Washington. News Press service. Las crisis no son ninguna novedad para las pequeñas empresas de los países en desarrollo. La inflación, las restricciones crediticias y la volatilidad de las divisas a menudo ponen a prueba la capacidad de millones de propietarios de emprendimientos para navegar en aguas turbulentas. Tal era la situación de P&P Marroquinería, una fábrica de artículos de cuero fundada hace 30 años en Bogotá (Colombia).
Pero a principios de 2020, cuando comenzaron a llegar noticias sobre el coronavirus, su propietaria, Pastora Fajardo, no podía imaginar los desafíos y la extrema incertidumbre que enfrentaría la empresa. Muchos clientes cancelaron pedidos, y la fábrica tuvo que cerrar temporalmente para evitar la propagación del virus.
«Cada mes parecía una eternidad», dijo Fajardo en referencia a las múltiples interrupciones provocadas por la COVID-19, que obligaron a la empresa a reducir a la mitad su plantilla de 60 personas.
Casi un año después del inicio de la pandemia, prácticamente todas las empresas del mundo se han visto afectadas por la COVID-19, a menudo a través de varios factores simultáneos. En promedio, las ventas de las empresas cayeron un 27 % entre octubre de 2020 y enero de 2021 respecto de los niveles previos a la pandemia, después de hundirse un 45 % de abril a septiembre, según un reciente análisis del Banco Mundial basado en las encuestas realizadas a más de 120 000 empresas en más de 60 países (PDF, en inglés). Pero el desempeño ha sido muy variable, incluso dentro de un mismo país o sector.
La evaluación es la primera de esta magnitud que se lleva adelante en tiempo real mientras se desarrolla la crisis. Las encuestas tienen como objetivo observar el impacto de la pandemia en el desempeño de las empresas. Ayudan a comprender las estrategias de ajuste de las compañías y a orientar las políticas que implementan como respuesta los Gobiernos y las instituciones multilaterales. Esta iniciativa, cuyos resultados pueden consultarse a través de un panel (i), se apoya en la convicción de que la formulación de políticas basada en datos será clave para orientar la recuperación.
Los datos muestran que en realidad durante la pandemia, en un número considerable de empresas (alrededor del 20 % durante los primeros meses y hasta un 34 % en los meses siguientes) las ventas se mantuvieron iguales o aumentaron. Por otro lado, el 25 % de las compañías más afectadas registró una caída en las ventas del 72 % en los primeros meses de la pandemia y del 50 % en los siguientes.
Estas diferencias se explican por varios factores. Las empresas de los países más afectados por la COVID-19 han tenido peor desempeño, al igual que las de sectores gravemente perjudicados por la pandemia, como el de la hostelería. El análisis también muestra que las empresas pequeñas sufren mucho más. Sin embargo, incluso entre las compañías de igual tamaño y de un mismo sector y país, las diferencias son enormes: por ejemplo, en Senegal, seis firmas minoristas con 10 empleados mostraron en la misma semana caídas en las ventas que van del 10 % al 100 %.
Efectos negativos y desiguales
En algunas empresas, las gerencias han sido más ingeniosas para buscar nuevas fuentes de ingresos o reinventar sus negocios: por ejemplo, trasladaron sus ventas a Internet o comenzaron a ofrecer productos diferentes. En el caso de los exportadores, algunos cambiaron un conjunto de clientes por otro.
Fajardo, de P&P Marroquinería, dijo que los cambios en los productos y la adopción de una plataforma de venta por Internet ayudaron a limitar la caída de las ventas en 2020 a un 35 % respecto del año anterior. Un mes después de que se dieran a conocer los primeros casos de coronavirus en Colombia, P&P ya había enviado 10 000 mascarillas a un cliente de Canadá. Asimismo, agregó a su línea de productos bolsas de compras, accesorios para oficinas en el hogar y mochilas más pequeñas. Los artículos de cuero se ofrecen ahora en un sitio web.
«Siempre estamos atentos a lo que está pasando, y nuestra experiencia nos ha ayudado a adaptarnos con rapidez», señaló Fajardo.
Según el análisis del Banco Mundial, a medida que los Gobiernos reduzcan la asistencia y el acceso al financiamiento se vuelva más limitado, será aún más necesario que las empresas se mantengan al día frente a las condiciones siempre cambiantes.
En Costa Rica, la pandemia ha puesto a prueba la capacidad de innovar de Paradise Ingredients, empresa líder en el procesamiento de puré de banano.
En 2019, para diversificarse más allá de las materias primas, la compañía invirtió en la producción de bebidas dirigidas al mercado de cruceros. En vista de que la COVID-19 devastó este sector, la compañía tuvo que cambiar de rumbo rápidamente, a pesar de la incertidumbre y la retracción de la demanda general.
«Empezamos a trabajar con los distribuidores para llegar a otros puntos de venta», dijo Hugo Chaves, director comercial. La estrategia ha dado sus frutos. La empresa entró en nuevos países con su puré de banano (entre ellos Israel y Nueva Zelandia) y amplió su presencia en mercados bien pagos, como Japón. También comenzó a vender bebidas directamente a los consumidores a través de Internet.