
PNUD Perú
Reserva comunal Amarakaeri, área natural de 402.335 hectáreas protegida por las comunidades harakbuts, yines y machiguengas en Madre de Dios, en la Amazonía de Perú.
DOCUMENTOS NEWS PRESS SERVICE-UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA
Por Gerney Ríos González
Los aborígenes del continente americano, originarios de sus lejanos ancestros del viejo mundo que, según la historia del hombre, entraron por el Estrecho de Bering, único puente con Europa, siglos en el peregrinar de lo que sería el homo sapiens sapiens más adelante, con el progreso de su cerebro genial. Esos primeros exponentes de los humanos, sembraron la semilla, tras conquistar la tierra nueva a sus pies. La cronología de esa trashumancia se pierde en la oscura noche del tiempo.
Pero ellos, los naturales reproducidos sobre la faz del continente sin descubrir, vivieron la etapa de las cavernas, la caza incipiente para la sobrevivencia, hasta el amanecer del 12 de octubre de 1492 para nuestra historia en lo que respecta a costas y territorios de la Colombia actual.
La paz de los nativos ignotos, la comunidad humanoide cazadora, sembradora y aventurera que se había diseminado en la trayectoria del tiempo de norte a sur, sería en el caso de Iberoamérica, rotulada luego del descubrimiento del gigantesco mundo puesto a los ojos europeos, la paz ancestral, fue rota, cortada en pedazos, regada con sangre copiosa de los aborígenes, por la espada y la lanza de los usurpadores que, a nombre del rey español, hollaron con violencia la heredad entregada por la creación del mundo.
Violencia europea contra los indígenas americanos, población que los invasores ignoraban, paraíso pacífico donde buena parte del hombre se asentó para reproducirse y poblar extensas tierras. La debacle antihumana comenzó con la llegada de los aventureros españoles al mando del almirante Cristóbal Colón un 12 de octubre de 1492, fecha en la cual nace la sangría y el exterminio de los naturales de América con la impresionante cifra de 40 millones de humanos sacrificados por la codicia de los conquistadores en el nuevo mundo.
Defensa de la Vida y la Tierra
Los primeros asomos de resistencia de los indígenas se dieron con la aparición de Cristóbal Colón y su expedición navegante del océano Atlántico desde el puerto Palos de Moguer en España, patrocinada por los Reyes Católicos, en busca del territorio de las especias. El literato Germán Arciniegas sostiene en su libro que el descubrimiento de América fue una equivocación que torció el destino de la historia. Se distorsionaron la brújula, el cuadrante y el astrolabio y apareció el Nuevo Mundo con todo el esplendor de la tierra prometida. También el escritor, Enrique Caballero Escobar, comparte la idea de la pifia del almirante en la ruta que buscaba las fronteras orientales para ampliar el comercio de la Iberia de entonces.
La resistencia nativa se extendió desde México al río de la Plata, Argentina. Para nuestro caso, Colón permitió la matanza de numerosos ancestrales que elementalmente trataron de defender sus territorios. El descubridor calculó que este primer acto de sangre atemorizaría a los originarios pobladores y dejarían tranquilos a 39 marinos sitos en el Fuerte Navidad allá por diciembre de 1492.
Volver a nuestro territorio nacional, a la resistencia indígena, al genocidio, a la exterminación de los naturales, drama que no termina. Las comunidades originarias continúan su viacrucis de miseria, hambre, persecuciones, asesinatos, atropellos a sus derechos, negación de los mínimos vitales a la subsistencia, hostilidad, incluso de gobiernos, grupos insurgentes, narcotraficantes y enemigos raciales que les arrebatan sembrados y tierra frente a la indiferencia oficial, cómplice de tales vejámenes antisociales.
Resistencia y Muerte
La estructura histórica de América se cataloga así: Épocas, Descubrimiento, Conquista y Colonización, desde el siglo XVI a siglo XVIII, la última de los españoles, que en el caso colombiano comprende la resistencia de los indígenas en defensa de sus tierras, sembradíos y tesoros, opuestos a la destrucción de su cultura.
Capítulo aparte es la guerra de Independencia contra el yugo español que comienza con la protesta comunera, el papel histórico de los libertadores Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, José María Córdova Muñoz, Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, Antonio Amador José Nariño y Álvarez del Casal, y el final con las batallas del Pantano de Vargas y Puente de Boyacá que dieron paso a la creación de la República de Colombia, el 17 de diciembre de 1819.
Durante la tortuosa y sangrienta dominación, los españoles conquistadores con la espada, impusieron la lengua castellana, la religión católica, las costumbres Ibéricas y América indígena fue dependiente de la colonia en los siglos XVI, XVII y XVIII, con la destrucción casi en la totalidad de su estructura aborigen, incluida su creencia cosmogónica de la creación del Universo.
El colonialista fue repelido con rústicas armas, mientras que los invasores utilizaron en las repetidas matanzas, caballos, perros adiestrados en la caza de aborígenes y armas de fuego, rayos divinos que decían “los perseguidos infelices”. Mención merecen los caudillos naturales de las desgraciadas comunidades, condenadas al exterminio masivo en esas crueles calendas; un rápido vistazo a la resistencia en Iberoamérica, recuerda nombres y episodios de nuestra historia:
La Cacica Gaitana es uno de los personajes centrales de la resistencia nativa contra los conquistadores. Capturó a Pedro de Añasco, quien condenó a Buiponga su hijo, a la hoguera. Quemado vivo por no pagar tributos y ardió en la Plaza de Villa de Timaná Huila en 1538. La indígena peleó y capturó a Añasco a quien sacó los ojos; le abrió un hueco en la mandíbula inferior y lo amarró con soga; lo arrastró por la comarca, donde otros originarios lo despedazaron; años después bebían chicha en el cráneo del peninsular celebrando el triunfo. La Gaitana luchó contra los españoles, ayudada por el cacique Pigoanza jefe de Falcones, Piramas, Paeces y Guanacas. Añasco fue prisionero en su propio campamento.
Jefes destacados en las filas aborígenes fueron la cacica Zulia de Cúcuta y Guaymaral; la nativa Furatena de Muzo, defensora de su territorio esmeraldífero, amante del Zipa Tisquesusa de Bacatá; Agrazaba, indígena Catia en el Cauca; la originaria Marinita, del Patía; otras más, anónimas en Vélez que no se entregaron y se clavaron en estacas; mujeres autóctonas de muzo que se precipitaron al abismo antes de claudicar.
Y sigue la lista: en la Nueva Granada figuran en la resistencia y defensa de sus bienes el cacique Tundama entre los chibchas; el cacique Calarcá de los Pijaos; Baltazar que llegó a “ensartar 150 en su lanza”; los caSátiva; en Antioquia, Nutibara y su hermano Quinunchú; el Zipa Tisquesusa en Bacatá; nativos Tunebos y U´was que al norte de Boyacá se lanzaron desde la altura en el Peñón de los Muertos en Guicán de la Sierra antes que rendirse a los españoles; aborígenes Armas o Cuycuyes en Abejorral, Sonsón y Aguadas con su cacique Maitamá; Cacique Toné en Antioquia con sus Huestes Catías; guerreros Agataes en Santander, los Laches, originarios defensores de la Casa del Sol, indígenas de Saboyá, Muzos, Guanes, Panches, Pijaos en Tolima; Picaras, Cacares y YaragüÍes, feroces y valientes; cacique Casequinpaque de la tribu Posigüeicas, cacique Tirrone de los Zenúes, también conocidos como Sinúes o señores del sol, asentados en los ríos Sinú y San Jorge, en el Golfo de Morrosquillo y los departamentos de Córdoba y Sucre.
La gran insurrección indígena contra los gobernantes ibéricos se dio en 1557 en la cual figuraron Quimbayas, Gorrones, Bugas, Panches y otras tribus belicosas, en busca de justicia.
El 24 de marzo de 1495 el cacique Guanacagari peleó con sus hombres contra los españoles; ocurrió allí la masacre de aborígenes; emprendiéndose la “caza de indígenas” para llevarlos a España y convertidos en esclavos. También pidieron los conquistadores al Papa en Roma de la oscura época, que dijera si los nativos tenían alma o eran animales de caza, la respuesta religiosa jamás llegó a América.
En el cono Sur del descubierto Continente, la continuada y sistemática persecución y exterminio de naturales se extendió desde México. La resistencia fue de Cuauthémoc; en Honduras el cacique Lempira con 30 mil hombres; Nicarao o cacique de Nicaragua; cacique Rumiñahui de los Incas que combatió a Francisco Pizarro; los araucanos de Chile dirigidos por Lautaro y Caupolicán; Incas del Perú; indígenas Charrúas del Río de La Plata, Uruguay; y la familia guaraní de suprema valentía como los anteriores.
En desarrollo del siglo XXI, las naciones con presencia
nativa, la lideran Brasil, Colombia, Perú, México y Bolivia. Ver documento
gráfico de la Comisión Económica para América Latina.