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Por Carlos Villota Santacruz
Internacionalista, experto en marketing político. Marketing de ciudad. Comunicador Social y Periodista. Escritor. Coautor de los libros “Gobierne bien y hágalo saber”. “Los estadios de la Paz en Colombia” y “El Zumbido de la Justicia en la pospandemia” Twitter @villocol
Lo interesante de la política es leer la Colombia de hoy, a menos de cuatro semanas – la cita en las urnas el 29 de mayo de 2022- cuando se definirá a través del voto (con el reto de derrotar el sufragio en blanco y la abstención) el sucesor del presidente saliente Iván Duque.
En el caso de los ciudadanos, este escenario de se resume en esperanza y miedo. En el caso de los aspirantes a la primera magistratura del Estado, se ha escuchado propuestas en medio de falsas noticias y atentados contra su vida.
De acuerdo con las últimas encuestas el izquierdista Gustavo Petro tiene el 44 por ciento de la intención de voto, seguido por el 39 por ciento de Federico Gutiérrez, Más atrás los otros candidatos como Sergio Fajardo, Rodolfo Hernández e Ingrid Betancourt entre otros.
Leer este sondeo de opinión, en el caso de los aspirantes a suceder a Iván Duque, a partir del 7 de agosto, se concentra en diseñar las estrategias correctas en materia de comunicación política.
No es de extrañar, en el caso de Hernández que su apoyo ciudadano supere los dos dígitos. Un hecho político es igual o superior, comparable a lo que sucedió en la carrera a la Casa Blanca en los Estados Unidos con Donald Trump.
En otras palabras –lo dicen sus homólogos, el sector empresarial y compatriotas- Hernández, se eleva como un competidor serio a la Casa de Nariño que entre sus propuesta -dice-, quiere convertir en un Museo.
En este análisis, surge una pregunta. ¿si la segunda vuelta presidencial es entre Gustavo Petro y Federico Gutiérrez los colombianos por quién votarían? De 9 de 10 ciudadanos consultados dicen que votarían por el ex Alcalde de Medellín. Una respuesta que ni siquiera se piensa, sino que surge de manera espontánea.
Es decir, una respuesta del colombiano promedio –con alta presencia de migrantes de venezolanos- 1.700.000- hasta donde pude llegar la campaña presidencial de Gutiérrez, en medio de un ambiente económico y social atípico. Con alto precio del dólar. Las divisa superó los 4.000 pesos.
En este sentido, en las calles de Bogotá, Cali, Pasto, Cartagena o Barranquilla los ciudadanos hacen otro interrogante: ¿No se sabe, cuál es el argumento de Rodolfo Hernández para no ir a una consulta interpartidista como sucederá con las coaliciones de derecha, centro e izquierda el 13 de marzo? Un desafío que le formuló Rodolfo Hernández a Gustavo Petro. “Su argumento fue; porque no quiere robarles esa plata a los colombianos”
Otras de sus propuestas, es que no va hacer alianzas con los políticos tradicionales por puestos. Tampoco pretende que le devuelvan dinero por votos porque no le va a robar esa plata a los colombianos.
Esa forma de hablar, en medio del lenguaje popular que un país sumido en la corrupción, la pobreza (22 millones de ciudadanos en la pobreza absoluta. 7 por ciento en la pobreza extrema) e inseguridad en los más altos niveles en Bogotá, Cali, Ibagué y Pasto, demuestra la complejidad del panorama político en Colombia, al terminar la primer a semana del mes de mayo de 2022. Un hecho, que no estaba en los cálculos de nadie y que tiene contra las “cuerdas a los partidos políticos, los candidatos y los mismos ciudadanos, que sumergidos en una total incertidumbre y con un alto costo de la canasta familiar”
En el mes de julio de 2021, la derecha peruana perdió las elecciones con el izquierdista Pedro Castillo por su fragmentación. En aquella ocasión, se presentó mucho crispamiento y mucho ego en la derecha. En el caso de Colombia por lo que se percibe, está pasando lo mismo. “La izquierda en las elecciones de marzo ya ganó un espacio en el Congreso. En mayo quiere llegar al poder a cualquier costo. El problema no es que gane, si no que aplicarían su accionar público. «Aquí estamos. Aquí nos quedamos. Y paso en Cuba. Nicaragua y Venezuela”, dice el candidato Gustavo Petro. Una posición que tiene muy preocupado a los empresarios, el sector académico y los medios de comunicación.
Otro gran reto del próximo presidente de los colombianos y del saliente Jefe de Estado Iván Duque, es la urgencia de despolitizar la justicia. No es comprensible que los magistrados de las altas cortes deban posesionarse ante el ejecutivo. Tampoco el primer mandatario tenga inj su elección como ocurre en la rama de la justicia representada en la Fiscalía, Procuraduría y Contraloría.
A esta política pública, les preocupa a los colombianos que la impunidad en la solución de los casos ante la justicia sea una constante en medio de la virtualidad que aparece en el horizonte del Estado que podría descongestionar los despachos de los juzgados.
Si se miran algunas cifras, tres décadas atrás Bogotá tenía unos 5 millones de habitantes. Tenía 32 jueces. Ahora la capital colombiana tiene 11 millones de habitantes. Tiene 52 jueces. Este hecho se traduce, en una acumulación exagerada de pleitos en los juzgados, al punto que están represados de 1,000 a 10.000 casos por resolver.
El gran problema de Colombia en el siglo XXI no es la reducción del tamaño del Congreso de la República, sino derrotar la corrupción, a través de una reforma política –con un referendo- que sean los ciudadanos los que voten. La razón. El cuerpo legislativo no es capaz de hacer las reformas que necesita el país en materia laboral, pensional, agraria y de justicia.
Este mecanismo de una reforma política, con el concurso de un referendo, permitiría elevar la confianza en los jóvenes, las mujeres y las personas mayores de 50 años, que hoy están desempleadas o han salido por la puerta de atrás del aparato productivo.
Con ese mandato ciudadano, quién gane la presidencia podrá reformar al Congreso y las altas cortes. Una hoja de ruta que se reclama desde los cuatro puntos cardinales del país.
No en vano, se hace prioritario volver al sistema de lista cerrada para hacer la elección de los dignatarios del Congreso de la República y de Concejos y Asambleas. En esa línea, hay que acabar con el financiamiento privado de las campañas. Tener campañas más cortas con financiamiento público. También se debe recuperar el Senado Regional. Esta fórmula de elección, abarataría sustancialmente los costos de las campañas políticas. En el país, hay campañas que costaron 15 mil millones de pesos al senado.
Aquí surge otra pregunta en mi calidad de consultor político. ¿Qué hace un senador del caribe colombiano, recogiendo votos en Nariño o el Putumayo? Lugares que no conoce. Volver al senado regional es de suma importancia para salvar y fortalecer la democracia.
Finalmente, es oportuno considerar la eliminación de las Contralorías departamentales y municipales. Es necesario racionalizar el gasto público alrededor de ciertas entidades de la administración pública que no cumplen ningún papel que son fruto de la politiquería. Como se observa, la tarea de qui{en resulte ganador en la primera vuelta presidencial no es nada fácil. Será todo un reto de construir gerencia pública.
Quizá en lo que resta de campaña política, se escuche más propuestas y menos agresiones por parte de los candidatos a la presidencia. De lo contario, el país podría entrar en un salto al vació de ingobernabilidad, gobernanza y diálogo ciudadano. Todo por cuenta, que el próximo Jefe de Estado no tendrá las mayorías en el cuerpo legislativo. Esta ha sido una campaña de coaliciones que se pueden romper en cualquier momento. Si no miremos a los países vecinos lo que les paso: Venezuela y Perú. Sumidos en una profunda crisis política, económica y social. A propósito de este comentario usted que piensa. E mail villotasantacruzcarlos@yahoo.com.co