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Banco Mundial
Numerosos países se enfrentan a crecientes niveles de inseguridad alimentaria, que echan por tierra años de avances de desarrollo y amenazan la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030. Incluso antes de que la COVID-19 redujera los ingresos e interrumpiera las cadenas de suministro, el hambre crónica y el hambre aguda estaban aumentando por diversos factores, como los conflictos, las condiciones socioeconómicas, los peligros naturales, el cambio climático y las plagas. El impacto de la guerra en Ucrania añade riesgos a la seguridad alimentaria global y podría empujar a millones de personas más hacia la inseguridad alimentaria aguda. En esta reseña se analizan el reciente aumento de la inseguridad alimentaria y las respuestas del Banco Mundial hasta el momento.
Panorama general
Si bien las perspectivas del suministro mundial de alimentos siguen siendo favorables, los precios de los alimentos aumentaron bruscamente debido a los elevados precios de los insumos que, combinados con los altos costos del transporte y las interrupciones del comercio provocadas por la guerra en Ucrania, están aumentando el costo de las importaciones. Esto afecta más a los países pobres y en desarrollo, que son los que más dependen de las importaciones de alimentos.
Al 1 de junio de 2022, el índice de precios agrícolas había disminuido en un 5 % en las últimas dos semanas, pero seguía siendo un 40 % más elevado que el nivel de enero de 2021. Los precios del maíz y el trigo eran un 42 % y un 60 % más altos, respectivamente, que los de enero de 2021, y los precios del arroz eran un 12 % más bajos. (Véanse los datos de la «hoja rosada» sobre los índices de precios de los productos básicos agrícolas y de los precios de los alimentos básicos [i], que se actualizan mensualmente).
Se prevé que la inflación de los precios internos de los alimentos se mantendrá debido a precios elevados sostenidos en los próximos tres años; se proyecta que los precios mundiales de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes serán marcadamente más altos en 2022 antes de atenuarse un poco en 2023, pero seguirán siendo elevados en 2024. Entre enero y abril de 2022, casi el 90 % de los mercados emergentes y las economías en desarrollo experimentaron una inflación de precios de los alimentos superior al 5 %, y muchos experimentaron una inflación de dos dígitos. En el 70 % de los países, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general.
Según la edición de abril de 2022 del informe Perspectivas de los mercados de productos básicos (PDF, en inglés) del Banco Mundial, la guerra en Ucrania ha alterado los patrones mundiales de comercio, producción y consumo de forma tal que los precios se mantendrán en niveles históricamente altos hasta fines de 2024 exacerbando la inseguridad alimentaria y la inflación.
Numerosos países registran una alta inflación de los precios minoristas de los alimentos, lo que es un reflejo de la escasez de mano de obra, un fuerte aumento del precio de los fertilizantes (i), las devaluaciones monetarias y otros factores. El alza del precio de los alimentos afecta más a la población de los países de ingreso bajo y mediano, que gasta en alimentos un porcentaje mayor de sus ingresos que la de los países de ingreso alto.
Los precios de los alimentos ya eran altos antes, y la guerra hace subir aún más los precios de la mayoría de los alimentos. Los productos básicos que se han visto más afectados son el trigo, el maíz, los aceites comestibles y los fertilizantes. Los mercados mundiales de productos básicos se enfrentan a riesgos al alza a través de los siguientes canales: reducción de los suministros de cereales, aumento de los precios de la energía, aumento de los precios de los fertilizantes y perturbación del comercio debido al cierre de los principales puertos.
En los próximos meses, un reto importante será el acceso a los fertilizantes, lo que podría repercutir en la producción de alimentos de muchos cultivos en diferentes regiones. Los precios de los fertilizantes se dispararon en marzo, subiendo casi un 20 % desde enero de 2022 y casi tres veces más que hace un año. Rusia y Belarús son los principales exportadores de fertilizantes, con el 38 % de los fertilizantes potásicos, el 17 % de los fertilizantes compuestos y el 15 % de los fertilizantes nitrogenados.
El 13 de abril de 2022, las máximas autoridades del Grupo Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio dieron a conocer una declaración conjunta en la que exhortaron a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para abordar la inseguridad alimentaria, mantener el comercio abierto y apoyar a los países vulnerables, entre ellas proporcionar financiamiento para atender las necesidades más urgentes.
Después del inicio de la guerra en Ucrania, las políticas relacionadas con el comercio impuestas por los países han aumentado. Desde principios de 2022 hasta el 19 de mayo, 75 países han anunciado y han implementado 268 medidas normativas. El número de políticas sobre alimentos y fertilizantes (85 %) supera la cantidad de políticas sobre materias primas y combustibles (15 %).
A nivel mundial, los niveles de hambre siguen siendo alarmantemente altos. En 2021, sobrepasaron todos los registros anteriores según la edición de 2022 del Informe mundial sobre las crisis alimentarias (i). En esta publicación se señala que cerca de 193 millones de personas sufren inseguridad alimentaria grave, o sea aproximadamente 40 millones más que en 2020 cuando se registró el anterior récord. Los conflictos y la inseguridad se identifican como los principales factores que impulsan el aumento de la inseguridad alimentaria.
Según encuestas telefónicas rápidas realizadas por el Banco Mundial (i) en 83 países, un número considerable de personas se quedaron sin alimentos o redujeron su consumo durante los dos primeros años de la pandemia de COVID-19. La disminución de la ingesta de calorías y la nutrición deficiente amenazan los avances obtenidos en materia de salud y reducción de la pobreza, y podrían tener efectos duraderos en el desarrollo cognitivo de los niños pequeños.
El apoyo del Banco Mundial
Ante las múltiples crisis, el Banco Mundial está desplegando respuestas a corto y largo plazo para impulsar la seguridad alimentaria y nutricional, reducir el riesgo y fortalecer los sistemas alimentarios.
El 18 de mayo, el Banco Mundial anunció medidas que tiene previsto tomar como parte de una respuesta integral y a nivel global ante la crisis de seguridad alimentaria en curso, para lo cual se destinarán hasta USD 30 000 millones para proyectos existentes y nuevos en ámbitos tales como la agricultura, la nutrición, la protección social, el agua y el riego. Se financiarán esfuerzos para alentar la producción de alimentos y fertilizantes, mejorar los sistemas alimentarios, facilitar un mayor comercio y apoyar a los hogares y productores vulnerables.
El 19 de mayo, el Grupo Banco Mundial y la Presidencia del Grupo de los Siete (G-7) convocaron de manera conjunta la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i), cuyo objetivo es catalizar una respuesta inmediata y concertada a la crisis mundial del hambre que se está produciendo.
Entre los ejemplos de financiamiento a corto y largo plazo se encuentran los siguientes proyectos:
- En Bangladesh, mediante un plan de acción de emergencia movilizado como parte de un Proyecto de Desarrollo de la Avicultura y la Producción Láctea (i), se realizaron transferencias en efectivo por valor de USD 87,8 millones para 407 000 productores de leche y avicultores vulnerables, a fin de ayudarlos a mantener sus actividades comerciales. Asimismo, se destinaron fondos para el suministro de equipamiento de protección personal, equipos agrícolas y mejores servicios veterinarios mediante la adquisición de 64 unidades veterinarias móviles.
- En Bhután, el Banco Mundial reestructuró la cartera relacionada con los alimentos para respaldar la distribución en el corto plazo y reforzar la producción en el mediano plazo a través del suministro de insumos y el riego.
- En Chad, se movilizaron USD 30 millones en financiamiento de emergencia para proporcionar asistencia alimentaria a través de la entrega gratuita de paquetes de alimentos a 437 000 habitantes vulnerables de zonas urbanas y rurales afectados de inseguridad alimentaria y nutricional grave, y se proporcionaron semillas y utensilios agrícolas a 25 000 pequeños agricultores pobres y vulnerables para que pudieran mantener su capacidad de producción en la próxima temporada de siembra.
- En Guatemala, el proyecto Respuesta a la COVID-19: Cadenas de Valor Agroalimentarias Modernas y Resilientes (i) tiene por objeto ofrecer una respuesta de emergencia ante la COVID-19 y aumentar la resiliencia económica y climática mejorando la eficiencia de las principales cadenas de valor agrícolas e invirtiendo en tecnologías y prácticas modernas.
- En Haití, mediante el Proyecto de Fomento de Paisajes Productivos Resilientes (i) se movilizó financiamiento de emergencia para ayudar a más de 16 000 agricultores a contar con semillas y fertilizantes, y proteger la producción de las dos próximas temporadas agrícolas.
- En India, grupos de autoayuda de mujeres, con el respaldo de la Misión Nacional de Medios de Subsistencia Rurales, cofinanciada por el Banco Mundial, se movilizaron para subsanar la escasez de mascarillas y desinfectantes, administrar comedores populares y restablecer los suministros de alimentos frescos, proporcionar alimentos y apoyo a familias vulnerables y de alto riesgo (i), prestar servicios financieros en zonas rurales y difundir consejos sobre la COVID-19 entre las comunidades rurales. Estos grupos de autoayuda, creados a lo largo de un período de 15 años, aprovechan las habilidades de unos 62 millones de mujeres en todo el país.
- En la República Kirguisa, a través del Proyecto de Mejora de la Productividad Agrícola y la Nutrición (i) —respaldado por el Banco Mundial, financiado por el Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria, y centrado principalmente en mejorar la infraestructura hídrica y en desarrollar la capacidad de las asociaciones de usuarios de agua, para atender a poblaciones vulnerables— se distribuyeron USD 1,1 millones en insumos agrícolas, como semillas y fertilizantes, por medio de 30 asociaciones de este tipo participantes en el proyecto.
- En Rwanda, el Proyecto de Intensificación Agrícola Sostenible y Seguridad Alimentaria (i) recibió financiamiento adicional para ayudar a aliviar los efectos de los confinamientos impuestos a causa de la COVID-19. Asimismo, se ajustó el Proyecto de Protección Social (i) existente para responder a la COVID-19.
- En Senegal, un crédito de la AIF por USD 150 millones (i) está contribuyendo a aumentar las exportaciones de cultivos de alto valor, como los cacahuetes con cáscara y los productos hortícolas, a incrementar la productividad de las granjas lecheras y a reducir la tasa de mortalidad de pequeños rumiantes; además, está paliando los efectos negativos de la pandemia al invertir en prácticas más productivas y resilientes.
- En Sierra Leona, el financiamiento de emergencia previsto en el actual Proyecto de Comercialización y Desarrollo Agroindustrial para Pequeños Agricultores (i) se utiliza para respaldar iniciativas del Gobierno frente a la COVID-19 proporcionando insumos, servicios de mecanización de la agricultura y servicios de extensión a los productores de arroz. El Proyecto de Redes de Protección Social financiado por el Banco Mundial también amplió su sistema de transferencias de efectivo para ayudar a los hogares más vulnerables.
- En Tayikistán, por medio del sistema de asistencia social selectiva en vigor, el Banco financió transferencias monetarias para hogares que padecieran inseguridad alimentaria y en los que hubiera niños menores de 3 años (i), con la finalidad de mitigar los efectos del aumento de los precios de los alimentos y proteger la nutrición infantil.
- En 2021, el Banco aprobó un programa regional de 570 millones de dólares en África occidental para mejorar la resiliencia del sistema alimentario (i), promover las cadenas de valor intrarregionales y reforzar la capacidad regional para gestionar los riesgos agrícolas.
- El Banco Mundial ha asumido el compromiso de ayudar a los países a evitar que la próxima zoonosis se convierta en una pandemia y a estar mejor preparados en caso de que los riesgos se concreten mediante el enfoque “Una Salud” (i). En India, por ejemplo, el Proyecto de Respuesta a la Emergencia de la COVID-19 y Preparación de los Sistemas de Salud permitirá mejorar los sistemas de vigilancia de enfermedades en seres humanos y animales, así como los sistemas de información sobre salud en todo el país (i). En China, a través de un nuevo proyecto se mejorarán los sistemas de vigilancia del riesgo de zoonosis y de otras nuevas amenazas para la salud (i), se fortalecerá la capacidad de evaluar los riesgos y de diagnosticar y realizar el seguimiento de enfermedades de los seres humanos, los animales domésticos y la fauna silvestre, y se mejorarán los protocolos de intercambio de información entre los organismos competentes.