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Banco Mundial
Las señales han sido visibles desde hace años. Los ríos se están achicando, los lagos están retrocediendo y las sequías son cada vez más severas. El mundo está más desecado que nunca.
Pero hay buenas noticias, según la primera edición del informe de seguimiento hídrico global del Banco Mundial titulado La desecación continental: Una amenaza para nuestro futuro (i), que proporciona la evaluación más detallada hasta la fecha sobre la disponibilidad de agua dulce en el mundo.
Los nuevos datos disponibles y las imágenes satelitales mejoradas nos muestran dónde está desapareciendo el agua y ofrecen una gama de soluciones para las zonas amenazadas por la crisis hídrica. Los Gobiernos, los investigadores y las comunidades cuentan ahora con las pruebas que necesitan para anticiparse a los riesgos, diseñar respuestas específicas y planificar para un futuro más seco y variable. Eso es desarrollo inteligente, y constituye una oportunidad para salvaguardar los empleos y los ingresos, aumentar la productividad agrícola y proteger los recursos naturales.
La vista desde arriba da que pensar. Los satélites muestran que el planeta pierde 324 000 millones de metros cúbicos de agua dulce cada año. Puesto en contexto, se trata del flujo anual combinado de los ríos Danubio, Elba, Mosa y Rin, cuatro de los cursos de agua más grandes de Europa occidental.
También es suficiente agua para satisfacer las necesidades anuales de 280 millones de personas.
Las reservas mundiales de agua dulce han disminuido un 3 % cada año durante las últimas dos décadas.
Este descenso es mucho más marcado en las regiones con mayor aridez, alcanzando hasta el 10 % anual. Tal tendencia se está acelerando en gran parte de Asia, Eurasia, Norte de África y América del Norte.
El agua potable es un tipo de infraestructura básica que es esencial para la vida cotidiana, así como para la creación de puestos de trabajo y el crecimiento económico.

La escasez de este recurso socava el empleo, la producción de alimentos, la generación de energía y el comercio, y también pone en peligro la biodiversidad y aumenta el riesgo de incendios forestales y otros desastres.
Cuando los líderes mundiales se reúnan esta semana en Belém (Brasil) con ocasión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), sus conversaciones se basarán en los nuevos conocimientos sobre la crisis del agua, que pueden ayudar a los países a evitar los peores resultados posibles.
En nuestro nuevo informe de seguimiento se proporciona la evaluación más detallada hasta la fecha sobre la disponibilidad de agua dulce en el mundo.
Sobre la base de datos satelitales de la NASA y la Agencia Espacial Alemana de entre 2002 y 2024 —con una mejora de la resolución de 330 kilómetros a solo 25 kilómetros—, el estudio permite realizar análisis precisos hasta el nivel de cuencas fluviales y condados.
Además, proporciona soluciones. Los países pueden convertir la escasez hídrica en una oportunidad para un crecimiento más inteligente equiparando el uso del agua con la disponibilidad, modernizando los sistemas de riego, protegiendo los acuíferos y repensando el comercio agrícola.
Por ejemplo, el uso más eficiente del agua en la agricultura permitiría ahorrar hasta un 40 % del consumo mundial de agua, si se combina con normas y actividades de seguimiento eficaces.
Alinear la producción agrícola con áreas donde el agua es abundante y se usa de manera eficiente puede reducir la presión sobre los ríos, lagos y acuíferos.
En nuestro análisis se identifican tres estrategias para enfrentar la crisis de desecación: gestionar la demanda, aumentar el abastecimiento de agua y mejorar la asignación del agua.
Asimismo, se destacan cinco ejes transversales que pueden acelerar el cambio, e incluyen fortalecer las instituciones, reformar las tarifas y reorientar los subsidios, adoptar la contabilidad del agua, aprovechar los datos y las innovaciones tecnológicas, y valorar el agua en el comercio.
Por ejemplo, aumentar el abastecimiento de agua significa hacer más con lo que tenemos, ampliando la reutilización y el reciclaje, invirtiendo en la recolección de agua de lluvia, mejorando la infraestructura de almacenamiento y, cuando sea factible, utilizando la desalinización con el propósito de garantizar fuentes confiables para las regiones costeras o áridas.
Valorar el agua en el comercio implica analizar cuánta agua se utiliza para producir los bienes que los países compran y venden. Cuando los Gobiernos comprenden este uso del agua “oculto”, pueden tomar decisiones más inteligentes en materia de comercio y producción que ayuden a evitar el desperdicio de agua.
Para lograr avances reales, ofrecemos a los Gobiernos opciones para convertir estas nuevas ideas en acciones a través de sistemas de gestión que asignen y valoren el agua de manera inteligente, amplíen la reutilización y el almacenamiento, y garanticen que los incentivos sean una manera de recompensar la conservación.
Muchos países ya están mostrando lo que funciona: la contabilidad transparente del agua, los precios justos, las instituciones sólidas, y las tecnologías que hacen posible la reutilización y el monitoreo a gran escala.
La colaboración nos brinda los medios para actuar. Los líderes tienen ahora la oportunidad de transformar la evidencia en acción, asegurando que las generaciones futuras hereden un planeta más resiliente.
Este artículo se publicó originalmente en Devex (i).
