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BOGOTÁ. mayo 2023. News Press Service. Al norte, en lo más norte de la Colombia continental, está el cabo de la Vela y ahí, entre el desierto de La Guajira y el mar Caribe, se encuentra Jepirra, un lugar sagrado para la comunidad indígena wayuu; para ellos, este es el sitio en el que descansan las almas de los difuntos, pero en los próximos años podría convertirse en Astrolabio, el parque eólico costa afuera de la empresa española BlueFloat Energy.
Para los wayuu, la muerte es parte de la vida y no se desvincula del territorio. Si Jepirra no existiera, sus almas estarían penando en lugares que no son propios, lugares ajenos; morirían y se quedarían en cualquier ciudad donde su corazón pare de latir, quedarían deambulando sin descanso.
Entonces, esta comunidad se debate entre el desarrollo nacional y vagar por la eternidad, pues con el aclamado potencial energético de La Guajira (donde se encuentra el cabo de la Vela), esta se convierte en una región bandera para la transición energética, de la que Colombia quiere ser líder internacional.
De acuerdo con la ‘Hoja de ruta para los Parques Eólicos costa afuera’, elaborada por la empresa londinense Renewables Consulting Group en asociación con el Banco Mundial y el gobierno británico, la costa Caribe del país cuenta con un potencial estimado de 109 gigavatios (GW) de energía eólica costa afuera, es decir, cuando el parque está en el mar, frente a la costa y no en tierra firme.
Incluso “al considerar varias limitaciones ambientales, sociales y de otro tipo, el análisis revela que hay áreas de exploración de desarrollo de aproximadamente 50 GW en potencial acumulado”, esto es tres veces la capacidad instalada de generación que tiene Colombia actualmente, que es de 17,5 GW.
En este promisorio horizonte para unos, existe un camino lleno de dudas para otros, que cuestionan el impacto de este tipo de infraestructuras en el encanto natural, espiritual, étnico, turístico y socioeconómico de territorios como el cabo de la Vela y cómo pueden verse afectados, por ejemplo, los apalaanchi (habitantes del litoral dedicados a la explotación de recursos costeros) y la comunidad indígena que, debido a la aridez del territorio, tradicionalmente ha derivado su sustento de palaa (la mar), la venta de artesanías y el turismo.
El antropólogo Weildler Guerra Cúrvelo, un conocedor de la cultura wayuu, muestra sus reparos sobre los proyectos de energía eólica offshore, o costa afuera, que se están montando en la Alta Guajira, especialmente con el parque Astrolabio. Guerra Cúrvelo deja saber que los lugares sagrados, que son ininteligibles para el wayuu, como Jepirra, deberían estar a salvo de esa clase de proyectos.