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Revista de Anif
En Colombia, para el 2023, cerca del 70% de la energía se genera en centrales hidroeléctricas. La generación de energía hídrica se presenta como una alterativa limpia, abundante y de bajo costo, que aprovecha de una forma eficiente los recursos hídricos del país.
No obstante, la dependencia de la matriz energética en las hidroeléctricas aumenta su vulnerabilidad frente a choques externos, especialmente si su efecto es impredecible. Como consecuencia, se puede poner en riesgo la resiliencia del sistema y su capacidad de respuesta a la demanda.
El fenómeno de El Niño
El caso del fenómeno de El Niño es un ejemplo de un choque externo que amenaza con disminuir las precipitaciones y aumentar las temperaturas, dos factores que podrán poner en riesgo el volumen útil de agua en los embalses y su capacidad de generación de energía. Los indicadores monitoreados por el IDEAM muestran que durante los últimos tres meses se ha dado un calentamiento progresivo del océano Pacífico.
Esto lleva al instituto a pronosticar para Colombia una probabilidad mayor del 80% de que se presente un fenómeno de El Niño y una probabilidad mayor al 50% de que sea de categoría fuerte. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica declaró que hay una probabilidad del 90% de que El Niño se presente hacia finales del 2023. Aunque las señales que anteceden la llegada del fenómeno ya se encuentran presentes, para que haya un anuncio oficial, la temperatura de la superficie del océano Pacífico debe mantenerse por encima de 0.5ºc de manera sostenida por al menos cinco meses.
La trinidad imposible*
Es incompatible un escenario en el que se tengan al mismo tiempo precios bajos, fenómeno de El Niño y no se deban realizar racionamientos. Otro factor de riesgo latente es la aparente falta de voluntad política para permitir autonomía competitiva en el mercado eléctrico.
La intensidad del fenómeno cuenta con un alto grado de incertidumbre, asociado al comportamiento climático global. En abril, la temperatura media de los océanos llegó a 21ºc, superando su récord desde que hay registros oficiales hace 40 años. La magnitud de la temperatura y el hecho de que haya subido tanto antes de la llegada oficial del fenómeno, pone de manifiesto las condiciones para eventos extremos.
Por esto, los efectos de El Niño sobre el territorio colombiano son cada vez más impredecibles. El IDEAM estima que, en esta ocasión, las regiones más afectadas serán la Andina y Caribe, con un mayor efecto en los territorios cercanos al mar y una mayor posibilidad de sequía en la zona norte por unirse a la temporada seca.
Las condiciones adversas y las altas probabilidades del fenómeno han llevado a la ministra de Ambiente y a la directora del IDEAM a advertir la posibilidad de desabastecimiento hídrico en el país una vez este inicie. Ante esta coyuntura, surgen los temores sobre la sostenibilidad de la generación de energía en el país, dada su dependencia de las hidroeléctricas.
Mecanismos de choque
A pesar de los temores de desabastecimiento hídrico, actualmente, el mercado está en capacidad de prever choques de oferta negativos y tomar medidas para evitar una situación donde no sea posible cubrir las demandas energéticas. Un mecanismo, es el “Cargo por Confiabilidad” establecido por la CREG desde el 2006 con el fin de darle confianza al sistema energético a la hora de presentarse condiciones extremas.
Ese mecanismo consiste en seleccionar cierto número de plantas de energía mediante una subasta. Aquellas empresas que ganen la subasta se comprometen a entregar energía al sistema cuando sea requerido. En contraprestación, se les paga mensualmente un cargo por la potencia acordada así llegue a ser necesaria o no. Otro mecanismo que emplean las hidroeléctricas es ofertar precios más altos en bolsa, con la intención de que otros proveedores los reemplacen en la prestación del servicio y eviten tener que desembalsar.
En este caso, las plantas térmicas proporcionan la energía faltante para que no tenga que haber racionamiento. Al tener en cuenta las distintas fuentes de generación de energía en el país, los precios más económicos que se ofertan son los de las plantas de energía hidráulica, que además generan más de dos tercios de la energía en el país.
Dada la alta participación de las hidroeléctricas, las plantas de combustible fósil o plantas térmicas, que son más costosas, no se requieren usualmente. Sin embargo, la producción de energía fósil no se detiene, con el fin de que esté disponible en caso de llegarse a necesitar. De esta forma, cuando se reduce la capacidad de los embalses en las plantas hídricas debido a fenómenos como el de El Niño, la energía que producen las plantas térmicas llena ese hueco.
Como los precios de las térmicas son más elevados, el precio final en el que se comercializa la energía sube. Esto ha permitido que, aunque ya se han empezado a ver las primeras señales del fenómeno, el volumen útil de los embalses usados por las hidroeléctricas se mantenga en un nivel estable, e incluso ha mostrado un incremento durante los últimos meses.
Factores de riesgo adicionales Hay que tener en cuenta que, en este momento, existen factores de riesgo adicionales que se deben monitorear para asegurar el cumplimiento de un servicio de energía ininterrumpido en el país. Un factor que se asemeja a lo vivido en las crisis energéticas de 1992 y 2016 es el exceso de demanda reportado y las alertas realizadas por XM (operador del sistema y administrador del mercado de energía) sobre pronósticos errados en el sector.
Según su comunicado de prensa del 17 de julio de 2023, la demanda ha crecido por encima del 5%, lo cual supera las proyecciones realizadas por la UPME en el 2022. Lo anterior presenta una alerta para el sistema, ya que debe satisfacer niveles que no estaban siendo contemplados en los pronósticos originales.
XM mencionó que, si el crecimiento de la demanda continúa y no se realizan esfuerzos oportunos por solucionar las fallas en la infraestructura energética, se podrán presentar cortes de energía en algunas zonas del país de alta vulnerabilidad. Empero, la situación actual dista de la que se vivía en Colombia cuando se dio el apagón de 1992.
Esto, gracias a los mecanismos que ha desarrollado el sector hidroeléctrico durante las últimas décadas para cubrirse del riesgo de desembalsamiento y poder cumplir con las demandas energéticas del país, incluso en situación de sequía. No obstante, esto implicará necesariamente un incremento en el nivel de precios.
Qué ha pasado en años anteriores Para entender la situación actual, es necesario entender el contexto histórico que nos ha traído a donde estamos.
El país ha enfrentado distintos periodos del fenómeno de El Niño a lo largo de su historia reciente.
Uno de los más conocidos fue el ocurrido en 1992, en el cual se tuvo la necesidad de realizar racionamientos energéticos por medio de apagones. Ese año, al fenómeno climático se sumaron problemas administrativos y de infraestructura, lo que llevó a que se sobreestimara la capacidad del sector eléctrico para satisfacer la demanda.
Lo anterior se tradujo en una reducción de la capacidad de generación de energía en un país con alta dependencia en las hidroeléctricas, desencadenando en un racionamiento energético que generó grandes pérdidas para las pequeñas y medianas empresas. A raíz de la crisis, el país enfrentó distintos cambios dentro del sector energético. Una de las transformaciones más importantes ocurrió en 1994 mediante la ley 143, que reformó el sector eléctrico y le dio paso a la competencia privada.
Específicamente, surgió la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), con el fin de regular las actividades de los servicios públicos domiciliarios y definir las reglas para crear un mercado de energía mayorista competitivo con flexibilidad tarifaria. Por otro lado, el Plan de Expansión fue ejecutado con el fin de superar la alta dependencia del recurso hídrico, que históricamente había caracterizado al sector, con lo que entraron a operar una mayor cantidad de centrales térmicas.
Por tanto, cuando baja la capacidad de producción de las hidroeléctricas, su principal sustituto es la energía térmica. Sin embargo, la generación de energía de esta fuente es más costosa y, en consecuencia, aumenta el precio en bolsa de la energía y el precio final asumido por los consumidores.
El precio de bolsa es el precio máximo que ofertan las plantas generadoras y que XM acepta en cada periodo horario. Es en base a ese precio que los comercializadores realizan sus negociaciones. La posibilidad de reemplazar la oferta de energía hidroeléctrica por energía térmica aumentó sus precios, pero permitió que el país evitara la necesidad de racionamiento en el consumo energético en los fenómenos de El Niño de 1998 (cuando los precios de las tarifas de energía alcanzaron valores equivalentes a $574.69/kWh en bolsa) y posteriormente en los años 2003, 2007 y 2010.
Sin embargo, el fenómeno de El Niño del 2016, uno de los más fuertes luego del de 1997, puso en duda la capacidad de las termoeléctricas de responder a la demanda y llevó al país a enfrentar una segunda crisis energética. En el 2016, las alertas de bajo abastecimiento y alta demanda llevaron al gobierno a tomar medidas para evitar apagones, tales como campañas de ahorro y restricción de uso.
A su vez, se importó energía desde Ecuador por un valor cercano a 115.000 millones de pesos que se reflejó en un aumento en el costo asumido por los usuarios finales. Además, dado que la generación y distribución son los componentes que usualmente tienen mayor peso sobre la composición de la tarifa, los precios alcanzaron valores equivalentes a $1603/kwh. A pesar de las altas tarifas, nuevamente el funcionamiento del mercado de energía logró evitar un racionamiento eléctrico y tener que volver a vivir apagones como en el 92.
Qué está pasando ahora
La llegada de un nuevo fenómeno de El Niño al país durante la segunda mitad del año es inminente, y significará una reducción en la cantidad de energía que pueden generar las hidroeléctricas. Siendo así, el sistema enfrentará el dilema de subir los precios como en años anteriores o poner en riesgo la sostenibilidad de la generación de energía.
De mantener la estructura del sistema de energía actual, que responde a las fuerzas del mercado, es un hecho que una menor oferta hídrica y un alto precio del carbón llevarán a incrementos en el precio de la energía. Otro factor de riesgo latente es la aparente falta de voluntad política para permitir autonomía competitiva en el mercado eléctrico.
La regulación vigente cuenta con bases técnicas sólidas que han evolucionado a lo largo del tiempo a partir de la experiencia histórica. No obstante, en el debate público ha sonado la propuesta que sugiere controles de precios de la energía. Impedir que las generadoras hidroeléctricas utilicen el mecanismo de aumento de precios para evitar desembalses y ser temporalmente sustituidas por las generadoras térmicas, si bien mantendría los precios bajos, conduciría a desembalses que imprimen gran riesgo de sufrir nuevos apagones.
La historia demuestra que es incompatible un escenario en el que se tengan al mismo tiempo precios bajos, fenómeno de El Niño y no se deban realizar racionamientos. Es una trinidad imposible. Por esto, en ANIF, hacemos un llamado a las autoridades competentes con antelación a la llegada de El Niño para que el país no resulte en una situación en la que se tenga que reducir el bienestar de los hogares por falta de preparación y rigideces ineficientes ante un problema inminente.