News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Murió un futbolista. Brillante. Único. Excepcional. Un recuerdo: entrenando con la número cinco. Haciendo cabriolas; la redonda lo sigue. Él la somete. A su capricho. La sube, la baja, en la cabeza duerme, sobre su muslo golpeando su redondez; ella enamorada, feliz, hipnotizada; la música suena, toda una sonata, el estadio lleno. Como una serpentina la esférica se ilumina cuando el astro la sacude, cuando el jugador la acaricia, cuando el ser humano la invita: él la seduce, ella lo permite; son dos, pero forman un solo destello. Fuiste grande, y el universo te recordará por siempre. Ya eres inmortal, Diego Armando Maradona. Y sólo te debemos agradecimientos, alegrías; ahora nos despedimos del artista, del talentoso futbolista al que siempre admiramos; por su inspiración en el terreno de juego, por la casaca diez, por la magia que hizo brotar cuando sus botines y su inteligencia lo permitieron; por sus goles, por su amor al fútbol. El mundo no sale de su asombro. Tristeza profunda. Diego Armando Maradona, hasta luego.
Argentina y el planeta entero llorarán por ti. Paz en su tumba.
25. XI. 20.