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BANCO MUDIAL
Imagine una granja eólica a gran escala que produce electricidad limpia a toda velocidad. Al mismo tiempo, una ciudad en expansión, cuyos consumidores e industrias están ansiosos por alimentar sus computadoras y maquinarias. Suena ideal. Pero ¿qué pasa si esta energía no puede transmitirse fácilmente desde las turbinas eólicas a todos los que la necesitan? Los hogares, las empresas y las economías se ven afectados.
Como administradoras de las redes eléctricas del mundo, las empresas de suministro son clave para lograr los dos objetivos de la transición hacia la energía limpia: descarbonizar la oferta y la demanda de electricidad y, al mismo tiempo, suministrar luz eléctrica a casi 700 millones de personas de todo el mundo que aún no tienen acceso a ella.
Esta tarea monumental exige empresas de suministro financieramente sostenibles que puedan movilizar nuevas inversiones para modernizar las redes y gestionar las necesidades cada vez más complejas de los clientes.
Sin embargo, las empresas de suministro y las redes eléctricas que gestionan se encuentran en apuros en numerosos países en desarrollo. Una nueva base de datos del Banco Mundial revela que menos del 40 % de las empresas de suministro generan ingresos suficientes para recuperar sus costos de operación y cumplir con el servicio de sus deudas, lo mínimo para la sostenibilidad financiera.
La combinación de costos elevados del suministro, bajas tarifas, pérdidas altas en la transmisión y distribución de electricidad y deficiencias en materia de planificación perpetúan ciclos de desempeño insatisfactorio.
Esto conduce a una falta de inversión y una mayor dependencia de los subsidios gubernamentales, lo que a la larga ejerce presión sobre los presupuestos nacionales y deja a muchos consumidores sin la posibilidad de acceder a energía confiable.
Los emplazamientos adecuados para las fuentes de energía renovable, como los parques eólicos y solares, suelen estar lejos de las ciudades, por lo que se requieren más líneas de transmisión para distribuir la energía renovable a los clientes.
Pero la distancia no es el único factor que complica la situación. La energía eólica y solar puede variar de una estación a otra, incluso de un minuto a otro. Para manejar esas caídas y subidas, se debe actualizar la infraestructura existente.
Las empresas de suministro también deberán realizar mayores inversiones en la gestión de volúmenes más altos de los recursos de energía distribuida, como la energía solar en los techos, que cada vez más clientes utilizan para abastecer de electricidad a sus hogares y vender el excedente de electricidad a las empresas de suministro.
Esto exigirá cuantiosas inversiones de capital, principalmente del sector privado. Pero el acceso al financiamiento privado sigue siendo limitado y costoso para muchas empresas de suministro en los países de ingreso bajo y mediano.
Debido al alto costo del capital, las estimaciones del Banco Mundial indican que el costo de descarbonizar los sistemas eléctricos en los países de ingreso bajo y mediano es más de un 30 % más alto que en los países desarrollados.
Aunque estos desafíos son tremendos, no son insuperables. Nuestro nuevo informe,The Critical Link: Empowering Utilities for the Energy Transition (El eslabón crítico: Empoderar a las empresas de suministro para la transición energética) constituye un llamado a la acción dirigido a los responsables de formular políticas, los entes reguladores, las empresas de servicios públicos y las entidades de financiamiento.
Trabajando juntos, estas partes interesadas pueden crear empresas de suministro, capaces de enfrentar el panorama energético que cambia rápidamente y aprovechar las nuevas oportunidades para mejorar el desempeño de ellas.
El proceso de sentar las bases de las empresas de suministro sostenibles debe comenzar con los Gobiernos. Al elaborar políticas de apoyo y normas sobre la transparencia de las adquisiciones, pueden reducir los costos de las inversiones de las empresas al disminuir el riesgo para los inversionistas y agilizar el desarrollo de infraestructura.
Los entes reguladores, a su vez, deben asegurarse de que las empresas de suministro puedan recuperar costos razonables a través de las tarifas, y fomentar la inversión en redes eficientes y resilientes.
Incluso en países con políticas y regulaciones adecuadas, las empresas de suministro deben desempeñar su papel mejorando los procesos de facturación y medición, y adoptando mejores prácticas comerciales y tecnologías para generar confianza entre los clientes y los inversionistas.
Sin embargo, aun con estas medidas en vigor, lograr la transición energética generará costos adicionales para muchas empresas de suministro en los países en desarrollo.
Modernizar las redes eléctricas para integrar más capacidad de energía renovable es muy caro, y este alto costo contrasta con las pequeñas contribuciones de los países más pobres a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Esto significa que las entidades de financiamiento para el desarrollo desempeñan un papel crucial para compensar los costos incrementales de la transición mediante capital concesionarias para las empresas de suministro e instrumentos de mitigación de riesgos para los inversionistas privados.
Cuanto más se retrasen estos esfuerzos, más difícil será para las empresas suministrar electricidad asequible, confiable y sostenible a sus clientes.
La buena noticia es que las empresas de suministro bien gestionadas y reguladas que operan en entornos propicios podrán prosperar. Serán capaces de proporcionar luz eléctrica limpia y asequible que satisfaga las necesidades de una base de clientes en constante expansión y, al mismo tiempo, obtener un rendimiento razonable de la inversión.
Por el contrario, las empresas de suministro que no puedan recuperar sus costos, que operen en entornos normativos y regulatorios impredecibles y que carezcan de las capacidades administrativas y técnicas pondrán en riesgo los objetivos de descarbonización y acceso universal.
Nuestro nuevo informe cubre esta brecha, trazando un camino a seguir para ayudar a para mejorar la viabilidad de las empresas de suministro y alcanzar nuestros objetivos mundiales en materia de energía y desarrollo.