Vladimir Putin decidió entregarle las llaves del campo de batalla en Ucrania a Valery Guerásimov, actual jefe de Estado Mayor del Ejército ruso. El nuevo comandante de operaciones deberá encauzar la situación militar en un contexto de lucha de poder con el grupo Wagner. ¿Misión imposible?
News Press Service
Cambio de jefes en medio de una lucha de poder en Moscú. Tan sólo tres meses después de haber sido designado para dirigir la guerra en Ucrania, Serguéi Surovikin tuvo que ceder su cargo el miércoles 11 de enero. Y no fue reemplazado por cualquiera. El presidente ruso, Vladimir Putin, decidió confiarle el destino de su ‘operación militar especial’ en Ucrania a Valery Guerásimov, el actual jefe de Estado Mayor del Ejército.
Guerásimov es ahora “el tercer hombre más importante en la jerarquía militar rusa, después de Vladimir Putin y del ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, y está a cargo de encauzar la situación en Ucrania”, resume Jeff Hawn, especialista en temas militares rusos y consultor externo del New Lines Institute, centro estadounidense de investigación en geopolítica.
Más moderado que el “general Armagedón”
Valery Guerásimov no solo tiene un mayor rango que Serguéi Surovikin. Ambos hombres son conocidos por su diferencia de carácter. El general ‘saliente’ había sido calificado como “brutal y cruel” o “despiadado”.
Por su parte, el nuevo comandante del frente ucraniano cuenta con “un recorrido sólido en Chechenia y Crimea y se considera que tiene una influencia moderadora sobre el curso de la guerra. También es alguien con quien los estadounidenses pueden trabajar”, afirma Jeff Hawn.
“Desde luego no es una especie de ‘general Armagedón’ como Serguei Surovikin; sin embargo, no sé qué impacto pueda tener sobre el curso de la guerra”, confiesa Stephen Hall, especialista en política rusa de la universidad de Bath en Reino Unido. En efecto, “incluso aunque quisiera, Valery Guerásimov no tiene el equipamiento ni los medios o los hombres para cambiar a fondo la manera de proceder del ejército ruso”, señala Jeff Hawn.
Desde un punto de vista militar, el nombramiento de ese general “confirma esencialmente que se deben esperar amplias ofensivas en primavera y que incluso Putin reconoce que se necesita una mejor coordinación entre las tropas”, afirmó en Twitter Mark Galeotti, especialista en temas de seguridad rusos. Con sus dos cargos –jefe de Estado Mayor del Ejército y comandante de operaciones en Ucrania–, se supone que Valery Guerásimov cuenta con todas las herramientas para mejorar esa coordinación.
¿Sacrificar a Guerásimov o debilitar a Wagner?
Pero esta redistribución de los roles tiene ante todo una importancia política. Se da en un momento clave en la lucha de influencia entre Yevgueni Prigozhin y sus mercenarios del grupo Wagner, por un lado, y el ejército tradicional, por el otro.
Este último no es muy popular en Moscú actualmente. La guerra en Ucrania no ha salido tal como estaba previsto y el ejército “acaba de sufrir una humillación con el bombardeo ucraniano en Makiivka”, resalta Jeff Hawn.
Por su parte, Yevgueni Prigozhin ha actuado con orgullo desde lo que el grupo Wagner presentó como ‘su victoria’ en Soledar, en la región del Donbass. Una postura que el ejército ruso no apreció: el jefe de Estado Mayor precisó que sus paracaidistas contribuyeron de manera significativa a los combates. Combates que, por mucho que le pese al grupo Wagner, siguen causando estragos.
Pero más allá de la realidad del terreno, el mensaje que recibieron los medios ultraconservadores en Moscú –muy críticos del ejército– es que el grupo Wagner estuvo al frente de uno de los pocos logros rusos en Ucrania. Yevgueni Prigozhin parece haber ganado un punto frente a su principal rival en el Kremlin: Serguéi Shoigu, el ministro de Defensa. “Los dos se detestan cordialmente y deben percibir cada acción como una tentativa de debilitar al otro en el entorno de Vladimir Putin”, explica Jeff Hawn.
En ese contexto, el nombramiento de Valery Guerásimov puede tener dos explicaciones. La más evidente sería ver en ella “un llamado al orden de parte de Vladimir Putin dirigido a Yevgueni Prigozhin, con el objetivo de que no crea que todo le está permitido”, considera Stephen Hall. En efecto, el nuevo comandante de operaciones es uno de los colaboradores más cercanos de Serguéi Shoigu y “es muy probable que le dé mucha menos libertad al grupo Wagner que su predecesor Serguéi Surovikin, considerado ideológicamente más cercano a Prigozhin”, añade este especialista en los misterios políticos rusos.
Este nombramiento también aligera un poco la carga de Serguéi Shoigu. “Ya no tendrá que ocuparse constantemente de Serguéi Surovikin, que se la pasaba tratando de clavarle el puñal por la espalda”, afirma Stephen Hall.
Una maniobra típica de Putin
Este reciente nombramiento sería ejemplo de una maniobra típica de Putin. Al maestro del Kremlin no le gusta nada que una de las facciones de su entorno ascienda más de lo debido y “empiece a sentirse demasiado a gusto en público”, añade Stephen Hall. Siendo así, Valery Guerásimov habría recibido el cargo para poner al grupo Wagner en su lugar.
Pero Vladimir Putin le entregó un regalo envenenado a su jefe de Estado Mayor. “A partir de ahora está al frente y ya no podrá culpar a otros si la situación del ejército ruso empeora aún más en Ucrania”, resalta Jeff Hawn.
No se descarta que el nuevo rol de Valery Guerásimov también sea el último antes de dirigirse hacia la salida. “Está en posición de fracasar, lo que le dará a Vladimir Putin una excusa para deshacerse de él y así complacer a los medios ultraconservadores”, considera Jeff Hawn.
La posición de Valery Guerásimov es aún más delicada mientras permanezca en Moscú. La consecuencia de la nueva distribución de roles es que ahora hay dos segundos al mando en Ucrania encargados de ejecutar las órdenes, de los cuales uno es nada más y nada menos que… Serguéi Surovikin. Este último “podría tratar perfectamente de hacer como si nada hubiera pasado en el terreno y hacerle zancadilla a Valery Guerásimov”, afirma Stephen Hall.
El nombramiento resulta desconcertante. Sería tanto una buena como una mala noticia para el grupo Wagner, reforzaría el clan del ministro de Defensa y a la vez debilitaría considerablemente a uno de los mejores aliados de Serguéi Shoigu.
Bienvenidos al arcano mundo de las intrigas del Kremlin en la era de Vladimir Putin. Al fin y al cabo, esta decisión es un ejemplo clásico de lo que el presidente ruso “mejor sabe hacer: enfrentar a sus colaboradores entre sí para que estén demasiado ocupados en atacarse entre ellos, dejando que el presidente ruso actúe como árbitro”, señala Stephen Hall. Vladimir Putin presintió que los reveses militares en Ucrania corrían el riesgo de jugarle en contra. Entonces decidió juntar a sus fieras en una misma arena: Ucrania.
Texto: Por Sebastián Seibt