News Press Service
Por: GUSTAVO BOLIVAR
Gustavo Petro está pagando el precio de llegar al poder, sin el permiso de los seis dueños del país y sin el aval de alguna de las ocho casas presidenciales.
Ese hecho que hoy le pasa factura, le dio la independencia necesaria para formular reformas que, precisamente, molestan a los primeros y mortifican a los segundos. A los primeros porque ven amenazados sus intereses económicos en algunos sectores estratégicos objeto de esas reformas y los segundos porque un gobierno alternativo que sea capaz de cambiar a Colombia, pondría en evidencia las pésimas administraciones pasadas en cabeza de políticos y partidos tradicionales, lo que los deja sin posibilidad de regresar pronto al poder. Por eso la saña para criticar cada coma del discurso de Petro, por eso su mezquindad para reconocer que, aún con los errores que puedan cometer, Petro está haciendo un buen gobierno.
Aún así, los enemigos de Gustavo Petro son pocos, mientras los amigos se cuentan por millones. Sin embargo, el poder de esos pocos es tan grande, que avasallan en eficiencia comunicativa a esos muchos.
Hablemos primero de los enemigos.
En primer lugar, están los opositores a su gobierno. Aquí hay de todo: uribistas, Vargas Lleristas, tragicomedistas, conservadores que hasta hace dos meses eran “petristas”, liberales que votaron por Duque, galanistas que votaron por Rodolfo hoy sancionado por corrupción, plañideras, oportunistas, gente que quieren hacerse famosa revisando cada segundo las páginas de Colombia compra eficiente (Secop), para saltar a la vida electoral y hasta supuestos aliados que se disfrazan de dignos cuando les conviene o cuando sus financiadores les piden torpedear uno u otro proyecto.
Afortunadamente, para nosotros y desafortunadamente para la democracia, no hay opositores serios o de peso pues todos, en coro, se han trivializado. Desde el que critica a Petro porque pide un caldo de pollo y un aire acondicionado en un municipio de Sucre cuya temperatura no baja de los 36 grados centígrados, hasta los que viven preocupados porque la esposa del presidente mueve las caderas cada vez que escucha un tambor, pasando por los que se ponen a contar los tuits que hace o no hace en un día. También están los fascistas que se empeñan en rotular a Petro como comunista cuando él nunca lo ha sido, o los que se empeñan en gritarle guerrillero cuando nuestro presidente hoy es un exguerrillero, que hizo la paz hace más de 30 años.
También están los que llevan la cuenta de la gasolina que va gastando la vicepresidenta en sus desplazamientos, cosa que nunca hicieron con anteriores vicepresidentes y también la senadora que le pide no andar en avión porque ese acto va en contravía de su lucha contra el cambio climático. Por fortuna, para ellos, hemos dado papaya con escándalos mediáticos como el de la compra de las colchas de plumas, el caso de Nicolás o las disputas internas entre Laura y Armando y se han cometido varios errores. De no haber sido por ello, no tendrían insumos objetivos para criticar. En lo que sí triunfan es en el armado de relatos fantásticos que luego son reproducidos por sectores de la prensa que tienen puesta alguna camiseta ideológica y/o política.
Pero la oposición más vergonzosa es la que se hace desde las ocho casas presidenciales que llevaron el país al caos. Es lo más risible. Cuatro expresidentes y 4 nietos de expresidentes. Los Expresidentes Gaviria, Pastrana, Uribe y Duque, no paran de criticar cada cosa que hace el presidente Petro. En coro descalifican sus reformas, sus tuits, sus viajes, sus discursos y le echan la culpa de todo lo malo que sucede en el país. Critican que Petro no detenga en pocos meses la violencia que ellos crearon y no fueron capaces de detener en décadas. Critican que no se acabe en meses el hambre estructural que ellos produjeron. Critican la corrupción que en sus gobiernos no pudieron detener.
No sé si tienen Alzheimer o el cinismo los supera, pero se les olvida que entre ellos cuatro gobernaron por 20 años a Colombia y que fueron ellos, justamente, quienes nos entregaron un país tomado por el narcotráfico, las guerrillas y los paramilitares, un país con los mayores índices de corrupción en el mundo, un país con el agro y la industria arruinados por sus prácticas neoliberales y uno de los países con mayor desigualdad en el planeta.
¿Con qué autoridad estos personajes critican nada?
¿Dónde tienen la vergüenza, si es que la tienen, para venir a criticar a un presidente que se está jugando la vida para cambiar el país lleno de hambre y miseria que ellos nos heredaron?
Es un absurdo validar los comentarios de estos malos exgobernantes. Habría que preguntarles con la misma frecuencia con la que ellos sientan cátedra: ¿Ah sí? ¿Y por qué no hiciste eso cuando eras presidente?
No muy lejos de los cuatro expresidentes están los delfines, representantes de otras cuatro familias presidenciales que hoy critican a Petro hasta por lo que no dice. El Nieto de Carlos Lleras, que ya fue vicepresidente, el nieto de Turbay Ayala que no para de mentir sin sonrojarse, la nieta de Guillermo León Valencia que pidió dividir el Cauca entre señores y esclavos y el nieto de Laureano Gómez, el más trivial de todos, un señor que juega a decirle terrorista a todo el que no piense como él y que no hila un solo comentario serio. Cuatro personajes criados en cuna de oro, que han vivido del Estado, desde el vientre de sus madres, y que ahora se oponen a que los miserables de esta nación puedan tener derechos a la tierra, a una salud digna, a un trabajo bien remunerado o a una pensión que sus abuelos no pudieron o no quisieron darles.
En resumen, los miembros de ocho familias presidenciales que gobernaron por décadas a Colombia y que llevaron el país al hambre, a la depredación de nuestros recursos naturales, a la concentración de la tierra fértil en pocas manos, a la violación de los derechos humanos, a la guerra perpetua y a la corrupción como cultura, son los principales opositores, junto con sus partidos, del primer presidente elegido, qué casualidad, sin el permiso de ellos. No es que se necesite ese permiso, es que ellos se creen dueños del país, de la verdad, de las mentiras, de los medios, de los partidos y de todo el establecimiento narcisista y corrupto que privatizó el erario.
También están los exmilitares que piden defenestrar al presidente, tumbarlo, darle un golpe. Muchos de ellos fueron adoctrinados en el odio hacia la izquierda y aún tienen el chip del enemigo interno en sus cabezas por lo que su rabia es entendible. Pero también están los que cumpliendo órdenes o dándolas, fueron cómplices del papel del Estado en los falsos positivos y el exterminio de la UP para citar solo dos ejemplos por los que el Estado ya fue condenado.
Paradógicamente, nunca un presidente se había preocupado tanto por ellos como lo está haciendo Gustavo Petro. Al final de su gobierno los reservistas de las Fuerzas Armadas sabrán que sus condiciones de vida habrán mejorado enormemente por cuenta de los programas de vivienda, educación y mejoras pensionales en las que está empeñado este gobierno de izquierda.
Hay otros enemigos silenciosos, de doble cara, incluso enquistados dentro del poder, pero de eso hablaremos después.
Ahora hablemos de los amigos.
Petro tiene millones de amigos. Millones de colombianos y colombianas que amamos lo que hace y que estamos dispuestos a defender su ideal de justicia social, paz total, cuidado de nuestros recursos naturales y gestión transparente de los recursos públicos. Sin embargo, y aunque en proporción somos diez mil a uno, no tenemos el poder de amplificar los mensajes a través de los medios masivos de comunicación, que sí tienen los pocos. Eso hace que sus mensajes envenenados se rieguen como pólvora y construyan relatos falsos que pueden poner en contra del gobierno, incluso a los mismos beneficiados de las reformas.
A pesar de ser millones, estamos perdiendo la batalla de las comunicaciones. Hay que reconocerlo, ellos son más eficientes con las mentiras que nosotros con las verdades. Además, los amigos leales no están cerca. Unos están en el Congreso, otros andan en embajadas y algunos en Cargos oficiales. Esto hizo que su círculo cercano se llenara con personas recién llegadas al proceso, personas ajenas a la causa progresista. Profesionales de la política que hoy, a conveniencia, están en la izquierda y mañana, sin sonrojarse, están en la derecha.
Algunas de esas personas tienen dudosa reputación y otras están ahí por causas distintas a sus principios. El mejor retrato de esto que acabo de decir lo hace Armando Benedetti en la entrevista que aparece hoy en la Revista Cambio. Dice el exembajador, palabras más palabras menos, que Laura Sarabia es un cuadro de su empresa política y que si él en vez de Petro él hubiera apoyado a Rodolfo ella hoy no estaría trabajando con Petro sino con Rodolfo.
Independientemente de lo eficiente y lo leal que fue Laura con Petro, lo cual confirma la misma familia presidencial, esta es una reflexión muy cruda y muy real a la vez. Deja claro de qué estaba hecho el círculo más próximo al presidente Petro. Un Lizcano que votó por Uribe y por Duque; un Prada peñalosista; un Roy que pasó por las toldas de Uribe, de Santos y de Petro, un Benedetti que ha tenido un periplo similar. Hoy, por diferentes circunstancias ninguno de ellos está en su círculo cercano y el presidente empieza a pagar el alto precio de haberlos vinculado.
Pero se perdió tiempo valioso. Durante los meses que el círculo de poder cercano estuvo cooptado por estas personas, ninguno de los compañeros de lucha del presidente Petro estuvo cerca para cuidarle la espalda y esto se notó en la reciente crisis de poder que le constó la salida a Benedetti y a Sarabia.
Petro parece haber entendido esto hace un tiempo. Lo dejó claro al nombrar en el DAPRE a Carlos Ramón González, ex director del Partido Verde y amigo suyo desde la juventud. Se espera que el reemplazo de Laura Sarabia en la Jefatura del despacho tenga las mismas características. Necesita alguien que lo conozca, que tenga criterio, que sea capaz de contradecirlo, que sea capaz de inmolarse por protegerlo.
Lo que resulta paradógico, es que los resultados del buen gobierno se empiezan a ver. O los empezamos a ver exclusivamente quienes queremos el cambio. La oposición, los exmilitares, las ocho casas presidenciales, algunos cacaos, el sector politizado de la prensa, el sector mezquino de la política, no están interesadas en ver y menos en difundir las cifras macroeconómicas que empiezan a despejar las dudas que ellos mismos difundían en campaña sobre la incapacidad de Petro de sacar a flote un país que recibimos con ocho puntos de déficit Fiscal, desempleo de dos dígitos, siete millones de personas en la pobreza extrema, una inflación de 10,8%, varios conflictos armados en plena ebullición y muchas mafias de la contratación enquistadas en el Estado.
Pues la callada de boca ha sido brutal. El crecimiento de 3% en el trimestre pasado nadie lo esperaba. Nos ubicó en el quinto puesto entre las naciones de la OCDE que más crecen. La inversión extranjera sigue llegando a chorros y eso explica, en parte, la baja del dólar que después de un periodo de alta volatilidad, se mantiene hoy controlado y en los niveles en que se recibió el 7 de agosto de 2022.
La inflación empieza a ceder con el subsidio a los agroquímicos y la jugada magistral de Petro al conseguir en Portugal que una cadena de supermercados bajara los precios de cientos de productos, lo que produjo una reacción en cadena con otros supermercados, que hoy está beneficiando a millones de consumidores. La deforestación se está frenando, el agro da señales de reactivación, el déficit Fiscal disminuye, aumenta el recaudo tributario, señal de que las empresas y las personas naturales siguen produciendo y todo esto en medio de síntomas de recesión mundial.
Aunque la percepción va en dirección opuesta al de los resultados, los crímenes violentos han descendido en 8%. Tampoco hubo expropiaciones, ni nos convertimos en Venezuela y tampoco se está gobernando con guerrilleros en el palacio de Nariño como todos gritaban a los cuatro vientos. Al contrario, las guerrillas no se están comportando a la altura de la historia. Siguen poniendo trababas a la paz, siguen actuando con torpeza, tratando de hacerse escuchar por la fuerza y sin necesidad, porque este gobierno desde el día uno les abrió las puertas al diálogo.
En conclusión, si se mejoran las comunicaciones del gobierno, lunar gigante de la gestión, pronto el país sabrá que vamos por buen camino y que el país será mejor que antes. Lo angustiante es que las elecciones de mitaca están a la vuelta de la esquina y necesitamos que el país conozca estas buenas noticias para que la atmósfera de pesimismo desaparezca. Solo un equipo profesional de estrategas y comunicadores puede lograrlo.
El Plan Nacional de Desarrollo ya marcó el derrotero para que los nuevos alcaldes y gobernadores, ojalá algunos del Pacto Histórico, echen a andar el cambio en los territorios de la mano del gobierno nacional.
El lunar más grande está en el Congreso. No funcionó la coalición de gobierno. Hay poderes más grandes que el del presidente y estos poderes llamaron al orden a los partidos tradicionales que siempre han comido de su mano. Al nohaber conseguido las mayorías en el Congreso (55/86) la tragedia diaria es conseguir votos al detal para pasar los proyectos. Por tiempos y por falta de mayorías, es muy probable que en los pocos días que quedan para terminar la legislatura, este semestre no se aprueben las reformas.
Presidente Petro hagamos un análisis de lo que tiene y de lo que puede. Es inminente el saboteo a la Reforma a la salud en el Congreso pero hay cosas que no requieren reforma como la salud preventiva. Armemos ya 5.000 equipos de médicos psicólogos y enfermeras que empiecen a recorrer el territorio, como lo hizo con tanto éxito en la Bogotá Humana.
El pueblo en su sabiduría sabrá reconocer a los traidores de la causa social y entenderá que usted, sus ministros y su bancada hicieron el máximo esfuerzo para llevar el bienestar a los territorios olvidados. Lo que no podemos es seguir cediendo al chantaje y entregando el Estado y frenando el arranque definitivo del gobierno con el pretexto de la no aprobación de las Reformas.
Recompongamos ya el gobierno. Que se queden los leales a la causa y hagamos el mejor gobierno de la historia.
Ante la terrible desinformación que genera una atmósfera de pesimismo en un país que lo que necesita es alegría para sobrellevar tantos problemas, recomienden a los desinformados y a los manipulados que si no nos quieren creer a nosotros, que le crean a las cifras. Esas no mienten. Colombia va muy bien !
Pa’lante Presidente Petro !!