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El País
La naturaleza no entiende de fronteras y un mismo terremoto ha sembrado la devastación no solo en dos países limítrofes, Turquía y Siria, sino también en dos zonas incomunicadas, las que controlan el Gobierno y los rebeldes de este último país tras 11 años de guerra. Ha sido el mayor décadas y se sintió con fuerza en 14 países. Los datos son espeluznantes:
El seísmo se produjo a siete kilómetros de profundidad y a 600 kilómetros al sureste de Ankara, en un lugar donde la placa tectónica de Anatolia hace contacto con la placa arábiga. Alcanzó 7,8 grados en la escala de Richter. Un segundo llegó a 7,5. Y hubo decenas de réplicas.
Las autoridades han contabilizado de momento más de 4.300 muertos: 3.000 en Turquía y 1.300 en Siria. Serán muchísimos más.
Más de 11 años de guerra civil han dejado medio millón de muertos y 6,6 millones de refugiados. La tasa de pobreza alcanza el 80%, el desempleo y la inflación son altísimos y la moneda ha perdido el 80% de su valor. Se lo cuenta el profesor Álvarez-Ossorio, gran experto en Siria, a Antonio Pita. A la guerra se sumó el desastre de la pandemia, el desplome libanés, el cólera y, ahora, un terremoto que sufre el país debilitado y que pilla a zonas como Idlib bloqueadas por el régimen.
Cuatro placas tectónicas
Nuestro corresponsal, Andrés Mourenza, nos traslada el miedo que han desarrollado los turcos cada vez que tiembla una puerta, una ventana o el suelo y las preguntas -“¿Lo habéis sentido? ¿Estáis bien?”- fluyen por los grupos de WhatsApp. 17.000 personas murieron en 1999 en los alrededores del mar de Mármara. Turquía está atravesada por las placas tectónicas de Anatolia, arábiga, euroasiática y africana.