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FMI
La economía de Arabia Saudita está experimentando una transformación, a medida que implementa reformas para reducir la dependencia del petróleo, diversificar las fuentes de ingresos y mejorar la competitividad. Este año marca una coyuntura importante como punto medio del ambicioso viaje de Arabia Saudita hacia la Visión 2030. Como se muestra en el último examen anual de la economía del país por parte del FMI, el progreso se ha reflejado más notablemente en el crecimiento no petrolero, que se ha acelerado desde 2021, con un promedio del 4,8 por ciento en 2022. A pesar de un menor crecimiento general que refleja recortes adicionales de la producción petrolera, los sectores no petroleros El crecimiento se mantendrá cerca del 5 por ciento en 2023, impulsado por una fuerte demanda interna.
La diversificación ha sido impulsada por mejoras en el entorno regulatorio y empresarial. Como resultado de un nuevo conjunto de leyes para promover el espíritu empresarial, proteger los derechos de los inversores y reducir los costos de hacer negocios, los nuevos acuerdos de inversión y licencias crecieron un 95 por ciento y un 267 por ciento en 2022, respectivamente. Además, el Fondo Saudita de Inversiones (PIF) ha estado desplegando capital, incluso para ayudar a estimular la inversión del sector privado.
Trazando el rumbo a seguir
El crecimiento no petrolero de la economía ha sido impulsado por una fuerte demanda interna, en particular la inversión privada no petrolera. Para mantener este desempeño es necesario aplicar políticas macroeconómicas sólidas y mantener el impulso de las reformas, independientemente de la evolución de los mercados petroleros.
Los desafíos futuros incluyen garantizar que los grandes proyectos generen retornos e impulsen la productividad, que son vitales para el crecimiento económico sostenido y ayudarán a diversificar aún más la economía. Es necesario continuar los esfuerzos en curso para fomentar un entorno más propicio para la innovación e invertir en habilidades de la fuerza laboral que complementen la agenda de diversificación. La racionalización de las tarifas e impuestos que enfrentan las empresas (particularmente a nivel local y urbano) impulsará aún más el desarrollo del sector privado. El creciente papel del PIF en la economía debería seguir estimulando la inversión del sector privado. Por último, un seguimiento y una evaluación rigurosos pueden ayudar a minimizar los riesgos de las intervenciones específicas y las políticas industriales, garantizando que dichas políticas (que no sustituyen a reformas estructurales más amplias) logren los beneficios previstos.