

Bogotá, septiembre de 2025. News Press Service. El más reciente informe Panorama de la Educación 2025 (Education at a Glance en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ofrece un balance preocupante sobre la situación educativa en Colombia.
Si bien el país ha avanzado en cobertura y en reducción de rezagos en educación básica y media, la educación superior enfrenta desafíos estructurales: baja tasa de graduación, alta deserción en los primeros años y un fenómeno paradójico en el mercado laboral, donde contar con más estudios no garantiza mejores oportunidades de empleo.
El informe de la OCDE revela que el nivel educativo mundial alcanzó su punto más alto: casi la mitad de los jóvenes de los países miembros ya cuenta con estudios superiores, y las mujeres lideran con mayores tasas de acceso y finalización frente a los hombres. Ahora, ¿está Colombia siguiendo las mismas tendencias de la OCDE?
El dato más preocupante para Colombia es el bajo nivel de finalización universitaria: solo el 16 % de los estudiantes se gradúa a tiempo y, todavía con tres años adicionales, la cifra apenas llega al 44 %, muy por debajo del promedio de la OCDE (70 %).
A esto se suma que el 22 % abandona en el primer año, frente al 13 % de la organización, reflejando deficiencias en orientación vocacional, escaso acompañamiento académico y dificultades socioeconómicas que limitan la permanencia estudiantil.

Asimismo, en la OCDE, la educación se traduce en menores tasas de desempleo: el 12,9 % de los jóvenes sin secundaria está desempleado, frente al 6,9 % de quienes la completan y apenas el 4,9 % de los universitarios. En Colombia ocurre lo contrario: el desempleo afecta al 10,3 % de quienes no tienen secundaria, sube al 12,1 % entre quienes la terminan y se mantiene en 11,2 % entre los que cursaron educación superior.
Esto evidencia que la inversión educativa en el país no garantiza mejores oportunidades laborales y plantea un reto para el mercado en la absorción de profesionales.
Aun así, la brecha salarial confirma el valor de la educación. En Colombia, quienes no completan educación secundaria ganan 30 % menos que quienes sí lo hacen, frente al 17 % en promedio de la OCDE.
Y mientras que un profesional en la OCDE recibe 54 % más que alguien con secundaria, en Colombia la diferencia asciende al 150 %. Estos datos muestran que, aunque la inserción laboral es limitada, la educación sigue siendo un motor de movilidad social, aunque con retornos desiguales y concentrados.
Desafortunadamente, la educación superior no es la única afectada, el informe también advierte que en Colombia persisten retos desde la educación básica y media: uno de cada cinco estudiantes de secundaria presenta un rezago de al menos dos años, la proporción de jóvenes sin secundaria, aunque bajó del 27 % en 2019 al 17 % en 2024, sigue por encima del promedio de la organización (13 %) y la carga académica es mucho mayor que en otros países (1.000 horas en primaria y 1.200 en secundaria frente a 804 y 909 en la OCDE), sin que ello se traduzca necesariamente en mejores resultados.
Sin lugar a dudas, estos datos evidencian la urgencia de replantear la educación superior en Colombia. El país enfrenta un sistema que exige grandes esfuerzos económicos a las familias, pero en el que los estudiantes desertan temprano, pocos se gradúan a tiempo y los profesionales no encuentran empleos acordes con su preparación.
Esta situación refleja no solo fallas puntuales, sino también problemas estructurales y subyacentes en la calidad, pertinencia y equidad del sistema educativo, que requieren una intervención de fondo.
El Gobierno Nacional y el Gobierno Distrital deben implementar políticas públicas efectivas que no se limiten a atender los síntomas, sino que apunten a resolver las causas profundas de la deserción, faciliten la graduación en los plazos previstos y fortalezcan la conexión entre la educación y el mercado laboral.
Solo abordando estas raíces será posible que la educación superior cumpla plenamente su promesa de movilidad social y desarrollo económico estable.