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La Opinión
Por Mario Arias Gómez
Frase del excéntrico Javier Milei (53 años), -economista, docente, populista outsider de ultraderecha, electo presidente de la agujereada, devastada, caldeada Argentina, Frankestein postulado por el partido: ‘La Libertad Avanza’, amante de los perros, fanático de los Rolling Stones; burdo, malhablado, agresivo, prepotente, radical, zafio, apropiadamente llamado: ‘Trump bonaerense’, innegable gemelo del atroz, desafiante, detestable, retorcido, perverso, incontenible republicano semejante -igualmente- a Bolsonaro y a Johnson, proclamado por Trump: ‘salvador’ que restaurará la grandeza gaucha.
Melenudo que el 19 de noviembre arrasó por 11 puntos porcentuales, al peronista-kirchnerista, Sergio Massa, del ‘Frente de Todos’, despectivamente apodados: “zurdos de mierda”; “parasitaria casta, chorra (ladrona) e inútil”; “recua infecta de truhanes y malandrines”. A partir de mañana -10 de diciembre-, el ilusorio nuevo despertar de Argentina se convertirá en un infierno, por voluntad de los citados, satanizados zánganos -encarnizados, acérrimos enemigos- que detestan a Milei.
Nada hay entonces qué celebrar, tomado en cuenta que se suma un Congreso hostil que Milei no controla, dominado por el ávido, enseñoreado kirchnerismo, que ha engordado, enriquecido, medrado a la frondosa sombra oficial, vilipendiados por Juan-pueblo que les dio la espalda, opositores que harán lo indecible por imposibilitar la gobernanza, el ajuste institucional. Tras la gobernabilidad le será imposible al presidente construir alianzas con personas a las que ha despreciado públicamente.
Embrionario germen, motor, combustible que, más temprano que tarde desatará proféticas, incontrolables algazaras; juego predecible cuando ambos bandos juegan con dados trucados y cartas marcadas. Milei, suelto de huesos, calificó de “imbécil” al Papa Bergoglio, “representante del maligno en la Tierra”, que siempre está -agregó- “parado del lado del mal”. Aseguró -previamente- que al país “le iría mejor sin gobierno”; descalifica la “justicia social”, las “ayuditas”, “subvenciones”, “subsidios” con las que el oficialismo ha mantenido cerradas las hambrientas bocas de los sin trabajo, horizonte, futuro.
Milei, aclamado por los bulliciosos, contumaces, domesticados jóvenes, asqueados con los politiqueros, proclives al servilismo, habilitados electoralmente desde los dieciséis años, instrumentalizados por el enigmático, contestatario fetiche que los electrizó con la narrativa de choque, comprometido con la destrucción del statu quo, del que serán copartícipes las “fuerzas bajadas del cielo”, dado que la guerra no se gana acumulando soldados. Delirante ardid compartido por los jóvenes que remolcaron a sus padres, volcándose a las urnas, procediendo a intimar a sus compañeras con “violarlas por feminazis”.
Nación en cuidados intensivos, sin memoria respecto al “nunca más” dictaduras que provocaron forzadas desapariciones, el ritual -semanal- de las consternadas madres/abuelas de la plaza de mayo, que buscaban a sus hijos y nietos. Miseria, terror, extrapolados a Colombia, rebautizados: ‘falsos positivos’, que Petro se comprometió a reivindicar con la Comisión Internacional de Justicia, que las inconsolables madres de Soacha continúan esperando, cumpla.
Fastuosa Argentina, que alguna vez fue un pedacito de Europa, del primer mundo en América, azolada por la corrupción, inseguridad -imparables-; el crecimiento exponencial de la pobreza extrema; la asfixiante hiperinflación (142 % anual), la moneda sin valor; reservas negativas; monumental déficit comercial, donde solo prosperan los términos: arbitrariedad, astucia, ilegalidad, impunidad, injusticia, trampa.
En su primer discurso a “todos los argentinos”, Milei dejó de lado el farragoso, trasnochado lenguaje incluyente; anunció: “la reconstrucción comienza mañana, nuestro compromiso es con la democracia, el comercio libre, la paz. Vamos a trabajar codo a codo con las naciones libres”. “Los partidos se han beneficiado de la pobreza, ignorancia, estupidez grandilocuente enquistados mediante un estéril populismo”, mudado al anacrónico neoliberalismo pautado.
A vuelapluma relaciono los anunciados remedios: Dolarización de la economía; reducción drástica del gasto, tamaño del Estado, de los fondos de pensiones y jubilaciones; privatización de los entes públicos, eliminación de los ministerios (de 18 a 8); flexibilización del régimen laboral, la tenencia de armas; cierre del Banco Central (fundado en 1935). No al aborto; a la educación de género e identidad. Si a la venta de órganos. Terapia de ‘shock’ sin espacio para la gradualidad.
“¿De qué salto al vacío hablan, si ya tocamos fondo?”.
“En mi gobierno no habrá marxismo cultural”. “No pediré perdón por tener pene”. “Si de mi dependiera cerraría el Ministerio de la Mujer”. La porfiada vicepresidenta, Victoria Villarruel -tanto o más impugnable- pone en duda los excesos pasados del régimen militar (1976-1983).
La relación con Colombia, pinta calva, luego del helado pullazo -latente y operante- de Petro que luego quiso enmendar -tardíamente-; burlona mueca que pervivirá en la memoria del temperamental mandatario. Ojalá el remedio no resulte peor que la enfermedad.
Amanecerá y veremos.
Bogotá, D.C. 09 de diciembre de 2023