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Hecho en China: cuando los intereses de Estados Unidos y China convergieron para transformar el comercio global
Centrado en el período crucial de la década de 1970, Made in China de Elizabeth O’Brien Ingleson nos recuerda las raíces de las complejidades que aún están presentes en la relación actual entre China y Estados Unidos y en el comercio global en general.
La autora sostiene que la transformación del mercado chino y la relación entre las dos potencias fueron posibles gracias a tres factores interrelacionados: cultural, diplomático y económico.
El libro, que se ha investigado meticulosamente, describe cómo estos factores influyeron en cada país y en relación entre sí para responder a preguntas más amplias y fundamentales, no solo sobre por qué China convergió con el capitalismo estadounidense, sino también sobre por qué los capitalistas estadounidenses incorporaron a China a su visión del futuro.
El libro, repleto de anécdotas interesantes y novedosas, nos lleva a través de los primeros días de una relación comercial inestable que intentaba encontrar su equilibrio.
Intercaladas con observaciones más amplias sobre las relaciones políticas y diplomáticas de este período, se incluyen historias sobre importadores estadounidenses como Veronica Yhap, fundadora de Dragon Lady Traders, y su papel en la promoción de la “diplomacia de la moda”, un importante contribuyente, sostiene Ingleson, al deshielo diplomático y comercial entre los países.
También incluye relatos de las primeras Ferias Comerciales de Cantón, que ofrecen una perspectiva a través de la cual observar las luchas internas de China sobre el papel apropiado del comercio exterior, al tiempo que arrojan luz sobre cómo los empresarios estadounidenses veían a China durante ese período.
En este contexto, Ingleson ofrece observaciones agudas sobre las diferentes formas en que China y Estados Unidos incentivaron el comercio durante la normalización.
Henry Kissinger y el presidente Richard M. Nixon entendían el comercio como un mecanismo para facilitar la diplomacia, mientras que el presidente Mao Zedong lo veía como algo que sólo se lograría después de abordar cuestiones diplomáticas espinosas.
Esta es una explicación plausible de por qué el comercio entre las dos naciones comenzó a trompicones y sólo despegó una vez que sus respectivos intereses estaban más plenamente alineados. También destaca el enorme papel que puede desempeñar la diplomacia en la configuración de la trayectoria de la economía global.
Para cualquiera que siga las relaciones entre China y Estados Unidos hoy, muchos de los temas de Made in China le resultarán familiares. Entre ellos, el concepto maoísta de autosuficiencia —zili gengsheng— , cuya evolución es un tema al que Ingleson vuelve a recurrir a lo largo de su relato de este período .
Dadas las conmociones geopolíticas de los últimos años y las elevadas tensiones comerciales, este concepto vuelve a ser prominente en los documentos de política china, remontándose a los primeros días del acercamiento descritos en el libro.
Ingleson describe cómo los partidarios de la línea dura política y los llamados pragmáticos se enfrentaron por el papel de China en un panorama comercial y geopolítico en evolución.
De manera similar, Ingleson nos lleva de regreso a los primeros días de los esfuerzos de China por importar conocimientos tecnológicos, detallando la compra por parte del país de las plantas de fertilizantes de Kellogg en 1973.
Una cita de Lin Hujia, quien era entonces subdirector de la comisión de planificación estatal de China, expresó la decisión de seguir adelante con el acuerdo en términos que finalmente resultaron cruciales para la estrategia de desarrollo de China: “Deberíamos consumir 2 millones de toneladas métricas de trigo importado o comprar 10 plantas de fertilizantes químicos… creo que todos estamos de acuerdo en comprar las 10 plantas de fertilizantes”.
Ingleson describe la cautela inicial de los sindicatos estadounidenses ante las importaciones chinas (desde la aprobación de la Ley de Comercio de 1974 hasta la petición de cuotas de la Asociación de Fabricantes de Guantes de Trabajadores), otro hilo con importantes paralelos con la actualidad.
En definitiva, Ingleson concluye que las relaciones entre China y Estados Unidos convergieron en un momento en que ambos países se necesitaban mutuamente para alcanzar sus respectivos objetivos internos y estratégicos.
En un momento en que las tensiones entre China y Estados Unidos son particularmente tensas, Made in China nos recuerda que muchos de los desafíos de hoy no son necesariamente nuevos. Para los optimistas entre nosotros, esto puede ofrecer un rayo de esperanza para un escenario en el que cada país incorpore al otro en su respectiva visión del futuro.
Y, en este sentido, sería esclarecedor estudiar más a fondo cómo las tres fuerzas interconectadas (cultural, diplomática y económica) han seguido evolucionando en los últimos años.