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Los países de la UE están atrapados entre la urgencia de contener la subida de precios y hacer frente a la recesión económica. La zona euro se ve especialmente afectada por este dilema, ya que se espera que el Banco Central Europeo suba los tipos de interés el jueves para evitar un tsunami inflacionista.
La tarea del BCE es aún más difícil, debido a los diferentes niveles de inflación de las principales economías de la zona euro. La subida de los tipos de interés no puede ser selectiva. Es una medida monetaria colectiva, independientemente de la tasa de inflación real de cada país.
Pierre Jailleet, economista de Iris y el Instituto Jacques Delors destaca:«Nosotros (la zona euro) tenemos una sola política monetaria frente a 19 políticas fiscales/presupuestarias ineficientemente coordinadas y con orientaciones diferentes. La ruptura entre las diferentes medidas de apoyo económico a la población ha demostrado una enorme diferencia (de políticas de control de precios) incluso entre los grandes países. Hemos hablado de los 200.000 millones de euros que ha destinado Alemania. Incluso Francia destinó importantes sumas desde el año 2021. Sin embargo, todas estas políticas no se han coordinado a nivel europeo.
La descoordinación de las políticas económicas es el talón de Aquiles del euro frente a otras grandes economías como la estadounidense, donde la coherencia entre la política monetaria y las medidas presupuestarias son más eficaces para luchar contra los riesgos de recesión.
El Índice de gestión de compras S&P es un indicador eficaz de las actividades de compra de las empresas; por debajo del umbral del 50% es una mala señal, ya que significa que las empresas están empezando a ahorrar dinero, los tiempos difíciles son inminentes. Las empresas y las personas empiezan a perder ingresos por el aumento de los costes de los productos básicos.
André Sapir del Instituto Bruegel, señala:«Podemos discutir cómo distribuir la pérdida de ingresos entre las diferentes categorías de la población y tratar de proteger a los hogares con menores ingresos. Eso también significa que las rentas más altas tienen que aceptar que hay una pérdida de ingresos, no podemos compensar vía gasto público a todos y cada uno de los individuos o estamentos de nuestra economía».
El sostenimiento del consumo por parte de los gobiernos podría suponer una carga extra para los presupuestos del Estado e inflar las deudas públicas que ya están en tensión desde la crisis de la pandemia. La política tendrá que encontrar el cóctel económico perfecto para afrontar la resaca.