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La Opinión
Por Mario Arias Gómez
Refiero al joven general (30 años) del ejército patriota, José María Córdova Muñoz, héroe al que la Academia de Historia que lleva su nombre, presidida por el célebre, aplicado historiador Gerney Ríos González, rinde homenaje a su memoria con motivo del bicentenario de la ‘batalla de Ayacucho’, exaltación a la que complacido me sumo.
Reincorporado al ejército, en junio de 1817, se dirigió a Guayana a entrevistarse con Simón Bolívar, entonces jefe supremo de las fuerzas patriotas, quien lo incorporó al Estado Mayor, participando en tal condición en la toma de Angostura -hoy Ciudad Bolívar-. El 16 de octubre presenció en la Plaza Mayor el fusilamiento (despiadado) del General Manuel María Francisco Piar (1774-1817). Sentencia confirmada por Bolívar.
Córdova Muñoz, continuó su ascendente, meteórica carrera militar: ascendió el 14 de noviembre a capitán de caballería; a ayudante de campo de Carlos Soublette, jefe de Estado Mayor General. Bolívar emprendió el 31 de diciembre de 1817, viaje por el río Orinoco, reuniéndose con Páez el 30 de enero (1818) en Cañafístula.
En 1819, José María, al mando del General en jefe, Simón Bolívar, participó en el comienzo, junto a Francisco de Paula Santander, de la Campaña Libertadora de Nueva Granada que culminó con las batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá (agosto de 1819).
Concluyo haciendo somera referencia al lunar negro de la independencia que representó el fusilamiento del victorioso general, Manuel María Francisco Piar, oriundo de Curazao, mulato, descendiente de negros y de canarios, invicto en 24 batallas, quien con su triunfo en San Félix -a la orilla del Orinoco- logró por primera vez desde la reconquista de que las maltrechas tropas patriotas venezolanas pasaran de la guerra de guerrillas, a una guerra de posiciones, con un territorio bajo control en la provincia de Guyana, convertida en la retaguardia del ejército que liberó de la presencia realista a lo que hoy es Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú y Bolivia.
“Fundamento indestructible de la patria que hizo posible la organización de la República”.
Preguntas: ¿Se justificaba la ejecución del pudoroso militar, lleno de patrióticos méritos, general en jefe del ejército insurgente? ¿Era el único sedicioso? ¿Por qué no ejecutaron a los otros presuntos conspiradores Bermúdez, Mariño, Ribas -entre ellos- que desacataron -se dice- la autoridad del Libertador?
Se sostiene al respeto que Bolívar urgía de un escarmiento.
Infame fusilamiento ocurrido el 16 de octubre de 1817, incluido figurativamente el del proyecto emancipador encarnado por Piar, hecho que tuvo profundas repercusiones históricas, ordenado -se cree- “por empuñar las armas en favor de la libertad de los esclavos, la igualdad de los pardos y el reconocimiento de los indígenas”. Ejecución efectuada -para escarnio- en la plaza principal de Angostura, del militar de más alto rango en las tropas insurgentes que luchaban por la independencia de la América Española.
Si en Ayacucho y Tumusla bajo el mando de Sucre y Santa Cruz culminó la campaña de independencia, en la batalla de San Félix empezó la larga marcha, bajo las órdenes de Piar. Su gran equivocación: ambicionar el poder Supremo que llenó de celos a Bolívar.
Acusado por insubordinación y deserción, de intento de conspiración que en aquellas circunstancias ameritaban la pena de muerte, sin degradación, delitos que nunca fueron establecidos en forma plena, fehaciente en el proceso, apoyado en meras conjeturas, chismes, decires.
Mientras Bolívar, que para consolidar su liderazgo traicionó a Miranda, Piar ascendió con base a sus triunfos. Enemigo del poder absoluto de Bolívar, nunca le reconoció las virtudes que él mismo se reconocía. Bolívar el cinco de agosto lanzó un manifiesto contra Piar, el que según Lecuna -historiador venezolano-, circuló poco por ser manuscrito.
El Libertador ordenó a Bermúdez, comunicarle a Piar que debía presentarse en el Cuartel General del Jefe Supremo (San Miguel), que de no hacerlo, lo remitiera preso. Este en vez de acatar la orden, resolvió fugarse, lo que añadió a la supuesta conspiración la desobediencia y la deserción. Bolívar comisionó al General Sedeño su captura, quien encontró a Piar en Aragua de Barcelona, el 27 de septiembre, intimándolo a seguirlo, a lo que se negó, intentando resistir. Su cobarde guardia lo abandonó. Fue apresado.
En la noche del 2 de octubre llegó a la ciudad. El cuatro se abrió el sumario, el 8 fue nombrado defensor a Fernando Galindo. El 14 se concertó el Consejo de Guerra que dirigió el almirante Brión -su paisano- y como vocales actuaron los generales Torres y Anzoátegui, (sus anteriores subalternos), los coroneles Ucrós y Carreño y los Tenientes Coroneles Piñango y Conde. El Fiscal -Soublette- de acuerdo con la Ley, era el Jefe de E.M. y Secretario, el Capitán José Ignacio Pulido.
Piar fue condenado por unanimidad a la pena de muerte sin degradación. Infamante fallo ratificado -repito- por Bolívar, cumplido el 16 de octubre a las cinco de la tarde, en presencia de las banderas que tanto amó y defendió el inmolado héroe.