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Por Gerney Ríos González
La hoya amazónica no es en su totalidad brasilera, porque una parte significativa de la cuenca yace en el territorio soberano de los países bolivarianos, como es el caso de Bolivia con sus regiones de los Llanos de Chiquitos, Guaraya, Mojos, Beni y Madre de Dios. En el Perú con los valles del río Ucayali y la región de Loreto. En Colombia los espacios de los ríos Guaviare, Apaporis, Caquetá y Putumayo. Y en Venezuela en el Cerro Marahuaca, donde se aprecia una evidente participación amazónica; en dicha área se encuentra el esencial brazo del Casiquiare.
Casiquiare integrador: El brazo del Casiquiare en Venezuela, une el río Orinoco con el río Negro en su punto limítrofe con territorio colombiano. Según cronistas de la Colonia, este brazo fue utilizado por autoridades españolas de la época y viajeros, para transitar entre la Orinoquia y las áreas occidentales de la actual Amazonia. Contemporáneamente una expedición venezolana usó el Casiquiare para demostrar la existencia y viabilidad de la interconexión amazonia-orinoquia.
Elementos históricos
A través de los anales históricos, son muchos los hechos que respaldan el interés de los países bolivarianos, en la interconexión amazonia-orinoquia:
– La mayoría de la hoya amazónica fue desde un comienzo – Tratado de Tordecillas en 1494-, territorio de la corona española, área que perdió sus límites a raíz de la momentánea unión de Portugal y España – 1580 – 1640 y por los posteriores tratados de Madrid 1750, Pardo 1761 e lldefonso 1777. Consecutivamente en la vida republicana durante los siglos XIX y XX, a causa de los problemas internos de los nuevos Estados, extensas porciones de la amazonia, constitutivas de las hoyas de los ríos que nacen en los Andes, se perdieron ante la ordenada y persistente diplomacia brasilera.
– Las comunidades hispanas en la actualidad andinas, estuvieron presentes desde temprano en nuestra historia en la hoya amazónica –Siglo XVI-. Ejemplo de lo anterior es el primer descenso de los Andes al Amazonas, desde Quito vía río Napo, ejecutado por Francisco de Orellana en 1541. Precisamente en las refriegas con los Tapuyán, Orellana observó a indias peleando al estilo de las amazonas míticas. De allí el nombre del río de las Amazonas.
Proceso de expansión lusitana
Para nadie es un secreto que España y Portugal disputaron la primacía de los descubrimientos geográficos con sus exploradores Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, navegante que por serendipitia, encontró el único paso natural entre los océanos Atlántico y Pacífico; luego las dos naciones, confrontaron en tiempos de conquista y colonización, en una pugnacidad trasladada al territorio de América para evitar una guerra en Europa. El 7 de junio de 1494 a instancias del papado, los embajadores de Fernando e Isabel, Reyes Católicos de España, y del Monarca Juan II de Portugal, se entrevistaron en el pueblo de Tordesillas a orillas del Río Duero en la franja cerealera del noroeste de España y sutilmente acordaron dividir sus tierras en partes iguales.
El Tratado de Tordesillas autorizaba a los españoles a reclamar para sí cualesquiera tierras no cristianas que estuvieran al oeste de una línea de polo a polo que pasara a 370 leguas al occidente de las Islas del Cabo Verde. Los portugueses gozaban del mismo privilegio hacia el oriente.
El extremo este de Brasil apenas cruzado por la línea imaginaria, dio oportunidad a Portugal para ubicar una controvertida cabecera de playa en América del Sur. El mandato de la firma del Tratado aún se siente en la vida de millones de personas que, desde Argentina a Angola y Macao, se vieron asignados a dos distintas esferas socioculturales –hispana y lusitana-, que perduran hasta hoy. En el caso lusitano, Brasil, con su ancestro expansionista, busca su salida al Pacífico, siendo manipulador de guerras fratricidas entre hermanos como lo sucedido con Ecuador y Perú.