Washington. News Press Service.
Una serie de recomendaciones ha hecho el Banco Mundial a todos los gobiernos para enfrentar las consecuencias del Covid 19. En un documento publicado en la capital de los Estados Unidos expresa que se plantearán concesiones difíciles y la elección deberá basarse en el contexto del país. Es decir que cada nación deberá encontrar equilibrio para proteger a las personas contra la pandemia y, a la vez, garantizar acceso a los ingresos, alimentos y servicios básicos. “En la respuesta económica los Gobiernos deberán diseñar medidas de apoyo para las empresas y los hogares, teniendo en cuenta que la crisis económica obedece principalmente al impacto en el mercado laboral”.
Esto implica, agrega el documento, que las opciones de respuesta deberán variar de acuerdo con la situación y el grado de formalidad laboral de los hogares y las empresas, haciendo especial énfasis en minimizar la pérdida de empleos y las crisis de ingresos conexas, así como en proteger a los grupos vulnerables. Habida cuenta de la urgencia de responder con rapidez y las escasas opciones disponibles para muchos países, es necesario adoptar medidas tanto a nivel nacional como internacional, pero sin olvidar que la mayoría de las soluciones serán costosas, a menudo apresuradas o fragmentadas, e insuficientes para resolver la totalidad de los desafíos que se presentan.
Señala el banco que la información de calidad facilita un proceso de adopción de decisiones en materia de políticas adaptativo y basado en datos concretos. Tanto los macrodatos como los datos “pequeños” pueden desempeñar un papel importante. Realizar pruebas para detectar las infecciones es crucial, ya que los datos resultantes revelan la dinámica y las características de la epidemia. Las medidas conexas, como el rastreo de contactos, también son primordiales para controlar la propagación de la enfermedad. Asimismo, los datos económicos contribuirán a formular respuestas bien calibradas de alivio y recuperación.
ERRORES INEVITABLES
El elevado nivel de incertidumbre vinculado con la evolución de la COVID-19 implica que los errores serán inevitables. Sin embargo, el uso de datos permitirá el intercambio de información para sopesar los costos y los beneficios a medida que los países adaptan y corrigen sus enfoques. Para la respuesta inmediata y la recuperación a mediano plazo, se necesita un enfoque que abarque a toda la sociedad. En la etapa de emergencia, los Gobiernos pueden brindar incentivos o emplear mandatos para trabajar en coordinación con las empresas y las comunidades a fin de combatir la enfermedad, mantener el distanciamiento social y asistir a las personas afectadas por los impactos de la pandemia en la salud y la economía. La interrupción del acceso a bienes y servicios esenciales, como alimentos, atención médica y educación, no solo socavarán el bienestar actual, sino también la productividad futura. “En este momento, la gobernanza y la transparencia son aún más importantes para determinar la distribución de las inevitables pérdidas provocadas por la crisis de la COVID-19. Los Gobiernos deben evaluar lo que pueden lograr, y comunicar claramente la forma en que tienen previsto gestionar las pérdidas reales de valor económico, lo que será esencial para atenuar las tensiones sociales. El liderazgo es fundamental, y los Gobiernos pueden utilizar comunicaciones claras y basadas en hechos para armonizar el comportamiento y fortalecer la confianza”.
COORDINACIÓN
La adecuada contención de la pandemia depende de las políticas del Gobierno, pero también del comportamiento de la población. Los Gobiernos deberán asumir el liderazgo en colaboración con el sector privado, las comunidades y los medios de comunicación a fin de promover la acción colectiva responsable y mantener la cohesión social, elemento imprescindible para la estabilidad y la correcta recuperación. Priorización de los grupos vulnerables. Las consecuencias sociales y económicas de la pandemia afectan desproporcionadamente a la población vulnerable.
Se advierte que el riesgo de transmisión es especialmente alto entre aquellos que tienen menos posibilidades de practicar el distanciamiento social, como los residentes de barrios marginales urbanos y las personas institucionalizadas (que se encuentran en establecimientos penitenciarios, de salud, etc.); lo mismo pasa con otros grupos que no pueden seguir esta práctica por cuestiones económicas, como los comerciantes. La respuesta económica deberá servir para abordar la exacerbación de las vulnerabilidades preexistentes y brindar apoyo a quienes ven amenazados sus medios de subsistencia.
Los impactos negativos serán más fuertes para aquellos que carecen de acceso a mecanismos de protección social. Las pérdidas de bienestar, la interrupción de los servicios de educación y cuidado de niños, y el aumento del estrés y la violencia pueden tener consecuencias irreversibles para las mujeres, las adolescentes y los niños. Otras características relativas a la discapacidad, el origen étnico, la religión o el área geográfica podrían agravar los impactos negativos.
EMERGENCIA SANITARIA Y CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL
Advierte el Banco Mundial que la pandemia de COVID-19 ha desencadenado una emergencia sanitaria a nivel mundial y una crisis económica sin precedentes en la historia. Los Gobiernos que enfrentan esta amenaza se encuentran en territorio desconocido, pero recomienda tres prioridades claras: La contención de la enfermedad es primordial para combatir la pandemia, y ciertas medidas —como la realización de pruebas y el rastreo de contactos—, combinadas con el aislamiento y el tratamiento de las personas infectadas, pueden generar beneficios de primer orden. La crisis económica exige un esfuerzo paralelo y simultáneo para preservar los empleos, proteger los ingresos y garantizar el acceso de las poblaciones vulnerables a los servicios. Si bien hoy los Gobiernos toman medidas para desacelerar la pandemia y proteger las vidas y los medios de subsistencia, también deben pensar en preservar la estabilidad macroeconómica, continuar generando confianza y mantener una comunicación clara para evitar recesiones más profundas y tensiones sociales.
FUTURO
De cara al futuro, esta crisis puede ser una oportunidad para reconsiderar las políticas y volver a construir con sistemas más sólidos para las personas y las economías. Tanto a corto como a largo plazo, se presentan intrincadas concesiones en materia de políticas, determinadas por las complejas interacciones entre los factores epidemiológicos, los aspectos demográficos, el espacio fiscal, la capacidad de los Gobiernos y la fortaleza de los sistemas de salud y de prestación de servicios. No existen precedentes ni respuestas simples. Los errores son inevitables. Todas las soluciones disponibles probablemente sean costosas, complicadas y, en cierta medida, inadecuadas, habida cuenta de la magnitud y la complejidad de la crisis. A modo de introducción al informe más detallado, en este resumen se proponen varios principios generales que pueden orientar las decisiones en materia de políticas en este difícil contexto. Asimismo, se describen brevemente las posibles soluciones para brindar apoyo inmediato, con miras a la recuperación a mediano plazo. La epidemia está avanzando rápidamente, y su contención plantea un conjunto de desafíos singulares. El virus de la COVID-19, detectado inicialmente en Wuhan (China) a fines de diciembre de 2019, se ha propagado velozmente a todas las regiones del planeta. Al igual que algunas pandemias anteriores, como las del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la COVID-19 es de origen zoonótico. Puede transmitirse con facilidad, aun cuando las personas infectadas sean asintomáticas, lo que complica la detección de casos y reduce los incentivos para que muchas personas infectadas disminuyan su nivel de actividad. La mortalidad por COVID-19.