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Banco Mundial
El mundo se encuentra en medio de una crisis alimentaria y las proyecciones indican que 670 millones de personas seguirán enfrentando hambre para 2030. Las conmociones provocadas por el cambio climático, la crisis mundial del agua, la pérdida de biodiversidad y otros desafíos siguen debilitando la seguridad alimentaria y obligando a más personas a pasar hambre.
Y si bien el enfoque actual de responder a las crisis alimentarias a través de medidas a corto plazo —junto con iniciativas de fortalecimiento de la resiliencia— marca una diferencia, no es suficiente para abordar completamente todos los factores subyacentes que causan la crisis. Es crítico transformar los sistemas alimentarios mundiales para que propicien que las personas, el planeta y las economías estén saludables y sean resilientes.
El Banco Mundial está adoptando un enfoque multidimensional para abordar estos desafíos: respaldar la producción y a los productores, aumentar el comercio de alimentos y de insumos agrícolas, apoyar a los hogares vulnerables, e invertir en seguridad alimentaria y nutricional sostenibles para ayudar a los países no solo a enfrentar las emergencias relacionadas con los alimentos, sino también a crear soluciones sostenibles para prevenir una próxima situación de este tipo.
Hacer frente a emergencias en la República Centroafricana
Tatiana Komanda es una agricultora de la República Centroafricana. Pasa sus días preparando comida para su familia, cuidando el campo y los huertos de su hogar, y vendiendo sus productos en el mercado local.
“Cuando estaba en la casa de mis padres, me enseñaron a cultivar la tierra. Crecí haciéndolo, y ahora lo sigo realizando con mi esposo”.
La agricultura le ha sido útil a Komanda; hoy puede mantener a su familia y –lo más importante para ella– enviar a sus hijos a la escuela.
“El dinero que recibo por la venta de mis productos les permite a mis hijos avanzar en la vida. Por ejemplo, puedo pagar la escuela y la ropa y comprarles zapatos. Estoy feliz con mi vida, estoy feliz de ver que mis hijos están estudiando”.
Pero, no siempre fue así. En años anteriores, Komanda tuvo dificultades para tener suficientes alimentos incluso para alimentar a su familia, y mucho menos para vender productos agrícolas en el mercado.
Para muchas personas, que viven alrededor de Komanda, la vida sigue siendo difícil.
La República Centroafricana, una nación sin litoral ubicada en la parte central de África, es uno de los países más pobres y frágiles del mundo. De sus 6,1 millones de habitantes, más de 4,5 millones (75 %) dependen de la agricultura.
A pesar de la importancia de este sector, el país se ve afectado por inseguridad alimentaria, y las estimaciones indican que aproximadamente 2 millones de personas sufrirán altos niveles de inseguridad alimentaria entre septiembre de 2023 y abril de 2024.
Los desafíos que enfrentan los habitantes de la República Centroafricana se vieron intensificados por la invasión de Ucrania el año pasado, país que proporciona suministros de cereales esenciales a toda África.
Mientras tanto, la crisis climática actual continúa amenazando las perspectivas agrícolas a largo plazo del país. Las sequías y las inundaciones cada vez más graves que ha experimentado la República Centroafricana en los últimos años implican que un alarmante 75 % de la población pronto será vulnerable a los impactos del cambio climático. La seguridad alimentaria ha llegado al punto de una emergencia.
“Antes, nuestra vida era difícil. Incluso encontrar comida era difícil”, dijo Komanda, al recordar vívidamente su lucha contra la inseguridad alimentaria en el pasado.
El Banco Mundial continúa trabajando con el Gobierno de la República Centroafricana para garantizar que las personas tengan suficientes alimentos, así como las habilidades y los equipos para no depender de la agricultura de subsistencia, como lo hizo Komanda.
El Proyecto de Respuesta de Emergencia a la Crisis Alimentaria de la República Centroafricana ayuda a agricultores como Komanda a aumentar la producción de alimentos, al tiempo que mejora la resiliencia de los pequeños agricultores y hogares que enfrentan inseguridad alimentaria mediante el suministro de activos y servicios agrícolas, como cultivos, ganado, equipos de procesamiento, servicios de extensión, y capacitación. La entrega de más de 3200 toneladas de insumos ya ha ayudado a casi 36 000 agricultores a aumentar su producción de cultivos en un 125 %, y a su vez a mejorar los rendimientos y prevenir futuras crisis alimentarias.