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Banco Mundial
Elia Gómez muestra con orgullo un manojo recién cortado de papas. Es una de sus cosechas más recientes y la primera desde que un proyecto de agricultura inteligente e irrigación llegó a su comunidad en el Chaco boliviano; una región de tierras cálidas y semiáridas.
“Me emociona porque es la primera vez que siembro papas”, dice Elia, con una tímida sonrisa dibujada en su rostro, pero con un gran optimismo por las futuras cosechas ahora que cuenta con sistemas de riego en sus tierras. Elia Gómez, agricultora en el Chaco boliviano
En su comunidad no siempre fue así. Las sequías, regularmente y de forma creciente, han afectado estas tierras y a sus pobladores. No solo la falta de insumos, sino también la ausencia de riego confiable y los altos precios de la energía eléctrica han provocado bajas cosechas y escasez de alimentos.
La historia de Elia es, por ahora, afortunada. Sin embargo, así como en el Chaco, millones de latinoamericanos aún sufren de inseguridad hídrica. Hoy, 150 millones de personas viven en áreas con gran escasez de agua, y el cambio climático está empeorando esta situación.