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CNN
Germán Padinger
El conflicto entre israelíes y palestinos es uno de los más antiguos y persistentes en el mundo, y la actual guerra entre Israel y Hamas constituye el último capítulo de una crisis que tiene en el centro la idea de un Estado palestino.
Pero ¿existe el Estado palestino? La respuesta es compleja.
Primero, la historia
El territorio de lo que constituyen hoy Israel, Gaza y la Ribera Occidental ha estado durante siglos bajo el control de imperios y grandes potencias, desde los macabeos y los romanos, hasta los árabes, los otomanos y, por un breve tiempo, incluso de Napoléon.
A comienzos del siglo XX, formaban parte del imperio Otomano, pero luego de su caída, posterior a la Primera Guerra Mundial, quedó, con los límites actuales, bajo el control del imperio Británico.
Durante este Mandato británico de Palestina que se inició en 1920, la población judía comenzó a crecer –en línea con la Declaración de Balfour de 1917, con la cual el Reino Unido apoyo que se estableciera en Palestina el hogar del pueblo judío– y estallaron las tensiones con los árabes, especialmente tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La ONU y la guerra
La recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1947 un plan de partición de Palestina en dos territorios destinados a un Estado judío y otro árabe. Se trata del origen de la llamada «Solución de dos Estados», que buscaba poner fin a las tensiones entre ambos pueblos.
El Estado de Israel se creó en 1948, el mismo año en el que el Reino Unido dejó la región y dio por terminado su Mandato, pero no hubo creación de un Estado palestino sino una guerra iniciada por Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Iraq.
Israel ganó esa guerra y consolidó su independencia, mientras que Gaza quedó bajo el control de Egipto y la Ribera Occidental bajo el de Jordania. No se fundó ningún Estado árabe en estos territorios.
La situación se complicó aún en más en 1967, cuando Israel lanzó un ataque preventivo sorpresa contra Egipto, Siria y Jordania (la llamada Guerra de los seis días), y luego de su triunfo ocupó Gaza y la Ribera Occidental, quedando la población árabe bajo su control.
La ONU, refrendando su plan de 1947, condenó esta ocupación y llamó a la salida de los israelíes de ambos territorios.
Los estadistas israelíes David Ben-Gurion y Yitzhak Rabin dirigen a un grupo de soldados junto a la Cúpula de la Roca, en el Monte del Templo, durante un recorrido por la victoria tras la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967. (Crédito: Hulton Archive/Getty Images)
Luego, en 1973, Egipto y Siria fueron los que atacaron por sorpresa a Israel durante la festividad judía de Yom Kipur, dando inicio al más duro conflicto bélico entre árabes e israelíes.
Tras fuertes combates en el Sinaí y los altos del Golán, Israel también se impuso en esta guerra, pero a un alto costo político interno y en vidas, y el conflicto abrió las puertas a las negociaciones con Egipto, que llevarían a su reconocimiento de Israel en 1979 a cambio de recuperar territorios perdidos en guerras anteriores.
Un año después de esa guerra, en 1974, la ONU le otorgó el estatus de observador en la Asamblea General en representación de los palestinos a la Organización de Liberación Palestina (OLP), una red de grupos palestinos que se oponían a Israel liderada por Yasser Arafat.
Siguieron décadas de tensiones y violencia entre Israel y los palestinos en estos dos territorios, que culminarían en la llamada Intifada Palestina, un levantamiento contra la ocupación israelí iniciado en 1987.
Los acuerdos de Oslo
Luego de que Egipto reconociera a Israel en 1979, una nueva etapa de negociaciones y diálogos comenzó en la región, y el avance más importante hacia la creación de un Estado palestino ocurrió en 1993, con la firma del primero de dos acuerdos entre la OLP e Israel, con mediación de Estados Unidos.
El entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, observa cómo el primer ministro de Israel, Yitzhak Rabin, a la izquierda, y el líder de la OLP, Yasser Arafat, se dan la mano el 13 de septiembre de 1993 en la Casa Blanca tras la firma de los Acuerdos de Oslo.
Los acuerdos de Oslo, por la ciudad en Noruega donde fueron negociados, establecieron una hoja de ruta clara para la creación de un Estado palestino: se estableció el Gobierno Autónomo Palestino (GAP), una entidad de gobierno limitado que comenzó a administrar los territorios de Gaza (de donde Israel se retiró en 2005) y la Ribera Occidental a partir de 1994, y se celebraron por primera vez elecciones presidenciales y legislativas en 1996.
El GAP se convirtió en el primer gobierno palestino, pero bajo control israelí. Para ello se creó un esquema de áreas dentro de la Ribera Occidental: en el área A, conformada por las principales ciudades palestinas ocupando un 20% del territorio, el GAP ejercía el control total; en el área B, el GAP controlaba los asuntos civiles y de gobierno, pero Israel participaba del control de la seguridad, también en un 20% del territorio; y en el área C, la más despoblada y extensa con un 60% del territorio, Israel retenía todo el control.
Sin embargo, los acuerdos de Oslo no cumplieron con las expectativas y el camino de los palestinos hacia la creación de un estado independiente se estancó a medida que crecía la violencia, incluyendo una segunda Intifada en el 2000, y proliferaban los asentamientos israelíes en territorios palestinos.
El primer ministro de Israel Yitzhak Rabin, uno de los firmantes de los acuerdos de Oslo, fue asesinado en 1995 por un extremista judío de extrema de derecha. Mientras que la figura de Yasser Arafat, firmante en representación del OLP, comenzó a perder influencia y su partido Al Fatah fue derrotado en las elecciones de 2006 por Hamas, el grupo extremista islamista que se encuentra ahora en guerra con Israel.
Análisis de la guerra entre Israel y Hamas 4:59
El triunfo de Hamas dividió políticamente a los territorios palestinos: Gaza, bajo el control del grupo islamista, y la Ribera Occidental, gobernada parcialmente por el GAP, complejizando aún más el proceso de creación de un Estado palestino.
Qué dice el derecho internacional
No existe un tribunal o ente con la capacidad de decir qué constituye un Estado y qué no. Por el contrario, el derecho internacional se nutre de los usos y costumbres, los principios del derecho y especialmente de los tratados y convenciones, entre otras fuentes y en un contexto dinámico y cambiante.
Sin embargo, hay cierto consenso, siempre sometido a debate, sobre los elementos que un Estado debe incorporar, y en la Carta de las Naciones Unidas de 1945, en sus artículos 3 y 4, deja en claro que solo los Estados pueden ser miembros.
¿Pero qué se entiende comúnmente por Estado?
De acuerdo con la Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados de 1933, tomada como referencia y registrada por la Sociedad de las Naciones –antecesora de la ONU–, un Estado debe incluir lo siguiente:
El presidente del Gobierno Autónomo Palestino, Mahmoud Abbas, en Ramallah el 11 de octubre de 2009. En las imágenes de la bandera aparecen Abbas y el difunto líder palestino Yaser Arafat. (Crédito: ABBAS MOMANI/AFP via Getty Images)
¿Cumplen los territorios palestinos con estos criterios?
Aunque existe una población palestina permanente, el territorio basado en la partición de 1947 está afectado por la ocupación y los asentamientos, el Gobierno está dividido en los dos territorios, y en el caso del Gobierno Autónomo Palestino en la Ribera Occidental, éste está fuertemente limitado por la presencia de Israel, que incluso recolecta impuestos en su nombre.
Y aunque tanto Hamas como el GAP mantienen relaciones con otros Estados, estas están también limitadas por Israel.
«Es objeto de controversia si el Estado de Palestina tiene un gobierno suficientemente efectivo y un territorio definido para ser considerado un Estado de acuerdo con las definiciones clásicas del derecho internacional», consideró Robbie Sabel, profesor de derecho en la Universidad Hebrea de Jerusalén en un artículo de 2022.
Sin embargo…
A pesar de la delicada situación jurídica de los territorios palestinos, en 2012, la Asamblea General de la ONU le otorgó a la Autoridad Nacional Palestina el estatus de Estado observador, un reconocimiento implícito de su condición de Estado, al que sumó en 2014 la Unión Europea.
En total, 138 países votaron en 2012 a favor de reconocer a Palestina como un Estado, 41 se abstuvieron y 9 votaron en contra: Estados Unidos, Palau, Panamá, Nauru, Micronesia, Islas Marshall, República Checa, Canadá e Israel.
Un guardia de seguridad palestino frente a la bandera del Gobierno Autónomo Palestino, el 5 de noviembre de 2004, en Ramallah. (Crédito: ABBAS MOMANI/AFP via Getty Images)
El estatus de Estado observador en la ONU posibilitó, entre otras cuestiones, el ingreso en 2014 del Gobierno palestino en el Estatuo de Roma de la Corte Penal Internacional, que solo admite a Estados entre sus miembros.
Para Sabel, «se puede argumentar que el gran número de Estados y organizaciones internacionales que reconocen y tratan a Palestina como un Estado supera tales deficiencias (de gobierno y territorio). La cuestión de si Palestina es, en la actualidad, un Estado sigue siendo controvertida».
Por otro lado, en un artículo de 2021 del Journal of International Law and Politics de la Universidad de Nueva York, se argumenta que la decisiones de la ONU y la UE puede enmarcarse en un carácter constitutivo, aún si no cumple con las definiciones clásicas de Estado.
«En lugar de ceñirse a los requisitos estrictos y formales de la tradicional Convención de Montevideo, la mejor manera de elevar a una población que necesita desesperadamente protección jurídica es hacer hincapié en su derecho a la condición de Estado», señala el documento.
En la actualidad, la ONU y la Unión Europea reconocen a Palestina como un Estado, y 139 países mantienen relaciones diplomáticas, incluyendo Polonia, Hungría y Rusia, en Europa; Argentina, Brasil y Chile, en América Latina; China y Corea del Norte, en Asia; Sudáfrica, Angola y Nigeria, en África; y la mayoría de los países árabes.
Pero la cuestión no está cerrada y sigue siendo controvertida, y la reciente escalada de violencia solo podría complicar aún más el panorama.