
News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Cada quien sale de su casa y no sabe si regresa sano y salvo. Es una aventura. Sin embargo, como estrategia y para mantener ocupada la mente, nos dimos a la tarea de indagar y reflexionar sobre las respuestas o comentarios que propiciamos al establecer comunicación con otros seres humanos. Un trabajo, al que nos aplicamos y que podría llamarse superficial, y esa es la verdad, pues no se pretende nada diferente: lo esencial es escuchar y conocer modismos o muletillas con las que a diario nos topamos en la vida. Y asombrarnos de la falta de lógica, o de sensatez al emitir algunas expresiones idiomáticas que no son precisas y que, por el contrario, no tienen nada que agregar en beneficio del idioma. Después de todo, entre más precisión, mejores resultados se obtienen. Para iniciar, cuándo nos encontramos con alguien nuestra primera pregunta es: «¿Qué hubo?» ¿Y eso qué significa? Varias respuestas podrían surgir de ese primer enunciado: -Ha sucedido algo, tiene usted alguna noticia, le duele la cabeza, necesita qué le ayude, algún problema, en fin… Eso es lo que yo puedo colegir. Mejor se podría empezar con el saludo: «Buenos días, o buenas tardes, me alegra saludarlo». O si quiero generar sarcasmo, o empatía: «Para mí es un honor saludarlo en una mañana tan fría” … y con una sonrisa de oreja a oreja. Y esto último ¿qué es? Una sonrisa no se le niega a nadie, pero afirmar que «de oreja a oreja». Vaya, tendremos que ser el hombre caucho, o un desbaratado para intentar desquiciada acción. ¿En qué le puedo servir? Es la frase usual en cualquier dependencia oficial, o privada de nuestro país. Y qué responde el interesado: «En muchas cosas»; si quien esgrime esta última frase se da a la tarea de mostrarse apacible, sonrisueño, o interesante, es con el ánimo de hacer reír, o de generar expectativa, para que así lo atiendan bien… Pero, casi siempre, son los demasiados trámites y por eso el usuario, por lo regular, llega con cara de revolver; y he ahí que el pueblo permanece de mal genio. Y el pueblo permanece de mal genio. Volviendo al recibimiento de la empleada, mejor qué responda, muy al estilo de la protagonista en la película “La tentación vive arriba”, con todo el sentimiento y dulzura… «Dispuesta a servirle en lo que sea»… cualquiera y bien motivado dará propina al saber que le será resuelta su petición. Se destaca que hemos venido a servir. Quien acuda a mí, o yo a él, nada qué hacer: o me ayuda, o le sirvo. No hay tiempo para pensar en los términos poéticos de aquel vate que escribió: “Cuando un forastero encuentra a un extraño en la calle: O lo mata, o le pregunta algo”. Así no podemos hacer una democracia perfecta. Otra: ¿Qué pena me da? Con cincuenta años quien pronuncia esta frase y todavía sintiendo pena. Qué falta de seguridad, de autoestima, de coraje, valentía, etcétera… «Regálame un minutico por favor». Afán por todos lados, el tiempo es oro, no entremos en discusiones, hablé rápido, sea conciso; sólo que alguien con su inteligencia verbal necesita hilvanar una respuesta que le permita comunicarse mejor, pero: “Es al grano, al grano”, pues a cualquiera se le salta la piedra. Entonces la oratoria quedó olvidada: sólo, monosílabas y palabras escasas y todo porque el mundo corre… «No mames», dicen en Méjico cuando se da a entender que es fatal o demasiado insolente, o no se le tiene como serio; una porquería de circunstancia o de personaje. «Y casi siempre la embarra». Mejor que no hubiera nacido porque le ladran que “Ensucia todo lo que toca”. Por acción o por omisión. Y le agregan que “En muy pocas ocasiones hace o dice algo digno de aplauso o de felicitación”. Y “No vale siquiera un peso», le rematan. Y con esta devaluación de nuestro peso colombiano, mejor dicho, ‘regalado es caro». Pobre el ser humano a quien se le endilga este «epíteto», como quiera que lo buscado es despreciarlo y por eso en medio de un conato de pelea fácilmente el desgraciado responde que «al hombre se le mata y no se le humilla». Vainas y modismos y muletillas que no le hacen nada bien al idioma ni al pueblo ni ayudan a las relaciones humanas. Dejémoslo ahí para no volvernos mamones. Y mejor que entre el diablo y escoja para que se entienda de una vez y por todas que antes de querer aprender inglés, o francés, o alemán, o chino, o ruso (líbrame Dios de este galimatías), lo fundamental para conocernos como raza, o pueblo, o nación: dominemos nuestro idioma nativo, pues también se sabe que alguien dijo que es el lenguaje perfecto para hablar con Dios.
Marzo 29 de 2023.