El Geólogo y científico costarricense, Allan Astorga Gattnes, actual CEO del Sistema SALVETERRA, llama la atención de la humanidad para proteger el planeta frente al Cambio Climático «Contamos con la capacidad tecnológica, científica y organizativa necesaria para iniciar una nueva etapa de restauración planetaria.
En ella, la economía debe orientarse hacia la regeneración de la naturaleza, no hacia su agotamiento. Avanzar hacia la restauración planetaria no es una opción idealista, sino la base lógica de un nuevo contrato entre la humanidad y la Tierra. Solo reconociendo esta interdependencia podremos asegurar el progreso humano sustentable que nos corresponde como civilización consciente».

News Press Service
Sistema Salveterra
Un debate que evoluciona
Las discusiones en torno al cambio climático han adquirido un lugar central en el discurso cotidiano. Sin embargo, con frecuencia se abordan de forma superficial, limitándose a hablar de la reducción de emisiones, la transición energética o la firma de compromisos internacionales.
Aunque estos aspectos son fundamentales, resultan insuficientes para enfrentar la complejidad del fenómeno. Voces influyentes, como la de Bill Gates, han señalado la urgencia de adoptar una perspectiva más integral. No basta con enfocarse en la disminución de gases de efecto invernadero; es necesario considerar la capacidad de adaptación, la restauración de los ecosistemas y la resiliencia de las sociedades humanas frente a los cambios en curso.
Bill Gates ha expresado: “Aunque el cambio climático tendrá graves consecuencias —sobre todo para los habitantes de los países más pobres—, no conducirá a la desaparición de la humanidad. La gente podrá vivir y prosperar en la mayoría de los lugares de la Tierra en un futuro previsible”. Este cambio de enfoque no implica abandonar la lucha contra el calentamiento global, sino reconocer que se trata de un problema más amplio, complejo y profundamente interrelacionado con el funcionamiento de la Tierra como un sistema viviente.
El planeta como un sistema interdependiente
La ciencia ha demostrado que el cambio climático es solo una manifestación de un desequilibrio más profundo: el deterioro de la Ecosfera terrestre. Componentes como la atmósfera, los océanos, los suelos, los bosques y la biodiversidad funcionan como partes de un sistema planetario interdependiente, el cual ha permitido que la vida y el clima estable persistan durante milenios. Cuando uno de estos elementos se ve alterado, los efectos repercuten en el resto.

Ejemplos como la deforestación en la Amazonia, la pérdida de suelos fértiles o la contaminación oceánica demuestran que no se trata de problemas aislados o locales, sino de signos de que el planeta está perdiendo su capacidad de autorregulación. En este contexto, centrarse únicamente en las emisiones de carbono equivale a tratar los síntomas (la fiebre) sin abordar la causa subyacente (la infección).
Europa y la paradoja del liderazgo climático
Europa ha ejercido un liderazgo destacado en materia ambiental y regulatoria, con políticas orientadas principalmente hacia la descarbonización. No obstante, este enfoque a veces deja de lado la complejidad global del problema.
Mientras el continente avanza con normativas más estrictas, muchas naciones del Sur Global enfrentan dificultades estructurales que complican la aplicación de políticas similares: pobreza, falta de financiamiento, degradación de ecosistemas y escasa planificación territorial.
Esta situación genera una paradoja: se demanda una acción uniforme a nivel mundial, pero no se proveen los mecanismos necesarios para equilibrar las diferencias de capacidades entre países. Así, algunas decisiones bien intencionadas pueden trasladar la presión ambiental a regiones que dependen de la explotación intensiva de sus recursos naturales para subsistir. Por tanto, la justicia climática y ecológica solo será posible mediante una arquitectura internacional que sea equitativa y coherente.
Es indispensable priorizar las acciones estratégicas con una visión planetaria y no local. Solo así se podrán ordenar las acciones que cada región del planeta debe tomar, siguiendo un criterio de lógica, racionalidad y sustentabilidad. Generar regulaciones sumamente estrictas en una región, mientras en otras regiones no se hace nada, puede resultar totalmente absurdo y producir resentimientos profundos con el objetivo principal.
Adaptación, restauración y planificación
El futuro de la humanidad dependerá de tres pilares estratégicos: la adaptación, la restauración y la planificación. Adaptarse no significa resignarse, sino fortalecer la resiliencia social frente a los cambios ya en curso. La restauración implica recuperar ecosistemas degradados, regenerar bosques tropicales, suelos y arrecifes, y devolver al planeta su capacidad natural de equilibrio y de auto-restauración.
La planificación —en sus dimensiones territorial, ambiental, económica y estratégica— es el instrumento que permite articular la adaptación y la restauración.
Alcanzar un planeta equilibrado no será resultado de decretos o acuerdos políticos, sino de una gestión inteligente del territorio (con acción local, pero de alcance global, planetario), basada en el conocimiento científico y en la integración de la naturaleza como eje central del desarrollo humano sustentable.
Un nuevo marco ético y civilizatorio
Más allá de las metas de reducción de emisiones, lo que está en juego es la relación fundamental entre la humanidad y la Tierra. La civilización humana ha operado bajo la premisa de que el planeta es una fuente inagotable de recursos, olvidando que nuestra existencia depende del equilibrio de sistemas que no controlamos.
El cambio climático es solo el síntoma visible de un desajuste más profundo: la desconexión entre el modelo económico vigente y las leyes naturales que rigen la vida. Restablecer esta conexión es un desafío tanto científico como moral, y exige reconocer que la prosperidad humana no puede construirse a costa de la degradación de los sistemas que proveen agua, alimentos, energía y estabilidad climática.
Esta reflexión nos lleva a un punto crucial del debate actual: aunque el cambio climático no nos extinguirá, sí contribuirá a hacernos mucho daño. Gates reconoce que el cambio climático tendrá graves consecuencias, aunque no nos extinguirá como humanidad.
Eso es correcto, pero el costo será muy alto. Los países más resilientes podrán soportar mejor el impacto. Por eso, es comprensible su argumento de que se debe dar prioridad a luchar contra la pobreza. No obstante, no debemos olvidar que el cambio climático, entendido como el aumento de la temperatura de la atmósfera y de los océanos, es solo uno de los nueve límites planetarios que diagnostican el equilibrio de la Ecosfera terrestre.
De esos nueve límites —entre ellos la pérdida de biodiversidad, la alteración del ciclo del nitrógeno y la contaminación química—, siete ya han sido transgredidos. Incluso, existe un punto de no retorno integral que se nos acerca cada día que pasa sin que tomemos acciones concretas.
Por todo ello es indispensable cobrar conciencia de la situación y hacer los ajustes correspondientes en la estrategia de acciones a tomar, como las que hemos planteado en SALVETERRA.info. Aunque algunos no compartan y hasta les moleste lo indicado por Gates, es valioso como llamado de atención a que deberíamos ser autocríticos y reconocer que la estrategia hasta ahora seguida debe cambiar.
Una alianza planetaria para la restauración
La humanidad necesita superar la lógica del “daño controlado” y avanzar hacia el restablecimiento activo del equilibrio planetario. Esto requiere la cooperación entre países, sectores y generaciones, así como una transformación de los valores que orientan nuestras decisiones colectivas.
Es indispensable tener una visión planetaria y tomar acciones de carácter global. Tomar acciones locales o regionales, pero sin un enlace planetario, no nos permitirá avanzar con la celeridad que necesitamos.
Hoy contamos con la capacidad tecnológica, científica y organizativa necesaria para iniciar una nueva etapa de restauración planetaria. En ella, la economía debe orientarse hacia la regeneración de la naturaleza, no hacia su agotamiento.
Avanzar hacia la restauración planetaria no es una opción idealista, sino la base lógica de un nuevo contrato entre la humanidad y la Tierra. Solo reconociendo esta interdependencia podremos asegurar el progreso humano sustentable que nos corresponde como civilización consciente.
