
Recientemente, la administración Trump anunció la extensión del periodo de gracia para la implementación de los aranceles recíprocos hasta el 1° de agosto, otorgando más tiempo para avanzar en las negociaciones comerciales.
Los aranceles han sido una herramienta clave del enfoque comercial de Trump, utilizados como mecanismo de presión, sanción o protección económica, según los objetivos políticos, diplomáticos o macroeconómicos de su administración.
La reactivación del aumento arancelario a partir del 1° de agosto acentuaría las tensiones globales y debilitaría las bases del sistema multilateral de comercio.

Bogotá, julio de 2025. News Press Service. El alivio otorgado a los países incluidos en la lista de los aranceles recíprocos, implementados inicialmente el 2 de abril en el aclamado “Día de la Liberación” y reducidos temporalmente al 10% una semana después por parte de la segunda administración del presidente estadounidense Donald Trump, está próximo a llegar a su fin.
La pausa de 90 días, concebida como una ventana para negociar nuevos acuerdos con los socios comerciales, debía expirar el 7 de julio. No obstante, la Casa Blanca anunció recientemente que el incremento arancelario será postergado hasta el 1° de agosto, extendiendo así el periodo de gracia frente a la imposición plena de las medidas.
Durante esta prórroga, el presidente Trump envió cartas arancelarias a varios países, anunciando las nuevas tasas recíprocas que regirán desde el 1° de agosto, justificadas como un intento por “nivelar el terreno de juego” ante supuestas condiciones injustas en el comercio internacional.
Algunos aranceles se mantuvieron respecto a los del 2 de abril, mientras que otros se ajustaron sin mayor explicación. El caso más notable fue Brasil, cuyo arancel subió del 10% al 50%.
A México se le impuso un 30%, pese a no haber sido incluido inicialmente por enfrentar ya una tarifa del 25%, salvo para bienes del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Para la Unión Europea el arancel se elevó del 20% al 30%.
Las cartas también incluyeron mensajes políticos. Por ejemplo, a México se le exigieron mayores esfuerzos fronterizos en materia de seguridad; a la Unión Europea se le invitó a producir sus manufacturas en el territorio norteamericano; y a Brasil se le reprochó el juicio al expresidente Jair Bolsonaro por su participación en el intento de golpe de estado de 2022-2023.

Estas acciones se enmarcan en una estrategia más amplia que ha caracterizado el enfoque comercial de Trump desde su primera administración.
En efecto, los aranceles han sido utilizados no sólo como herramienta económica, sino también como instrumento multifuncional de política exterior.
Estas medidas proteccionistas han operado bajo tres lógicas distintas, según los objetivos que se intenta lograr. En primer lugar, los aranceles han sido empleados como mecanismo de presión en procesos de negociación, con el propósito de aumentar la capacidad de influencia de Estados Unidos y facilitar la firma de nuevos acuerdos comerciales, como ocurrió con el Acuerdo de Fase Uno entre Estados Unidos y China.
En segundo lugar, se han configurado como un instrumento punitivo, utilizado para sancionar a países incluso por razones ajenas al comercio, dada la discrecionalidad con la que puede modificarse la estructura arancelaria.
Finalmente, la administración Trump ha recurrido a los aranceles como herramienta para alcanzar objetivos macroeconómicos, como la protección de industrias nacionales estratégicas, la reducción del déficit comercial y el aumento de los ingresos aduaneros.

En este orden, la reactivación del aumento arancelario a partir del 1° de agosto tendría efectos económicos relevantes dado que podría elevar los precios al consumidor en Estados Unidos, afectar las cadenas globales de suministro e introducir mayor incertidumbre para la inversión, en un contexto de debilitamiento del dólar a nivel mundial.
Para los países afectados supone un deterioro en sus condiciones de acceso al mercado estadounidense.
En conjunto, esta estrategia del gobierno norteamericano refuerza una visión altamente proteccionista que, si bien busca beneficios políticos y comerciales a corto plazo, también acentúa las tensiones globales y debilita las bases del sistema multilateral de comercio.
ANIF