Una propuesta urgente para que la COP31 incorpore una visión más realista, justa y territorial de la acción climática global

Especial para News Press Service
By Científico Allan Astorga Gattnes
CEO Sistema Salveterra
La humanidad enfrenta uno de los mayores desafíos de su historia reciente: transformar un modelo económico y tecnológico construido durante más de 150 años sobre la base de los combustibles fósiles. La necesidad de reducir las emisiones y detener el calentamiento global es innegable y urgente. Sin embargo, la discusión pública y política ha simplificado en exceso la idea de la transición energética, presentándola como un proceso inmediato, lineal y universalmente aplicable.
La realidad es distinta: la economía global está profundamente estructurada alrededor del petróleo, el gas natural y el carbón mineral. Pretender una transición abrupta sin considerar la complejidad económica, geopolítica y social implicada no solo es ingenuo, sino potencialmente peligroso.
Este artículo no busca generar confrontación ni polémica, sino aportar una conversación honesta, científica y realista sobre la magnitud del desafío y la necesidad de replantear el enfoque global actual.
DEPENDENCIA HISTÓRICA Y ESTRUCTURAL
Desde finales del siglo XIX, los combustibles fósiles han sido la fuente fundamental de energía para el transporte, la industria, la agricultura, la producción de alimentos, la construcción y prácticamente todas las actividades económicas modernas. Su alta densidad energética, disponibilidad y bajo costo permitieron el desarrollo acelerado del mundo.
Incluso materiales esenciales como el plástico —pilar de la medicina moderna, la tecnología, el transporte, las comunicaciones y la cadena alimentaria global— dependen directamente del petróleo. No se trata solamente de combustible: se trata de la estructura completa que sostiene la vida contemporánea.
Por eso la transición energética no es simplemente sustituir una fuente por otra. Implica reemplazar la columna vertebral del sistema económico global.
LAS RENOVABLES: ESENCIALES, PERO AÚN INSUFICIENTES
Las energías renovables son indispensables para el futuro y su avance reciente es notable. Sin embargo, todavía no pueden reemplazar completamente a los combustibles fósiles. La energía solar y eólica dependen de condiciones climáticas variables y requieren almacenamiento masivo, una tecnología aún costosa y limitada. El hidrógeno verde es prometedor, pero su producción y transporte requieren una infraestructura gigantesca y aún inexistente en la mayoría del planeta.
La verdad científica es clara: hoy no existe un sustituto universal, accesible y estable que permita una transición total e inmediata sin colapsar la economía global. Y mientras el mundo siga necesitando acero, cemento, fertilizantes, transporte marítimo y aviación, la dependencia continuará.
EL EJEMPLO DEL AGRICULTOR: UNA REALIDAD ECONÓMICA INELUDIBLE

Para comprender esta realidad basta imaginar a un pequeño productor agrícola en África, América Latina o Asia que tras años de esfuerzo logra adquirir un tractor diésel. Si alguien le exige reemplazarlo por un tractor eléctrico, la pregunta es sencilla: ¿cómo lo paga?
Hoy, un tractor eléctrico puede costar desde 6.000 dólares en India hasta más de 100.000 dólares en Europa, cifras completamente fuera de alcance para millones de agricultores. Además, muchas zonas rurales carecen de redes eléctricas capaces de recargar maquinaria pesada.
Hablar de transición energética sin considerar la inequidad global es desconocer la realidad de la mayoría del planeta.
TIEMPOS REALES DE TRANSICIÓN
Si los países industrializados, con infraestructura avanzada y capital financiero, requerirán 20 a 30 años para reducir significativamente su dependencia de los combustibles fósiles, los países en desarrollo podrían necesitar 40 o 50 años o más. Y eso solo si hay cooperación internacional efectiva.
El Acuerdo de París fijó una agenda que abarca todo el siglo XXI porque reconoce que la transición será gradual, técnica y económicamente compleja. Es una transformación civilizatoria, no un ajuste tecnológico.
COMBUSTIBLES FÓSILES FINANCIANDO LA RESTAURACIÓN DEL EQUILIBRIO DE LA ECOSFERA TERRESTRE
Como parte de la propuesta del Sistema SALVETERRA® se señala la importancia de que los combustibles fósiles, en parte, financien la regeneración de bosques y suelos tropicales y su biodiversidad, cuya primera etapa implica el desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos ecosistemas boscosos tropicales.
Un gravamen a cada barril de petróleo o metro cúbico de gas o carbón mineral que se extraigan permitiría financiar la ralentización de incremento de dióxido de carbono en la atmósfera, por medio del uso de las herramientas que la naturaleza nos da: la fotosíntesis, la producción de oxígeno, la genética y la auto regeneración.
Los yacimientos probados de combustibles fósiles que hay en el mundo podrían empezar el financiamiento de esta etapa, mientras el mundo transiciona gradualmente hacia nuevas fuentes de energía.
Todo esto, mientras se atiende la restauración del equilibrio de la Ecosfera terrestre y el retroceso de los límites planetarios hacia condiciones más normales.
Invitamos a los lectores a profundizar en la Propuesta en www.salveterra.info.
HACIA LA COP31: UNA PROPUESTA NECESARIA
En el marco de la COP30 y mirando hacia la COP31, es urgente replantear el modelo de toma de decisiones climáticas globales. Las negociaciones han estado históricamente dominadas por representantes nacionales y diplomáticos, pero quienes realmente ejecutan acciones concretas sobre el territorio son los gobiernos locales.
En el planeta existen más de 10.000 gobiernos municipales, responsables directos del ordenamiento territorial, de la gestión de bosques, ríos, costas, suelos, infraestructura, seguridad alimentaria y desarrollo económico. Sin su participación, cualquier acuerdo climático queda reducido a declaraciones sin implementación real.
Por eso proponemos que:
La COP31 incluya formalmente a los alcaldes, líderes municipales y autoridades locales en la mesa de toma de decisiones estratégicas, no como observadores, sino como protagonistas de la acción climática real desde los territorios.
No se trata de que participen en negociaciones diplomáticas, sino en la construcción de estrategias operativas concretas, basadas en conocimiento científico aplicado al territorio.
El mundo no se cambia desde auditorios internacionales: se cambia desde los territorios donde la vida ocurre. A escala local, pero de desarrollo simultáneo con alcance de todo el mundo y con visión efectivamente planetaria.
LA PROPUESTA DEL SISTEMA SALVETERRA
Desde el SISTEMA SALVETERRA, estamos preparados para contribuir a este proceso y poner a disposición de los gobiernos locales herramientas científicas y operativas de planificación territorial para la recuperación de la Ecosfera terrestre. Nuestra metodología de terrazonificación con visión planetaria permite identificar qué zonas deben restaurarse ecológicamente, en cuáles puede desarrollarse producción regenerativa y en cuáles pueden ubicarse actividades humanas sin destruir ecosistemas críticos.
Nuestro compromiso es: formar, capacitar y acompañar a los líderes locales del planeta para que tengan la capacidad científica y técnica necesaria para restaurar millones de hectáreas, regenerar suelos, recuperar bosques, proteger la biodiversidad y construir desarrollo sustentable real.
Este enfoque permitiría pasar de declaraciones abstractas a resultados concretos y medibles.
CONCLUSIÓN
La transición energética no será rápida ni barata. Será larga, compleja y profundamente desigual si no se maneja con justicia y cooperación internacional. Pero es inevitable y urgente.
La humanidad necesita una conversación más honesta, madura y práctica: sin ilusiones, sin confrontación y sin superficialidad.
El futuro no se construye desde discursos, sino desde decisiones responsables basadas en ciencia y realidad.
Es hora de hablar con la verdad y construir soluciones reales. Y el camino comienza desde los territorios del mundo hacia la acción global.
