News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
Especular significa querer dar en el blanco, pero a veces, y para apuntar mejor. se visualiza, apelando a la fantasía, y porque vivimos inmersos en un planeta donde cada cual halla justificación y excusa, y donde al enfrentarnos con la incertidumbre, a diario la realidad nos da miedo, es por eso que inventamos y soñamos para refrescar la mente y los egos, aunque ya cansados de conductas estrafalarias, o mansas, el término que deseamos rescatar ahora nos llena de motivos, es decir “soñar no cuesta nada»; y de ahí que, por inercia nos dedicamos a la aventura: soñar para hallar tranquilidad, o estar tranquilos para soñar, da lo mismo. Sucedió, un siglo atrás, con sesenta más hacia la modernidad. Fue en Inglaterra. Una pelota, dos arcos y hombres jugando a meterla. Todos pensando en el hueco. Ganaron unos y perdieron otros. Y las emociones fueron creciendo, como el pan que luego de salir del horno, es más grande y delicioso. Así mismo aparecieron los hinchas. De varios sabores, cremas y colores. Y todo venía bien, sólo que cuando se atravesaron los caramelos repetidos (el billete), la cuestión se torció un poco, sólo un poco, aunque suele ser demasiado, por lo regular. Equipos, miles. Unos tejiendo un fútbol fino y los demás, como el bosque, lleno de troncos. Anotando goles unos se enriquecieron y los mediocres se quedaron, como un país tricolor, esperando un goleador. Después de siete partidos sin anotar en la valla contraria, pues nadie se salva del ostracismo. Han pasado los días. Se perdió y aún no pasamos el trago amargo. De todos los torneos importantes a Locombia nos eliminaron, y para completar, la violencia se recrudece como en el partido Cortuluá versus Cali. Antes, una componenda que nos hizo llorar a mares: Llaneros se vendió y permitió que el Ciclón Bananero llegará a la máxima categoría, para vergüenza, de nuestro balompié. Sin contar con el Fifagate que cobró una cabeza importante en la tierra de Macondo. (Aún falta que rueden otras). Nada queda en un país azotado por el narcotráfico y la corrupción. Habrá que buscar nuevos cantos de sirena y tal vez el honor se pueda recuperar. En este momento queremos iniciar un nuevo periplo con un nuevo entrenador a bordo, pero si no prescindimos de las estrellas trasnochadas nada quedará en pie. Saquemos a esos jugadores que se las tiran de betseller y afiancemos a esos que tienen hambre y sed de gloria. Ahí están Carrascal, Sinisterra, Montero, Llinás, Yaser Asprilla, Ruiz y compañía. Y si Lorenzo lo prefiere, calle también con esos jóvenes, y su inédito y arrollador juego, al lenguaraz y soberbio calvo periodista que a punta de medias verdades nos quiere enredar la pita. (Ja, tendré que estar muy aburrido, para ocuparme de patán y soberbio comunicador) … Puede que el hombre tenga razón, pero esa urticaria suya, pulgosa y purulenta, nos tiene al borde del colapso. Mejor dicho: Lorenzo, haga lo que se le dé la gana, pero necesitamos resultados, lo demás es lo mínimo. Lo grandioso es ganar y clasificar al otro mundial, así se multiplicarán los hinchas y la vida volverá a la «normalidad». Después de todo, los griegos decían que la historia es cíclica. Y pa’llá vamos, a llorar como la lechera. Pero ya, ni leche hay, porque las conocidas tienen mezclas de polvo y las otras, con la impronta de vacas masajeadas, cuestan mucho… nos volveremos a ver de nuevo en noviembre, ojalá con otro equipo que puede ser Puerto Rico, para que nos levanten a bate limpio. Jueves, octubre 6 de 202