hoguera. Delirante despropósito que a pesar de todo lo hecho, anda tras reverdecerlo en 21 días (29 de octubre); antesala de la fría mazmorra que lo espera, tomado en cuenta que ‘Dios no castiga ni con palo ni con rejo, sino con su machetico viejo’.
El patético, prosaico Iván Duque, digno ejemplar de la kakistocracia -gobierno de los más ineptos, los peores, los más incompetentes, menos calificados, los más cínicos-, calanchín que rechazó la decisión judicial contra el amo: «se lamentaba que no se hubiera acogido la preclusión solicitada por la fiscalía luego de un exhaustivo proceso de investigación donde sobresalió su inocencia. Álvaro Uribe (al que más ‘querí’) ha luchado por nuestra nación toda su vida. Ya voy Toño.
¡Prohibido olvidar! La historia -que todo lo acopia y que nada perdona- algún día escribirá en piedra este epitafio recordatorio: Aquí yace el miserable gerifalte de los ‘falsos positivos’. Dios no lo perdona, por los inconmensurables, ‘presuntos’ (recurrente muletilla) daños y perjuicios morales causados a la patria, por el desalmado, aborrecible, Incorregible, demoníaco ‘angelito’, disfrazado de inocente abuelito. Ojo que no se salga.
Bogotá, D.C. 07 de octubre de 2023