News Press Service
“Buenas tardes. Un saludo revolucionario
a todos los colombianos, especialmente al pueblo catatumbero. Hoy nos encontramos acá, en el centro de Tibú,
prestándoles seguridad. Somos fuerzas especiales de combate urbano del frente
33 de las Farc-Ep”.
Este fue el mensaje –a través de video– que envió
el 14 de julio un hombre cubierto con un pasamontañas y que portaba un uniforme
verde oliva, un brazalete con el tricolor nacional y un fusil.
A su lado, cuatro uniformados más, armados
y ubicados frente a la alcaldía de Tibú, en Norte de Santander. El video se
hizo viral generando preocupación por la situación de seguridad en la zona de
frontera.
El diario EL TIEMPO contactó con pobladores de
Tibú para conocer su situación y la problemática de la región, marcada por la
presencia de cultivos ilegales.
De acuerdo con el rotativo, la población civil
vive en medio de la zozobra por la presencia de los grupos ilegales que se
disputan el control de la zona, presionan actividades asociadas al cultivo de
hoja de coca y encuentran en la compleja frontera una oportunidad para evitar
la persecución de las autoridades
“Para nadie es un secreto que vivimos de sembrar la palma, pero sobre todo la mata de coca”, aseguró un hombre, de 32 años, que vive en la zona y, como la gran mayoría, pidió no ser identificado.
Dijo que hace más de 15 años la coca se convirtió en la única opción laboral, “uno termina la primaria, aprende lo básico, a leer y sumar, y entra a la secundaria, ¿para qué? Eso para ustedes que viven en las grandes ciudades, aquí la cosa es otra”, puntualizó.
De hecho, el Sistema Integrado de
Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de Naciones Unidas detectó en 2020
40.084 hectáreas sembradas con matas de coca en Norte de Santander, lo que
constituye la mayor concentración de narcocultivos del país y del mundo.
De manera extraoficial, las autoridades calculan
que hoy en ese departamento se encuentran entre 45.000 y 50.000 hectáreas con
matas de coca.
“Yo pasé la frontera porque aquí pagan
bien, las oportunidades laborales son pocas y la economía gira entorno a cortar
la hoja, lo que se conoce como raspachín, uno se gana entre 40.000 o 50.000
pesos diarios, que para uno viniendo de Venezuela es una fortuna”, señaló otro joven, que lleva tres meses por el
lado de La Gabarra, a unas dos horas de Tibú.
Ese potencial para la producción de la
pasta base de coca o el clorhidrato de cocaína es el que hace de esta región
una bomba de tiempo, y es la que se disputan las redes de narcos como las
disidencias del frente 33, bajo el mando de ‘Jhon Mechas’, el Eln, lo que
quedan de ‘los Pelusos’ y unas pequeñas facciones del ‘clan del Golfo’.
A esa conclusión llega el analista y experto en
temas de seguridad en Norte de Santander Wilfredo Cañizales, quien le dijo a
este diario que la porosa frontera con Venezuela facilita el accionar delictivo
no solo relacionado con el narcotráfico, sino también con “la extorsión, el secuestro, el
contrabando, incluido el de hidrocarburos”.
Cañizales dijo que en el casco urbano de Tibú,
hace unos dos años, se conformaron unos grupos denominados milicias urbanas que
han intentado suplantar a la autoridad, pese a que hay fuerte presencia del
Ejército y la Policía.
Y así quedó evidenciado con el video en
el que se observó, al parecer a los mismos hombres que estuvieron frente a la
alcaldía, patrullando los billares y la zona nocturna de Tibú.
“Estaban armados y pedían que la gente se
identificara. Uno qué hace, pues caso”, dijo una madre de familia, que señaló: “A veces uno se los
encuentra en una esquina, como verificando el tráfico, pero les advierten que
viene el Ejército o la Policía y se van”.
De igual forma, aseguró que son constantes los hostigamientos contra la estación de policía, lo que genera zozobra entre los habitantes. “¿Que por qué no me voy? Porque nací aquí, esta es mi tierra y está nuestra vida”, puntualizó.
El Tiempo