News Press Service
Por Elías Prieto Rojas
La sociedad de consumo invita, seduce, exige, glorifica, pero también manipula y extorsiona, al convertir, y en instantes, a seres frágiles en portentosos ídolos; sólo que también destruye, aunque el mensaje de los medios de comunicación es convincente: aliarse con el vencedor para exhibirlo ante el mundo como un ser invicto e indestructible; he ahí el problema. Esfuerzo que prima, la disciplina, el sacrificio y la tenacidad. Y existen seres humanos quienes se preparan para ser campeones. Y eso está bien. Pero (el pero filosófico): todos los individuos de cualquier tipo y condición, se exponen al canto de sirena, a la adulación, porque eso también forma parte de la fama. Cualquiera compite y busca llegar primero, pero, y son demasiados, a quienes no les importan los medios, sino el fin, porque quieren ganar a cualquier precio: fuerza bruta, o astucia llevada a su máxima expresión, engaño, la mentira, el doping… Y entonces hasta se mata, o se calumnia para degradar al rival. Y no debería ser así. Juego limpio. Esa debe ser la norma, la ética, la solidaridad. Por estos días un futbolista del Corinthians perdió cuatro dientes producto de un brutal choque. Y otros se levantan a cabecear en el área y aterrizan en el área con sus cabezas reventadas y sangre y puntos y otros mueren en el ring por salvajes golpizas y el comentarista de turno ladra: «brillante patada en el rostro y un ojo cae al tinglado» y algunos deportistas mueren de infarto en el terreno de juego, y otros renuncian a jugar béisbol porque quieren pasar más tiempo con sus hijos… Y practicar una disciplina deportiva es lícito y agradable, pero no implica matarse ni hacer daño a otros. Recuerdo ahora el rodillazo sucio y cochino del lateral colombiano Camilo Zúñiga a Neymar que lo marginó a este último de un mundial. Señoras y señores: practiquen cualquier deporte. Es bueno por las razones que ustedes ya saben. Y ojalá tengamos miles de campeones. Pero no le tumbemos los dientes al rival ni lesionemos a otros. Ganar es importante, pero también ya Jorge Luis Borges lo dijo: «La tristeza del perdedor es superior a la gloria del vencedor». Entonces habrá que reconocer la derrota y felicitar al ganador. Que no lo vaya olvidar nadie; ni siquiera el poderoso señor del gran país del norte.
9. XI. 20