News Press Service
Banco Mundial
Guangzhe Chen
Vicepresidente de Intraestructura
Un repaso rápido a los titulares nos permite ver lo que quienes trabajamos en el ámbito del desarrollo internacional ya sabemos: el mundo actual no se ajusta a las prácticas habituales. En tan solo unos años, el panorama global se ha transformado de una manera que muy pocos de nosotros jamás hubiésemos anticipado.
Los países en desarrollo son los más afectados por una avalancha de crisis. Múltiples desafíos —el cambio climático, el aumento de la deuda, la inflación persistente, las altas tasas de interés, la depreciación de las monedas, los conflictos y la inseguridad alimentaria— ponen en peligro la capacidad de las familias de conseguir alimentos, enviar a sus hijos a la escuela y enfrentar los desastres naturales.
La economía mundial, si bien se está recuperando, experimenta una desaceleración generalizada, con una inflación por encima de los niveles anteriores a la pandemia. Los responsables de formular políticas deben afrontar estos desafíos con cuidado, y con ambición y urgencia.
Un factor clave para revertir esta situación es lograr que fluya el capital, especialmente hacia los países en desarrollo, y que se destine específicamente a la infraestructura sostenible y de calidad.
Se necesita un cambio sustancial no solo en la forma en que construimos la infraestructura, sino también en la forma en que la financiamos. Las mejoras necesarias en infraestructura, para proporcionar servicios básicos y esenciales a millones de personas en todo el mundo, representan hasta un 4,5 % del PIB anualmente (i). Además, los países en desarrollo necesitarán USD 2,4 billones (i) anuales durante los próximos siete años para abordar tan solo los costos climáticos, los conflictos y las pandemias.
Aun en los momentos más favorables, ninguna entidad podría costear este precio. Durante décadas, la inversión del sector privado en infraestructura ha sido común, precisamente por esta razón. En nuestra base de datos anual sobre la participación privada en infraestructura (PPI) (i) se ha hecho un seguimiento de estos niveles de inversión a lo largo de más de tres décadas para ayudar a monitorear los avances e identificar oportunidades.
A partir de este inventario de datos, sabemos que desde el año 2000 hasta la pandemia mundial, el sector privado comprometió alrededor de USD 97 000 millones anuales (en dólares de 2021), en promedio, para proyectos de infraestructura en mercados emergentes y economías en desarrollo. La pandemia tuvo un gran impacto en la participación privada en la infraestructura, pero se observan tendencias hacia la recuperación alentadoras.
Los compromisos del sector privado destinados a proyectos de infraestructura alcanzaron los USD 91 700 millones para 263 proyectos en 2022, un aumento del 23 % en comparación con 2021. Este es el segundo año consecutivo en que se registra un incremento después de la caída en picada en 2020 durante la pandemia, cuando la inversión privada en infraestructura disminuyó un 52 % (i); y los niveles de inversión en 2022 sobrepasaron en un 4 % el promedio quinquenal anterior. El transporte continuó liderando la recuperación sostenida en 2022, y superó de manera considerable a otros sectores. Con una inversión total de USD 66 200 millones para 85 proyectos, el transporte representó el 68 % de la participación privada en infraestructura en 2022. Este aumento se puede explicar por una mayor inversión en obras viales, que históricamente han sido el principal subsector en los compromisos para transporte.
El sector de la energía también representó una proporción apreciable de la PPI en 2022, llegando a un total de USD 25 900 millones, esto es un aumento del 21 %.
En comparación con 2021, los compromisos de PPI aumentaron tanto en América Latina y el Caribe como en Asia oriental y el Pacífico: 16 % y 17 %, respectivamente. Asia meridional recibió un impresionante monto de USD 13 900 millones en 2022, el nivel más alto de los últimos 10 años, y más del 15 % de los compromisos totales.
A pesar de este gasto y de los signos de recuperación en curso, los niveles de inversión y el número de proyectos simplemente no son suficientes, y son desiguales entre las regiones y los países. En 2022, solo observamos 263 proyectos, en comparación con 380 antes de la pandemia. El 75 % de las inversiones se concentraron en cinco países: China, Brasil, India, Indonesia y Vietnam, que en conjunto obtuvieron USD 68 300 millones. La región de Europa y Asia central recibió el monto más bajo de compromisos de inversión privada en la última década. La desaceleración se debe principalmente a la invasión de Rusia a Ucrania; ninguno de los países informó ningún proyecto de PPI por primera vez en cinco años. En África subsahariana también se registró una disminución del 15 % en las inversiones en comparación con el promedio de los últimos cinco años.
Los inversionistas privados buscan oportunidades financiables para invertir en los mercados emergentes. El desafío consiste en lograr que este dinero se movilice, con un propósito. Aquí es donde interviene el Grupo Banco Mundial. Estamos trabajando diligentemente con nuestros países clientes para movilizar más inversiones en infraestructura, aprovechando recursos tanto privados como públicos.
Identificamos los obstáculos a la inversión privada y los abordamos creando instituciones sólidas, entornos propicios para los negocios y financiamiento innovador, incluidos proyectos para la reducción de riesgos, y otorgando garantías para aumentar la confianza de los inversionistas y movilizar el capital privado.
Nuestro enfoque polifacético incluye la utilización óptima del financiamiento en condiciones concesionarias para ayudar a crear mercados en ciertos sectores de la infraestructura, incentivar la inversión del sector privado y proporcionar fondos a los Gobiernos para que financien sus contribuciones en programas de alianzas público-privadas (APP).
A través de nuestra asistencia técnica y financiamiento para políticas de desarrollo, respaldamos reformas de políticas que facilitan el capital privado al identificar y abordar los obstáculos a la inversión, fortaleciendo al mismo tiempo los entornos normativos, legislativos, regulatorios e institucionales favorables.
Ayudamos a establecer marcos de APP propicios y con perspectiva climática y a crear carteras de proyectos de APP viables para inversiones de capital, mediante la estructuración de proyectos financiables. En algunos casos, proporcionamos financiamiento a los Gobiernos para subsanar las brechas de viabilidad con el fin de mejorar la asequibilidad y asegurar que existan APP financiables y eficaces y marcos subyacentes.
Además, establecemos conectores con el capital privado mediante la creación de un mercado de oportunidades de financiamiento para infraestructura con grado de inversión que proporcionarán a los inversionistas institucionales un mejor acceso y una mayor exposición a los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
Nuestro apoyo innovador e integral asegura que cada dólar de inversión en infraestructura respalde proyectos sostenibles y de alta calidad que maximicen el valor para los ciudadanos, la economía y el medio ambiente.
El financiamiento del sector privado puede realmente reconfigurar el panorama de la infraestructura en el mundo e influir en la transición energética. El Grupo Banco Mundial está desplegando todos los instrumentos posibles y trabajando con sus asociados para que esto ocurra.