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Vanguardia
La confirmación del triunfo de Joe Biden pese a los esfuerzos de Donald Trump, abre las puertas a una nueva administración en los Estados Unidos, nación que durante el Gobierno del magnate apostó por el unilateralismo y la antiglobalización económica.
Estas premisas gubernamentales se reflejaron en la política de aranceles a las importaciones, medidas coercitivas contra competidores y enemigos ideológicos, así como la salida de organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud en plena pandemia del covid-19, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y renuncias a pactos internacionales como el Acuerdo de París, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio que mantenía con Rusia, entre otros abandonos de convenios alcanzado en materia ambiental, de seguridad y paz.
Ante este panorama plagado de ultranacionalismo, agresividad y soberbia, el mundo ve en la figura de Biden, el retorno de EEUU hacia los procesos globalizadores y las negociaciones con sus socios estratégicos, así como con países que son visualizados como potenciales enemigos a la hegemonía norteamericana, pero también a lo interno, el demócrata deberá afrontar los retos planteados por el agotamiento del sistema democrático norteamericano.
Retos a lo interno
El proceso de transición de la administración Trump a Biden se ha visto empañado por una serie de denuncias por parte del Mandatario saliente, agregando un nuevo capítulo a la agenda de Trump que ahora incluye el desprestigio contra el sistema y las instituciones de la nación norteamericana.
Las denuncias de vulnerabilidad realizadas contra el sistema electoral y la negativa a aceptar la derrota bajo la acusación de haber sido víctima de un “fraude”, han significado la primera acción deliberada de un Mandatario norteamericano contra el sistema electoral e institucional estadounidense, lo cual podría tener consecuencias internas y externas.
“Creo que es importante el análisis que hace la misión electoral internacional de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) que se envió a Estados Unidos, cuando señala que la inseguridad jurídica es el primer asunto en el que se envuelven las elecciones o en el que se envuelve la sociedad estadounidense luego de estas denuncias, porque justamente la población no va a sentir la confianza en las autoridades institucionales”, señaló Marianny Rosado Prieto, internacionalista y internacionalista y profesora universitaria.
Este socavamiento de la confianza en la institucionalidad democrática estadounidense promovida por Trump, seguramente no tendrían mayor repercusión en el mundo sino se tratase del país que ha mantenido una política de promoción de su modelo en el planeta utilizando para ello -la mayor parte de las veces-, la intervención militar para derrocar a Mandatarios a los que acusan de cercenar o manipular la voluntad de sus pueblos, acusación que es realizada ahora por el Mandatario saliente contra su propio sistema.
A la par, estas denuncias podrían influir en el incremento del descontento social hacia el sistema político norteamericano, minado por las protestas contra el racismo y una crisis económica profundizada con la pandemia del covid-19. “Lo que va a ocurrir necesariamente es que estos señalamientos conduzcan a acciones organizadas para cuestionar -y modificar eventualmente-, a la institucionalidad que dirige los procesos electorales, y en general, la institucionalidad que dirige la democracia en ese país”, consideró Rosado.
Apuntó además que “si se reúne la masa crítica para ciertas transformaciones, pudiera significar en algún momento la posibilidad de realizar cambios institucionales de manera progresiva, que puedan ir modificando el escenario estadounidense. Es muy probable que estas modificaciones no sean repentinas, abruptas o rápidas sino muy por el contrario, sean lentas y progresivas porque el sistema político y la sociedad en Estados Unidos son bastante conservadores y hay muchos intereses de por medio”.
Globalizadores a la expectativa
Las políticas antiglobalizadoras de Trump se conviertieron en el principal recurso de su política exterior. Sus acciones proteccionistas provocaron la ralentización de la economía global por lo que los globalizadores apuestan porque la gestión de Biden produzca la reapertura del mercado estadounidense y el fin de la guerra arancelaria.
“Probablemente en los inicios de una administración Biden, haya unas posturas más conciliadoras que evalúen las ventajas y desventajas de participar o no de ciertos acuerdos internacionales”, señaló pero advirtió que estas acciones del demócrata estarán sujetas a presiones por parte de factores de poder que ven en muchas de las acciones de Trump una ventaja para sus intereses.
“Es posible que algunas de acciones se retrocedan, pero también es posible que esas acciones sean aprovechadas por Estados Unidos para mantener su política de Estado que es, y va a seguir siendo por un largo tiempo, intervencionista y racista, donde vemos los rasgos de ese nacionalismo de derecha, hasta cierto punto visceral, que no solamente es un estilo de gobierno, sino que también una postura política que sirve a los intereses nacionales, como lo tienen ellos concebidos. Evidentemente, hay otras alternativas que no exploran, sobre todo porque Estados Unidos es presa de unos factores de poder que son muy cerrados en cuanto a sus concepciones del mundo”, dijo.
¿Retiro de la doctrina Monroe?
Durante los casi cuatro años de la administración trumpista, sus relaciones con América Latina han estado signadas por la amenaza, el recorte o suspensión de ayudas económicas promovidas por el Gobierno de Barack Obama, del cual Joe Biden fue vicepresidente, así como acciones más frontales contra los considerados “enemigos” de su posición de potencia dominante.
Antes y después de la victoria de Biden, muchos analistas señalaron la posibilidad de retiro de la doctrina Monroe que fue traída a la palestra por Trump en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2018 cuando dijo: “Aquí en el hemisferio occidental, estamos comprometidos a mantener nuestra independencia de la intrusión de potencias extranjeras expansionistas (…). Ha sido la política formal de nuestro país desde el presidente (James) Monroe que rechacemos la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios asuntos”.
“Hay quienes piensan que el retiro de la doctrina Monroe sería una de las características de la política exterior de Biden respecto a América Latina, pero hay que decir que, pese a la influencia que pueden ejercer los presidentes, la política estadounidense respecto América Latina seguirá siendo la misma y las doctrinas no son tan fáciles de retirar, no son un artículo que se elimina por la voluntad de un Presidente. Las doctrinas tienen su arraigo también en cosas tan materiales como la actividad económica y el intercambio comercial y, mientras Estados Unidos siga ejerciendo la posición de dominio que tiene con respecto al mercado hemisférico, va a seguir en la situación de influenciarlo bajo los términos de los intereses de ese país y eso puede disimular la doctrina Monroe pero no la elimina, no la retira, no la suspende ni borra sus efectos”, explicó la internacionalista.
Dentro de las acciones que Rosado estima podría aplicar la administración Biden para garantizar el control de la región estaría el retorno del ‘Lawfare’ o guerra contra la corrupción, que aplicó Obama durante los ocho años que estuvo al frente de la Casa Blanca y que dejo a su paso los derrocamientos de Manuel Zelaya en Honduras (2009); Fernando Lugo en Paraguay (2012); Dilma Rousseff en Brasil (2014) y promovió la campaña de desprestigio contra el kirchnerismo en Argentina, el PT en Brasil y el correismo en Ecuador.
“Es muy posible también que se profundice la doctrina del ‘Lawfare’ o golpe silencioso, buscando en otros países diferentes a los de Centroamérica, generar un tipo de presión que cambie a los gobiernos actualmente elegidos de forma democrática por otras formas que sean más favorables a los intereses de Estados Unidos. Recordemos que a través del tiempo, los grandes líderes sociales de América Latina que han encabezado procesos de liberación nacional, inclusive democráticos, han sido asesinados por los sicarios económicos estadounidenses o depuestos por golpes de Estado”, acotó.
El ineludible tema venezolano
Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de un acercamiento entre EEUU y Venezuela con la llegada de Biden a la Casa Blanca, luego de cuatro años marcados por una fuerte confrontación política y diplomática que ha escalado al punto de la amenaza de acción bélica por parte de Trump, la aplicación de un bloqueo económico y la “confiscación” de activos venezolanos bajo el argumento del desconocimiento de las autoridades venezolanas y el reconocimiento de un “gobierno interino” promovido por factores de la oposición.
“Maduro es un dictador, así de sencillo”, han sido algunas de las opiniones emitidas por el futuro presidente norteamericano, palabras que sumadas a las acciones que emprendió como parte de la administración Obama, que abrió las puertas al bloqueo mediante el decreto que declaró a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria”, parecieran avizorar una difícil relación.
Por su parte el presidente Maduro ha ratificado su postura en favor del diálogo con Estados Unidos, pese a que durante los cuatro años de Trump se llevaron a cabo algunos acercamientos infructuosos.
“Trabajaremos con fe, con paciencia, con las bendiciones de Dios, trabajaremos, ojalá, por retomar canales de diálogo decentes, entre el Gobierno futuro de Joe Biden y el Gobierno legítimo y constitucional de Venezuela, que presido”, ha dicho tras conocerse el triunfo del demócrata.
“Que ambas administraciones entren en un diálogo constructivo sería deseable y además que ese diálogo les permita alcanzar una mejor situación en sus relaciones sería realmente muy provechoso para ambos países, considerando en primer lugar, que todo el bienestar económico de Venezuela redunda en el flujo de grandes capitales que migran hacia Estados Unidos, como se evidencia en el histórico de la balanza comercial, y en segundo lugar, que las posibilidades de aumentar la producción nacional, pasan por el levantamiento de las sanciones, la inversión y la presencia en el mercado internacional”, consideró la internacionalista.
¿Y el plan Guaidó?
Así como algunos apuestan por el diálogo, del otro lado surge la interrogante de qué hará Biden con el desdibujado “gobierno interino” al que Trump manifestó su irrestricto apoyo desde su autoproclamación, desestimando incluso el reconocimiento de las elecciones parlamentarias emanadas por la Constitución venezolana que pondría fin a la actual Asamblea Nacional, a la que la administración de la Casa Blanca ha bautizado como “el único poder legítimo de Venezuela”.
Al respecto es conocido el reconocimiento que el Congreso estadounidense integrado por republicanos y demócratas ha hecho hacia la figura de Juan Guaidó como “presidente interino”, evidenciando que este plan desestabilizador pese a sus constantes fracasos, ha contado con el apoyo bipartidista.
“Es difícil echar para atrás esas políticas una vez que ellos han establecido sus compromisos y han hecho promesas”, indicó Rosado, quien no dudó en señalar que este sector de la oposición venezolana podría seguir siendo utilizado como parte de la agenda de desestabilización que promueve EEUU contra Venezuela.
“La Casa Blanca va a seguir generando apoyos hacia la oposición en Venezuela, pero es muy probable que esos apoyos continúen en el camino de la insurgencia y la desestabilización (…) . Creo que no van a dejar de fomentar la creación de una opinión pública que esté contra el Gobierno Bolivariano”, acotó la internacionalista.
Joe Biden asumirá la presidencia el venidero 20 de enero de 2021 y será a partir de este momento que se comenzarán a despejar las incognitas sobre qué hará en una administración que tras obtener el triunfo aseguró que EEUU esta “listo para liderar al mundo y no retirarse, para volver a sentarse a la cabeza de la mesa, listo para desafiar a nuestros adversarios y no rechazar a nuestros aliados, listo para defender nuestros valores”.