En la mitad de los países que reciben financiamiento de la AIF, se profundiza la brecha de ingresos con las economías más ricas
Banco Mundial
CIUDAD DE WASHINGTON, abril de 2024. News Press Service. Según ha concluido un nuevo informe del Banco Mundial, a pesar de su alto potencial para promover la prosperidad mundial, la mitad de los 75 países más vulnerables del mundo, enfrentan por primera vez en este siglo una brecha de ingresos con las economías más ricas que es cada vez mayor.
Aprovechar a sus poblaciones más jóvenes, la riqueza de sus recursos naturales y su gran potencial de energía solar puede ayudarlos a superar este retroceso.
En el informe, The Great Reversal: Prospects, Risks, and Policies in International Development Association Countries (La gran regresión: Perspectivas, riesgos y políticas en los países que reciben financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento), se ofrece la primera mirada integral con respecto a las oportunidades y riesgos que tienen frente a sí los 75 países elegibles para recibir donaciones y préstamos sin intereses o a un interés muy bajo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial.
Estos países albergan a una cuarta parte de la humanidad, es decir, 1900 millones de personas. En un momento en el que las poblaciones están envejeciendo en casi todos los demás lugares, la proporción de trabajadores jóvenes de los países que reciben financiamiento de la AIF irá en aumento hasta 2070, lo que representa un enorme “dividendo demográfico” potencial.
Estos países también tienen una gran riqueza de recursos naturales y un alto potencial para la generación de energía solar, y cuentan con importantes reservorios de depósitos minerales que podrían ser fundamentales para que el mundo pueda realizar la transición hacia la energía limpia.
Aun así, experimentan una regresión histórica. En el período entre 2020 y 2024, el ingreso per cápita promedio en la mitad de los países que reciben financiamiento de la AIF —la proporción más alta desde el inicio de este siglo— ha crecido más lentamente que en las economías ricas. Así, la brecha de ingresos entre estos dos grupos de países se profundiza.
Uno de cada tres países clientes de la AIF es más pobre, en promedio, de lo que era antes del inicio de la pandemia de COVID-19. La tasa de pobreza extrema octuplica el promedio en el resto del mundo: una de cada cuatro personas en países que reciben financiamiento de la AIF subsiste con menos de USD 2,15 al día.
Estos países representan en la actualidad el 90 % de todas las personas que sufren hambre o malnutrición. La mitad de esos países se encuentran en situación de sobreendeudamiento o están en grave riesgo de padecerlo.
Aun así, salvo el Grupo Banco Mundial y otros donantes multilaterales para el desarrollo, los prestamistas extranjeros —acreedores tanto del sector privado como del gubernamental— se han alejado de ellos.
“El mundo no puede permitirse darles la espalda a los países que reciben financiamiento de la AIF”, afirmó Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial. “El bienestar de estos países siempre ha sido fundamental para la perspectiva de prosperidad mundial a largo plazo.
Tres de las actuales potencias económicas —China, India y Corea del Sur— fueron en algún momento prestatarias de la AIF. Todas ellas prosperaron de forma tal que pudieron reducir la pobreza extrema y mejorar los niveles de vida. Con ayuda del exterior, el conjunto de países que hoy reciben financiamiento de la AIF también podrían hacerlo”.
Más de la mitad de todos los países clientes de la AIF —39 en total— se encuentran ubicados en el África subsahariana. Catorce de ellos —principalmente pequeños estados insulares— están en Asia oriental, y 8 en América Latina y el Caribe.
En Asia meridional, todos los países, salvo India, reciben financiamiento de la AIF. Treinta y uno de los países que reciben financiamiento de la AIF tienen ingresos per cápita inferiores a USD 1315 por año. Treinta y tres son estados frágiles y afectados por conflictos.
Los países que reciben financiamiento de la AIF tienen oportunidades similares, por ejemplo, el “dividendo demográfico” —una enorme reserva en crecimiento de trabajadores jóvenes—. Otra es la gran cantidad de recursos naturales con la que cuentan. Estos países representan alrededor del 20 % de la producción mundial de estaño, cobre y oro. Además, algunos tienen depósitos de minerales críticos fundamentales para la transición energética mundial. Dado que la mayoría de esos países reciben mucha luz del sol, podrían perfectamente aprovechar la energía de esa fuente.
En promedio, su potencial a largo plazo de generación de electricidad a partir de la energía solar diaria está entre los más altos del mundo.
Sin embargo, este potencial conlleva riesgos que deben gestionarse. Para conseguir el dividendo demográfico, los Gobiernos de los países clientes de la AIF deberán implementar políticas para mejorar los resultados de educación y salud, y asegurarse de que haya empleos disponibles para la creciente cantidad de jóvenes que ingresarán en la fuerza de trabajo en las próximas décadas.
Para aprovechar todo el potencial de su riqueza de recursos naturales, los países que reciben financiamiento de la AIF deberán mejorar los marcos normativos y crear instituciones más sólidas que puedan gestionar mejor la economía. Para todo esto se necesitarán ambiciosas reformas de las políticas internas y un importante apoyo financiero de la comunidad internacional.
“Los países que reciben financiamiento de la AIF tienen un potencial increíble para lograr un crecimiento importante, sostenible e inclusivo. Para que este potencial se haga realidad deberán poner en marcha un ambicioso conjunto de políticas centrado en impulsar las inversiones”, manifestó Ayhan Kose, economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial.
“Esto significa que habrá que mejorar los marcos de política fiscal, monetaria y financiera, y promover una serie de reformas estructurales para fortalecer las instituciones y mejorar el capital humano”.
En la actualidad, los países que reciben financiamiento de la AIF tienen grandes necesidades de inversión. En los países más pobres de ese grupo, para subsanar las deficiencias existentes en el desarrollo y la infraestructura y generar resiliencia frente al cambio climático se necesitarán inversiones que representan casi el 10 % del producto interno bruto (PIB).
En la última década, los costos de los desastres climáticos se han duplicado en los países que reciben financiamiento de la AIF: las pérdidas económicas causadas por desastres naturales representan un promedio del 1,3 % del PIB anual, lo que cuadriplica el promedio de otros mercados emergentes y economías en desarrollo. Para cubrir tales necesidades, esos países deberán generar auges de inversión sostenidos, del tipo que impulsa la productividad y los ingresos y reduce la pobreza.
Históricamente, tales auges se han producido a partir de un paquete integral de medidas normativas destinadas a fortalecer los marcos fiscales y monetarios, aumentar el comercio transfronterizo y los flujos financieros, y mejorar la calidad de las instituciones. Según el informe, esas reformas nunca son sencillas.
Es necesario determinar el orden en que se realizarán e implementarlas con cuidado. No obstante, la experiencia anterior de otros países clientes de la AIF ha demostrado que es posible llevarlas a cabo.
En el informe se señala que los países que reciben financiamiento de la AIF necesitarán un importante apoyo financiero internacional para poder avanzar y reducir el riesgo de un “estancamiento prolongado”.
También será fundamental colaborar más con esos países en cuestiones de política mundial —como la lucha contra el cambio climático, la ayuda para reestructurar deudas de una manera más oportuna y eficaz y el apoyo para el comercio y las inversiones transfronterizas— de modo que puedan evitar perder una década de desarrollo.