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Por Gerney Ríos Gónzález
En la instauración de Santa Isabel, existen varias versiones. Una de ellas cuenta que en épocas pasadas el territorio estuvo poblado por los indios Tolimas y Palenques de la tribu los Pantágoras al mando del cacique Agocha, hasta cuando lo descubrió en 1541 el español Álvaro de Mendoza.
El jurista, Oscar Miguel Valero Rodríguez, presidente del Colegio de Abogados del Tolima Grande, narra que, “el sacerdote Rómulo C. Madrid, junto a José María Alzate, Pedro Alcántara, Julián Cárdenas, Simón Cardona y José María Vega, el 12 de septiembre de 1893 fundaron el pueblo con el nombre de Tolda de María que en 1897 se llamaría Santa Isabel en honor de la princesa de Hungría de la cual era devoto el presbítero Madrid, año en que le fue dado el carácter de corregimiento dependiente de Venadillo y que mediante la ordenanza número 13 de 1904 fue erigido en municipio por la Asamblea Departamental del Tolima.” Santa Isabel, es la ciudad de las alturas con nevado propio.
La Villa de San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas, fue implantada por el capitán español Andrés López de Galarza, el 14 de octubre de 1550. Villa de San Bonifacio porque la Inmaculada Concepción es la protectora espiritual de la ciudad musical, y San Bonifacio por un mártir asiático que murió por la fe cristiana, considerado su patrón eclesiástico.
Ibagué en honor al cacique de los indígenas habitantes de este territorio, un nativo pacifista que procuró la convivencia con los invasores españoles, nombre dado para recordar, la princesa del espíritu curativo, conocida con el nombre de Igahe.
Los nativos pijaos que por miles de años habitaron estos espacios, bautizaron Valle de las Lanzas, a la meseta rodeada por los ríos en la vertiente oriental de la cordillera central, teniendo de eje principal a Cajamarca, con una altura de 1.814 metros sobre el nivel del mar, pero por los múltiples ataques de diferentes tribus del occidente colombiano, fueron obligados a trasladarse a Ibagué, su capital actual a 1.285 m.s.n.m., donde imperaban los Panches.
Ibagué fue rotulada “la capital musical de Colombia” en al año 1886, por el francés conde de Gabriac, quien, sorprendido por su ambiente, lleno de sonoridad, colorido de los murales y el Conservatorio del Tolima, le puso esa denominación.
Según los primeros cronistas de Indias y de posteriores historiadores, Andrés López, seguido de los capitanes Francisco de Prado y Juan Bretón, del presbítero Francisco González Candil, 93 soldados y varios indios cargueros, iniciaron la expedición por tierras ubicadas en el centro del Tolima, el 25 de julio de 1550. De Santa Fe a Tocaima, cruzaron el Río Grande de la Magdalena, en el denominado Paso de Céspedes, llegaron a la ribera izquierda y es ahí cuando comenzaron dificultades con guerrillas integradas por indios Natagaimas y Coyaimas.
En la instauración de Santa Isabel, existen varias versiones. Una de ellas cuenta que en épocas pasadas el territorio estuvo poblado por los indios Tolimas y Palenques de la tribu los Pantágoras al mando del cacique Agocha, hasta cuando lo descubrió en 1541 el español Álvaro de Mendoza.
El jurista, Oscar Miguel Valero Rodríguez, presidente del Colegio de Abogados del Tolima Grande, narra que, “el sacerdote Rómulo C. Madrid, junto a José María Alzate, Pedro Alcántara, Julián Cárdenas, Simón Cardona y José María Vega, el 12 de septiembre de 1893 fundaron el pueblo con el nombre de Tolda de María que en 1897 se llamaría Santa Isabel en honor a la princesa de Hungría de la cual era devotopresbítero Madrid, año en que le fue dado el carácter de corregimiento dependiente de Venadillo y que mediante la ordenanza número 13 de 1904 fue erigido en municipio por la Asamblea Departamental del Tolima.” Santa Isabel, es la ciudad de las alturas con nevado propio.
La Villa de San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas, fue implantada por el capitán español Andrés López de Galarza, el 14 de octubre de 1550. Villa de San Bonifacio porque la Inmaculada Concepción es la protectora espiritual de la ciudad musical, y San Bonifacio por un mártir asiático que murió por la fe cristiana, considerado su patrón eclesiástico.
Ibagué en honor al cacique de los indígenas habitantes de este territorio, un nativo pacifista que procuró la convivencia con los invasores españoles, nombre dado para recordar, la princesa del espíritu curativo, conocida con el nombre de Igahe.
Los nativos pijaos que por miles de años habitaron estos espacios, bautizaron Valle de las Lanzas, a la meseta rodeada por los ríos en la vertiente oriental de la cordillera central, teniendo de eje principal a Cajamarca, con una altura de 1.814 metros sobre el nivel del mar, pero por los múltiples ataques de diferentes tribus del occidente colombiano, fueron obligados a trasladarse a Ibagué, su capital actual a 1.285 m.s.n.m., donde imperaban los Panches.
Ibagué fue rotulada “la capital musical de Colombia” en al año 1886, por el francés conde de Gabriac, quien, sorprendido por su ambiente, lleno de sonoridad, colorido de los murales y el Conservatorio del Tolima, le puso esa denominación.
Según los primeros cronistas de Indias y de posteriores historiadores, Andrés López, seguido de los capitanes Francisco de Prado y Juan Bretón, del presbítero Francisco González Candil, 93 soldados y varios indios cargueros, iniciaron la expedición por tierras ubicadas en el centro del Tolima, el 25 de julio de 1550. De Santa Fe a Tocaima, cruzaron el Río Grande de la Magdalena, en el denominado Paso de Céspedes, llegaron a la ribera izquierda y es ahí cuando comenzaron dificultades con guerrillas integradas por indios Natagaimas y Coyaimas.
Fue entonces cuando López de Galarza recibió el grado de capitán por ser jefe de la expedición. Al arribar al Valle de Las Lanzas, llamado así, porque los nativos sólo usaban lanzas, se iniciaron feroces combates con indios pijaos, los que sólo pudieron ser vencidos con armas de fuego. Los caciques Titamo y Quicuima se unieron y alistaron nuevos ataques. López de Galarza se replegó hacia una meseta, con sus fuerzas disminuidas, siendo asistido por un cacique llamado Ibagué (casa de sangre), de la etnia pijao, señor de aquellas tierras. Contrario a lo que creían los españoles, Ibagué los atendió bien, curó sus heridos y les dio abrigo.