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BANCO MUNDIAL
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, el presidente del Grupo Banco Mundial (GBM), David Malpass, el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, y el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, emitieron la siguiente declaración conjunta en la que se exhorta a adoptar medidas urgentes para abordar la crisis mundial de seguridad alimentaria y nutricional.
Deseamos expresar nuestras más sinceras condolencias al pueblo de Türkiye y a la vecina República Árabe Siria, que han sufrido los recientes terremotos. Nuestras organizaciones están monitoreando de cerca la situación, evaluando la magnitud del desastre y trabajando para movilizar el apoyo necesario de acuerdo con los mandatos y procedimientos de cada una de ellas.
A nivel mundial, la pobreza y la inseguridad alimentaria están aumentando tras décadas de avances en materia de desarrollo. Las interrupciones en las cadenas de suministro, el cambio climático, la pandemia de COVID-19, el ajuste financiero a través del aumento de las tasas de interés y la guerra en Ucrania han causado un impacto sin precedentes en el sistema alimentario mundial, y los más vulnerables son los más afectados.
La inflación de los alimentos sigue siendo alta en el mundo, y docenas de países registran una inflación de dos dígitos. Según el PMA, 349 millones de personas en 79 países sufren inseguridad alimentaria aguda. La prevalencia de la desnutrición también va en aumento, luego de tres años de deterioro. Se espera que esta situación empeore, y se prevé que en 2022 y 2023 los suministros mundiales de alimentos caerán al nivel más bajo de tres años.
La necesidad es especialmente acuciante en 24 países que la FAO y el PMA han identificado como focos de hambre, de los cuales 16 se encuentran en África.
La asequibilidad de los fertilizantes, definida por la relación entre los precios de los alimentos y los precios de dichos productos, también es la más baja desde la crisis alimentaria de 2007/08, lo que está provocando una menor producción de alimentos y afectando en mayor medida a los pequeños agricultores, empeorando los precios locales de los alimentos, que ya son elevados.
Por ejemplo, la reducción en 2022 de la producción de arroz, del que África es el mayor importador mundial, sumada a las perspectivas de menores existencias, son motivo de gran preocupación.
En respuesta a la inflación de los precios de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes, los países han gastado más de USD 710 000 millones en medidas de protección social que abarcan a 1000 millones de personas, de los cuales aproximadamente USD 380 000 millones corresponden a subsidios.
Sin embargo, en los países de ingreso bajo se han gastado apenas USD 4300 millones en medidas de protección social, mientras que en los países de ingreso alto esa cifra asciende a USD 507 600 millones.
A fin de evitar que la crisis de seguridad alimentaria y nutricional empeore, se requieren nuevas medidas urgentes para i) atender los focos de hambre, facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado, y reformar y reorientar los subsidios perjudiciales con eficiencia y una cuidadosa focalización. Mientras responden a la crisis, los países deben buscar un equilibrio entre las intervenciones urgentes a corto plazo y los esfuerzos de resiliencia a largo plazo.
1. Atender los focos de hambre
Instamos a los Gobiernos y los donantes a apoyar los esfuerzos de los países por abordar las necesidades en los focos de hambre, compartir información y fortalecer la preparación para las crisis. El PMA y la FAO necesitan fondos con urgencia para atender de inmediato a las personas más vulnerables.
En 2022, el PMA y sus asociados llegaron a un número sin precedentes de personas (más de 140 millones) con asistencia alimentaria y nutricional, basada en contribuciones récord de USD 14 000 millones, de los cuales USD 7300 millones provinieron del Gobierno de Estados Unidos.
El PMA envió más de USD 3000 millones en transferencias monetarias a personas de 72 países y brindó apoyo a programas de alimentación escolar en 80 países, beneficiando así a 15 millones de niños a través de apoyo directo y a más de 90 millones de niños mediante el fortalecimiento de los programas nacionales de alimentación escolar del Gobierno.
La FAO ha invertido USD 1000 millones para respaldar a más de 40 millones de habitantes de zonas rurales con intervenciones agrícolas urgentes. Estas actividades se centraron principalmente en los 53 países enumerados en el informe mundial sobre las crisis alimentarias.
El Banco Mundial proporcionará un paquete de seguridad alimentaria y nutricional de USD 30 000 millones que abarcará los 15 meses comprendidos entre abril de 2022 y junio de 2023, incluidos USD 12 000 millones en nuevos proyectos, que se han comprometido antes de lo previsto.
Esto también incluye USD 3500 millones en financiamiento nuevo para la seguridad alimentaria y nutricional en los focos de hambre. Además, el Banco ha asignado USD 748 millones de la modalidad de financiamiento para respuestas tempranas del Servicio de Respuesta ante las Crisis (SRC) de la Asociación Internacional de Fomento, dotado de USD 1000 millones, para abordar principalmente las necesidades en lugares críticos, y está movilizando fondos adicionales para el SRC.
También se deben movilizar recursos para el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI a fin de proporcionar financiamiento en condiciones concesionarias a los países de ingreso bajo que tienen necesidades de balanza de pagos.
Hasta el momento, la nueva Ventanilla para Shocks Alimentarios del FMI ha permitido respaldar a Ucrania, Malawi, Guinea y Haití, y la institución ha proporcionado apoyo financiero a nueve países que enfrentan inseguridad alimentaria aguda mediante nuevos programas o la ampliación de los ya existentes, haciendo hincapié en el fortalecimiento de las redes y políticas de protección social para ayudar a abordar el impacto de la crisis alimentaria.
La Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria respalda la mejora de la preparación ante las crisis mediante la elaboración y puesta en marcha de planes multisectoriales de preparación para crisis de seguridad alimentaria en 26 países, que deben contar con el apoyo de Gobiernos y donantes.
Asimismo, continúa monitoreando la gravedad de la crisis alimentaria y el financiamiento de la respuesta mundial a través del Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
También recibimos con satisfacción los esfuerzos de todas las partes por movilizar un mayor volumen de financiamiento para la transformación agrícola de África, como se señala en la Declaración de Dakar, y queremos agradecer a David Beasley, director ejecutivo del PMA, por el gran trabajo realizado durante su mandato.
2. Facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado
Los países deben minimizar las distorsiones comerciales, fortalecer el suministro de bienes públicos y permitir que el sector privado contribuya de manera significativa a mejorar los resultados en materia de seguridad alimentaria.
Reiteramos nuestro llamado urgente a los países para que eviten políticas como las restricciones a las exportaciones, que pueden dificultar el acceso a los alimentos a los consumidores pobres en los países de ingreso bajo importadores de alimentos; respalden medidas de facilitación del comercio para mejorar la disponibilidad de alimentos y fertilizantes, respalden iniciativas de financiamiento del comercio de manera transparente y no discriminatoria, y iv) cumplan los compromisos asumidos en la 12.a Conferencia Ministerial de la OMC.
Si bien los países han levantado algunas prohibiciones a la exportación de trigo y arroz, las nuevas restricciones y prohibiciones a la exportación, en particular de hortalizas, están obstaculizando la disponibilidad en los mercados mundiales.
La seguridad alimentaria mundial se puede fortalecer si los Gobiernos apoyan tanto a los productores como a los consumidores de alimentos de manera inteligente y focalizada, por ejemplo, reforzando el suministro de bienes públicos a fin de que mejoren la productividad agrícola de forma sostenible.
Los países pueden utilizar sistemas de cupones electrónicos para fertilizantes y evitar la contratación pública a gran escala y los esquemas de distribución subsidiada, ya sea de insumos o productos agrícolas, que ahuyentan al sector privado.
La Plataforma para la Seguridad Alimentaria Mundial de IFC, dotada de USD 6000 millones, brinda apoyo a los agricultores para que puedan acceder a fertilizantes y otros suministros críticos, y ayuda a las empresas privadas a realizar inversiones a más largo plazo, centrándose en mejorar la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y la eficiencia en el uso de fertilizantes.
Los países deben seguir el Código Internacional de Conducta para el Uso y Manejo de Fertilizantes de la FAO a fin de gestionar los nutrientes de manera sostenible en pos de la seguridad alimentaria[.
3. Reformar y reorientar los subsidios perjudiciales con eficiencia y una cuidadosa focalización
Los países deben reformar y reorientar los subsidios generales universales para convertirlos en programas temporales y mejor orientados para la seguridad alimentaria mundial y los sistemas alimentarios sostenibles, teniendo en cuenta los aspectos clave de: eficiencia, sostenibilidad fiscal y de costos, flexibilidad, iv) complejidad administrativa, v) equidad, y vi) fortalecimiento de la resiliencia y la sostenibilidad.
La mayor parte de la respuesta mundial a la inflación en términos de protección social se presenta en forma de subsidios, la mitad de los cuales no están focalizados, son ineficientes y resultan costosos para los Gobiernos, que ya cuentan con recursos limitados.
Se debe ampliar el apoyo para que los países fortalezcan e implementen estrategias de protección social integrales, viables y que respondan adecuadamente a las crisis. Las políticas y reformas respaldadas con financiamiento del FMI y el Banco Mundial se han centrado en la transición de medidas generales a enfoques más específicos.
Los países deben reexaminar y reformar su apoyo a la agricultura, que ascendió a unos USD 639 000 millones anuales entre 2016 y 2018, y desde entonces ha ido en aumento. De cada dólar gastado, solo 35 centavos terminan en poder de los agricultores.
Gran parte de este apoyo incentiva el uso ineficiente de los recursos, distorsiona los mercados mundiales o menoscaba la sostenibilidad ambiental, la salud pública y la productividad agrícola.
Sin ignorar las dificultades inherentes a las reformas normativas de gran magnitud, este financiamiento debe modificarse y reorientarse de manera tal que fortalezca la resiliencia y la sostenibilidad del sistema agroalimentario, entre otras cosas, mediante la adopción de buenas prácticas agrícolas, la investigación y la innovación (referidas, por ejemplo, a la eficiencia de la aplicación de fertilizantes y las alternativas a los fertilizantes sintéticos), los servicios de extensión y asesoría, la mejora de la infraestructura y la logística, y el empleo de tecnologías digitales que aumenten la productividad de manera sostenible.
La nueva estrategia de ciencia e innovación de la FAO y las perspectivas de las tecnologías e innovaciones en los sistemas agroalimentarios[10], junto con la iniciativa “Un CGIAR”, desempeñan un papel fundamental en estas áreas para generar beneficios mundiales a partir de las reformas de cada país[.
Ya se están tomando medidas para abordar los desafíos estructurales subyacentes en la protección social y en los mercados de alimentos y fertilizantes, pero se necesita una acción más concertada en estas tres áreas clave para evitar una crisis prolongada. Estamos comprometidos a trabajar de manera conjunta y eficaz en términos de impacto para apoyar a los más vulnerables.
Esta es la tercera declaración conjunta de las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional, el Grupo Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Mundial del Comercio y el Programa Mundial de Alimentos sobre la crisis mundial de seguridad alimentaria y nutricional.