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FMI
En las próximas décadas, el mundo deberá afrontar importantes transformaciones estructurales, desde la inteligencia artificial hasta el cambio climático, pasando por los cambios demográficos y la proliferación de políticas industriales.
La función de supervisión del FMI (sus importantísimos controles de la salud económica de los países miembros) puede servir de mapa y de brújula. Su análisis de estos importantes cambios puede orientar marcos de políticas más sólidos para ayudar a los países a resistir los shocks y aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento. Pero, así como los países deben evolucionar y adaptarse, también lo debe hacer la supervisión del FMI.
El FMI ya ha enfrentado desafíos en el pasado y ha demostrado su capacidad para cambiar. En ocasiones, el FMI ha sido criticado con razón por su asesoramiento en materia de políticas o por centrarse estrictamente en algunos ajustes de políticas a expensas de otros.
Sin embargo, ha aprendido lecciones y ha promovido el aprendizaje entre pares para respaldar un buen asesoramiento en materia de políticas, a veces con más éxito que en otras.
En esencia, el FMI es una institución de aprendizaje.
El primer cambio clave en la supervisión del FMI se produjo tras el colapso del sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos. Esto motivó cambios en el Convenio Constitutivo del FMI en 1978, que ampliaron su mandato más allá de las políticas cambiarias para incluir políticas monetarias, fiscales y financieras.
El FMI se dio cuenta de que esas políticas tenían un impacto en la estabilidad interna y externa en el nuevo sistema de acuerdos de tipos de cambio flotantes.
Un segundo hito clave fue la serie de crisis de la cuenta de capital que se produjeron en los años 1990 y principios de los años 2000. A la devaluación de México en 1994 le siguieron crisis en Asia oriental (1997-98), Rusia (1998), Brasil (1999), Turquía (2001), Argentina (2002) y Uruguay (2003).
Estas crisis impulsaron al FMI a agudizar su vigilancia del tipo de cambio y del sector financiero, a desarrollar modelos de alerta temprana y a centrarse en la sostenibilidad de la deuda y en el análisis de los balances sectoriales.
Las crisis de la cuenta de capital demostraron que los mercados carecían de información suficiente (tanto en términos de datos como de las intenciones de las autoridades en materia de políticas) para tomar decisiones informadas sobre cuándo y dónde invertir.
Por lo tanto, los mercados tendían a reaccionar exageradamente a cualquier noticia negativa, lo que precipitaba una carrera hacia la salida y una crisis monetaria autocumplida.
En consecuencia, el FMI hizo hincapié en que, además de proporcionar datos oportunos para permitir una vigilancia eficaz por parte del Fondo, los países miembros debían difundir públicamente los datos (en particular sobre las reservas extranjeras del banco central) y adherirse a las normas de transparencia en materia de políticas monetarias y fiscales.
El FMI también trató de profundizar su comprensión de la dinámica de las crisis, considerándolas como una combinación de una vulnerabilidad subyacente (normalmente un desajuste entre moneda, vencimiento o deuda y capital) y un factor desencadenante específico de la crisis, que podría ser interno o externo (económico, financiero o político).
En 2001, el FMI desarrolló el Ejercicio de Vulnerabilidad para identificar los riesgos macroeconómicos de corto plazo de un país. Este ejercicio se ha actualizado periódicamente y abarca a la mayoría de los países miembros en diferentes niveles de ingreso.
Durante la década de 2000, el FMI actualizó y amplió su vigilancia en el contexto de crecientes desequilibrios macroeconómicos globales, cuando los superávits de cuenta corriente (en su mayoría) asiáticos coincidían con el déficit de cuenta corriente de Estados Unidos.
El Fondo afinó sus herramientas analíticas para la vigilancia del tipo de cambio, entre otras cosas desarrollando un modelo para analizar las valoraciones de las monedas en un contexto explícitamente multilateral.
Deficiencias importantes
A pesar de estos avances significativos, la crisis financiera mundial de 2008-2009 reveló importantes deficiencias en la supervisión del FMI. Como reconoció el FMI en 2009, “la supervisión subestimó significativamente el riesgo combinado entre sectores y la importancia de la retroalimentación y los efectos de contagio del sector financiero”.
En respuesta, el FMI introdujo informes sobre los efectos de contagio para las llamadas cinco economías sistémicas (China, la zona del euro, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos), que posteriormente pasaron a adoptar un enfoque más temático centrado en cuestiones clave de contagio.
También introdujo un requisito de análisis explícito de los riesgos en las consultas del Artículo IV. Y, dada la velocidad con la que los acontecimientos en el sector financiero podían desencadenar y propagar crisis, el análisis de la estabilidad financiera se integró de manera más sistemática en la supervisión.
En 2010, las evaluaciones periódicas en el marco del Programa de Evaluación del Sector Financiero pasaron a ser obligatorias para los países con sectores financieros de importancia sistémica.
De este modo, el enfoque de la supervisión del FMI se amplió para incluir políticas relacionadas con la estabilidad interna y de la balanza de pagos de los países miembros, así como la estabilidad mundial a través de los efectos de contagio.
La supervisión del FMI en pocas palabras
El FMI realiza controles periódicos de la situación de las economías de sus miembros a través de las “consultas del Artículo IV” o de la supervisión bilateral. Como parte de este proceso, que también se lleva a cabo a nivel mundial y regional, el FMI trata de identificar posibles riesgos y recomienda ajustes de política adecuados para mantener el bienestar económico, es decir, sostener el crecimiento económico y promover la estabilidad financiera.
Durante un proceso típico del Artículo IV, el personal técnico del FMI evalúa los principales acontecimientos económicos, analiza las respuestas de política previstas por las autoridades nacionales (y las posibles repercusiones de las políticas) e informa al Directorio Ejecutivo, con lo que aplica las opiniones, la experiencia y el asesoramiento colectivos de la comunidad internacional a los desafíos económicos y financieros que enfrenta el país miembro.
A través de su supervisión bilateral, el FMI busca complementar las opiniones de las autoridades nacionales y agregar valor aportando una perspectiva técnica externa, basada en la experiencia de distintos países.
El FMI también promueve la estabilidad económica y financiera mundial mediante su supervisión multilateral. Monitorea la evolución del sistema económico y financiero mundial, analiza los efectos de contagio transfronterizos en las economías sistémicas, promueve el intercambio de información y ofrece asesoramiento en materia de políticas.
Durante la última parte de la última década, el FMI adaptó aún más la supervisión en respuesta a las críticas de que no adaptaba suficientemente su asesoramiento en materia de políticas a los distintos países miembros.
En 2020, el FMI introdujo el Marco Integrado de Políticas, que considera conjuntamente las políticas monetarias, cambiarias, macroprudenciales y de gestión de los flujos de capital y sus interacciones entre sí y con otras políticas.
Este marco se utiliza para evaluar las políticas implementadas por los países y calibrar el asesoramiento del FMI en consecuencia. De este modo, el FMI se ha centrado más en recomendaciones específicas y granulares en el análisis bilateral, respaldadas por el análisis de las circunstancias específicas de cada país.
Los informes multilaterales emblemáticos también ofrecen ahora análisis y recomendaciones diferenciadas para países de diferentes grupos de ingresos, complementados con perspectivas económicas regionales que ofrecen asesoramiento específico sobre los principales desafíos de política que enfrenta cada región geográfica.
Mayor resiliencia
Más recientemente, la supervisión del FMI ha tenido que hacer frente a una combinación de una pandemia que se da una vez cada siglo, el aumento de las tensiones geopolíticas, nuevas guerras, fragmentación geoeconómica y un aumento de la inflación y las tasas de interés, junto con una perspectiva más lenta de crecimiento a mediano plazo, especialmente para las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Estos shocks han tenido un costo inconcebible en vidas y medios de subsistencia, y los países y las personas más vulnerables han sido los más afectados.
La mayoría de las economías de mercado emergentes han demostrado una resiliencia mucho mayor a esta reciente turbulencia que a la crisis financiera mundial. Unas políticas macroeconómicas y financieras sólidas y unas instituciones sólidas, en consonancia con las recomendaciones del FMI, contribuyen en gran medida a esa resiliencia.
De cara al futuro, las prioridades inmediatas de supervisión del FMI son ayudar a todos los países miembros a lograr una desinflación sostenida, implementar una consolidación fiscal adecuada, salvaguardar la estabilidad monetaria y abordar los sobreendeudamientos pospandémicos y las vulnerabilidades del sector financiero.
En vista de la baja productividad y el deterioro de las perspectivas de crecimiento a mediano plazo, la supervisión del FMI está elaborando asesoramiento en materia de políticas para revitalizar el crecimiento y, al mismo tiempo, preservar los avances logrados con esfuerzo durante décadas de integración económica mundial.
Sin embargo, para que la supervisión del FMI ayude eficazmente a los países miembros a sortear las transiciones emergentes, es necesario seguir trabajando.
Para ello es necesario realizar análisis macroeconómicos específicos y brindar asesoramiento en materia de políticas, en estrecha coordinación con otras instituciones internacionales pertinentes.
En el ámbito del clima, el Fondo adoptó una estrategia en 2021, lo que refleja el creciente reconocimiento de la amenaza que supone el cambio climático para el crecimiento y la estabilidad financiera.
Desde entonces, el Fondo ha logrado avances importantes en la integración de las cuestiones climáticas en su análisis multilateral y su vigilancia bilateral.
Mientras tanto, la inteligencia artificial presenta una oportunidad prometedora para la cooperación internacional, tanto para maximizar los beneficios como para gestionar los riesgos asociados.
Un conjunto de principios globales para el uso responsable de la IA podría lograrlo. En este sentido, también la supervisión del FMI puede ayudar a anticipar los impactos macroeconómicos, identificar efectos indirectos y promover respuestas políticas prudentes.
A medida que más países adoptan políticas industriales para mejorar la competitividad en un mundo más fragmentado, la supervisión del FMI ha evaluado los efectos económicos de esas políticas y analizado sus efectos indirectos transfronterizos.
Esas políticas suelen causar más daño económico que beneficio, desencadenan represalias que reducen los beneficios netos y pueden ser aprovechadas por intereses especiales (Ilyina, Pazarbasioglu y Ruta 2024). En esta área de supervisión, como en todas las demás, el FMI debe seguir desempeñando el papel de un implacable comunicador de la verdad.
Por supuesto, será difícil que los países afronten todos estos desafíos sin estrategias de crecimiento inclusivo.
En un contexto de creciente brecha en los niveles de ingresos dentro y entre los países, es urgente revertir las tendencias decrecientes de la productividad y el crecimiento.
Hemos propuesto un marco para priorizar y secuenciar las reformas macroestructurales a fin de acelerar el crecimiento, aliviar las disyuntivas entre políticas y apoyar la transición verde en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (Budina y otros, 2023).
El documento muestra que priorizar la eliminación de las restricciones más restrictivas a la actividad económica podría impulsar los efectos sobre la producción mundial en alrededor de un 4% en tan solo dos años.
Nuestro trabajo sobre la integración de la perspectiva de género en la vigilancia muestra que reducir las brechas de género en los mercados laborales y el acceso a la financiación rinde grandes dividendos para el crecimiento y la estabilidad.
Búsqueda de la prosperidad
Los últimos 80 años de supervisión del FMI han ofrecido algunas ideas valiosas. Una evaluación sólida de las políticas económicas es fundamental para ganar credibilidad y apoyo entre los responsables de las políticas.
La supervisión debe mantenerse a la vanguardia y anticipar los problemas que amenazan la estabilidad interna o externa, incluidas las repercusiones de las políticas de países sistémicamente importantes. Esto se debe a que las políticas correctas requieren tiempo para identificarlas, implementarlas y surtir efecto.
La esencia de la supervisión es su agilidad y capacidad de respuesta a la diversidad de los miembros del FMI.
En un mundo cada vez más fragmentado e incierto, la función de supervisión del FMI es aún más crucial. No se trata sólo de salvaguardar la economía, sino de unirnos a todos en la búsqueda de un futuro próspero en una economía global dinámica pero estable. De ese modo, la supervisión del FMI seguirá siendo un bien público global esencial y valioso.