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Por Elías Prieto Rojas
He leído tres veces Cien años de soledad y cada vez he quedado sonámbulo, desquiciado, como los personajes de la novela; todavía no me cabe en la cabeza que un mortal haya tenido semejante imaginación para ser tan atrevido; que juegue conmigo, que alborote mis sentidos, que ironice mis creencias y que de paso me inicie como filósofo sin proponerme una cavilación siquiera, más bien atropellándome con fantasías diversas, pura sangre infinita corriendo por entre puertas, calles y avenidas en medio de una procesión de angustias y dolores; yo estoy seducido con su prosa como sus demás y fanáticos lectores; hartos beneficios he encontrado con sus historias, he saboreado cada una de sus «torcidas narraciones», y hasta en ocasiones he querido darme en la cabeza (contra la pared quiero decir), por su truculencia y magia, por su arrogancia al mamarme gallo y por su irreverencia al hacerme creer que puedo ser el rey del mundo si atrapo el hielo entre mis manos; dónde podemos encontrar a un hombre catano y viejo amarrado a un árbol; o a esa Pilar Ternera damisela con la que sueño a diario en mis noches húmedas; (-oye Mauricio Babilonia, cuál es la seducción que esgrimes y también por qué te atreves a reconocer exquisitas serendipias; por qué aún te persiguen tus mariposas amarillas): no me digas que se quiebra de continuo, una y otra vez, y otra vez, y una más, tu espinazo por dedicarte a ver esa linda mujer desnuda (ah, es que las mujeres son muy hermosas), y Remedios La Bella te hipnotizó para siempre, y tu loco de contento y cuadripléjico como los demás habitantes de Macondo la vieron subir al cielo; Cien años de soledad ha sido llevada al cine; que enorme desafío para quienes son sus realizadores y ojalá sea una obra digna del séptimo arte.
Estará en la pantalla grande a partir del 11 de diciembre de este sacrosanto año del 24; y la esperamos con ansiedad; ojalá que de una vez y para siempre los pescaditos de Aureliano Buendía sigan siendo de oro; que no se volatilice su incienso…
9 de octubre de 2024.
