Documentos N.P.S.
Por Gerney Ríos González. Director Centro Andino de Estudios
Bogotá. News Press Service. Para auscultar el Amazonas, es preciso analizar el Tratado de Cooperación Amazónica y la Comunidad Andina de Naciones. A inicios del siglo XXI por la presión internacional, buscó dilucidar el alcance de este Acuerdo firmado el 3 de julio de 1978 por Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Perú, Surinam y Guyana.
El tratado se estableció para trabajar en forma conjunta por la protección de la mayor reserva mundial de bosques naturales del orbe. Así, el Pacto Amazónico despertó de años de profundo sueño y adoptó funciones precisas: Brasil financiará estudios de inventario sobre flora y fauna; Venezuela realizará análisis referente a la biodiversidad y su dinámica poblacional; Perú estará encargado de los recursos hidrobiológicos; Bolivia armonizará las legislaciones nacionales en torno del área y Colombia gestionará las regiones ecológicas protegidas.
En abril de 2017 en el Hotel Tequendama de Bogotá, durante un seminario organizado por el Comando de Educación y Doctrina -Universidad del Ejército en coordinación con la Universidad La Gran Colombia, las ONG´S, Fundación Centro Andino de Estudios, Corporación Centro de Estudios Miguel Antonio Caro, Asociación de Microempresarios para el Grupo Andino, Asociación de Administradores de Empresas-Asabocun y la Asociación de Comunicadores Sociales, se plantearon los temas, “Prospectiva de la Amazonia…Dos décadas del nuevo milenio” y “Del Mundo Andino al Bosque Húmedo”.
En el evento se abordó el complejo problema de la colonización campesina y se concluyó con el lamentable espectáculo de la desincronización en el país para articular el trabajo de los diferentes sectores académicos dedicados a la contextualización de esta problemática con los gobiernos y las comunidades regionales. Se analizó como el espacio bolivariano y su campesinado son actores centrales del desarrollo latinoamericano y el proceso de colonización de la Amazonia se realiza de manera indiscriminada, destruyendo bosques para sustituirlos por parcelas que no logran un rendimiento aceptable después de la primera cosecha, o que definitivamente terminan abandonadas o dejadas en pastizales y rastrojos para su venta a la inversión latifundista y explotación de las transnacionales.
La colonización amazónica no resuelve per se los problemas del campo colombiano, ni disminuye en el mediano plazo, la tendencia a la concentración poblacional en las ciudades. Los costos sociales los llevan colonos y nativos indígenas, ancestrales pobladores que ven desbastadas sus tierras. Verbigracia, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) aseguró que durante los primeros tres meses del 2020 fueron arrasadas por la economía subterránea 75 mil hectáreas, 19 mil más que en el 2019, cuando llegó a 56 mil hectáreas, según Monitoring of the Andean Amazon Project. Además, a julio de 2020, los departamentos con la mayor tasa de devastación fueron Caquetá (26.000 ha), Meta (23.000 ha) y Guaviare (18.500 ha).
Asimismo, las extensiones amparadas fueron taladas por las motosierras y la quema manipulada. El Parque Nacional Natural Tinigua (5.555 ha) y el Parque Nacional Natural La Macarena (1.455 ha) azotadas por las manos criminales. A partir del 2015, Tinigua, sufrió los embates por la rápida tala a sus valores objeto de conservación, sumada a la permanente ocupación, incrementando la reducción de espacios; en los últimos 4 lustros, esta selva se redujo en 33.3 por ciento. La observación desde las alturas, llevó a considerar que son 300 kilómetros bajo el bosque que despejaron a cielo abierto en los primeros 100 días del covid-19 en el 2020, con apertura de lotes y fincas de distintas magnitudes.
El proceso aniquilador está sustentado en la coca y el oro, mientras en tiempo pasado fue la quina y el caucho: simultáneamente se explota la ganadería y el petróleo y no disminuye el tráfico de maderas y pieles. El gobierno colombiano carece de cifras definitivas sobre la destrucción de bosques, pero datos parciales arrojan un millón de hectáreas anuales, con un agregado, las extensiones resguardadas de los departamentos de Caquetá y Guaviare, el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, quedaron en la órbita de grupos al margen de la ley, catalizadores de la ganadería y sembrados de coca. En alusión a los semovientes, los números de FCDS reconocen 700.000 cabezas de ganado introducidas en el lustro comprendido entre2015-2020 en los municipios del entorno cercano de Chiribiquete, en donde 300.000 hectáreas fueron arrasadas. Por otra parte, los guardabosques encargados de proteger los parques Apaporis, La Paya, La Macarena, Picachos, Puré, y Tinigua y las reservas naturales de Puinawai y Nukak, acabaron en la mira de facinerosos y obligados a abandonar sus lugares de trabajo.
Colombia es el líder global en luminosidad, el número uno en especies reconocidas de aves y orquídeas, el segundo más megadiverso del mundo por kilómetro cuadrado, con un acumulado de 58.111 variedades llenas de vida y color. Cuenta con dos mares-océanos y cinco vocaciones geopolíticas, megaecosistémicas, estratégicas e hidrológicas como son la amazonia, andina, caribe, orinoquia y pacífica, regiones que garantizarán la aplicabilidad de la geologística en beneficio de la humanidad en aspectos del suministro de agua potable, energía, alimentos, remedios, -Colombia cuenta con 7.777 variedades de plantas medicinales-, y la salud de los animales en perfecta concatenación con el hombre. La dinámica anterior lleva al “homo sapiens sapiens” ha cerciorarse de que los bosques, humedales, manglares, páramos y selvas gocen de perfecta salud, potencializando la capacidad de resiliencia de los seres vivos y prevenir pandemias, tipo el covid-19.
Entre tanto, las naciones industrializadas, exterminadoras de sus bosques en pro de su tecno-economía consignan datos sobre la importancia del ecosistema amazónico, y persiguen con ansiedad sus recursos de petróleo o flora. Varias ciencias intervienen en el estudio del Amazonas: ecología, genética, biología molecular, bioquímica, bioeconomía, biotecnología, economía circular, bioétnica, geosociología, economía forestal, geopolítica, neurolingüística, bioética y todas ellas tienen un inmejorable campo de acción en la reserva esencia de la tierra, por la profusión de productos, que la industria y el comercio de las grandes potencias exploran con ambición.
El tratado de Cooperación Amazónica se presenta como esfuerzo autónomo de los Estados que lo constituyen; a nivel regional una respuesta a las pretensiones internacionales de entrometerse en algo que nos es propio: Autodeterminación y soberanía territoriales en la cuenca del Amazonas. Pacto alejado del modelo de desarrollo impuesto en la internacionalización de la economía.
¿Y cuál es la chispa que suscitó la importancia amazónica a nivel internacional? Simplemente el temor mundial en torno a la destrucción del bosque tropical amazónico por la construcción en el lustro de 2022 a 2027 de 77 proyectos viales en la macro-cuenca, representados en 12.000 km de carreteras primarias que destruirían 2 millones 500 mil hectáreas de la selva más grande del mundo de 2021 al 2040, con graves consecuencias para el ecosistema. La cuenca amazónica por ser esencia de vida tiene primacía para la conservación de la Tierra porque aloja el 14 por ciento de biodiversidad orbital y acopia 170.000 millones de toneladas de carbono.
Un estudio realizado a partir de 2018 con la intervención de investigadores de Bolivia, Brasil, Colombia y Perú, revelado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sostiene que de las 77 carreteras, 40 no cuentan con los medios económicos y destruiría 1 millón 200 mil hectáreas de bosques con pérdidas cercanas a los 8 mil millones de dólares. La devastación más grande resultado de estas rutas la encabeza Brasil, ya que la vía transamazónica de 2.240 km2 acabaría con 562.000 hectáreas de cubierta forestal, le siguen en arrasamiento, Colombia con los proyectos de la troncal Piedemonte (Los Pozos-La Macarena-La leona) y el Pucallpa-Contamana de Perú, generadores de daños de 120.000 y 70.000 hectáreas, en su desorden.
El tratado lo suscribieron los países bolivarianos junto a Brasil, Surinam y Guyana, con la convicción que la deuda externa obstruye no solo el porvenir de la Amazonía sino la integración de América Latina, con una precisión geográfica: la región Amazónica es ligeramente mayor que la cuenca del río Amazonas, con una superficie total de 7.584.421 kilómetros cuadrados, de los cuales 6.3 millones son área forestal.
La selva amazónica representa el 56% del total mundial de bosques latifoliados y aproximadamente el 3% del área. 22 millones de hectáreas, han sido declaradas zona protegida, a la cual deben sumarse las reservas nativas o indígenas.
En julio de 1993, la descontrolada deforestación amenazaba el futuro de la economía de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, y Venezuela, según un estudio del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA).
El director general del IICA Martín Piñeiro proclamó que en el lustro comprendido entre 1988 a 1993, fueron deforestados 250.000 kilómetros cuadrados en la zona de influencia del Amazonas. Este territorio, en vías de destrucción para servir a la agricultura y la ganadería, equivale a un tercio de Colombia, Perú o Bolivia, la mitad de Paraguay y es más grande que Surinam y Guyana.
Las ocho naciones de mayor influencia del Amazonas se comprometieron a llevar a la práctica un plan de desarrollo sostenible. En tal sentido con el apoyo del IICA, crearon el Programa Cooperativo de Investigación y Transferencia Tecnológica para los trópicos suramericanos (procitrópicos)
“Todo el territorio de los bosques tropicales, sabanas y pie de monte puede ser salvado”, diagnosticó el director general del IICA al referirse a la capacidad de las ocho naciones de aprovechar recursos de tecnología, avances de la biología, telecomunicaciones, física e informática para fomentar métodos de uso productivo de la tierra y preservación de la naturaleza y sus especies.
Existen conocimientos para conjugar el desarrollo económico en función de agricultura y agroindustria con la defensa de la naturaleza.
De la preservación de la zona, calculada en mil millones de hectáreas, depende el futuro económico de las ocho naciones, ya que las pérdidas de suelos o desertificación supondrían grave riesgo para su supervivencia. El 33 por ciento del territorio boliviano pertenece a la región, lo mismo que el 84.5 del brasileño, el 56 del colombiano, el 38.2 del ecuatoriano, el 91.3 del guayanés, el 58 del peruano, el 78 del surinamés y el 70 del venezolano. Estadísticas del IICA indican que 80 millones de hectáreas, un sector tan grande como Bolivia o Colombia, se perdieron para la ganadería y la agricultura o están en proceso de desperdiciarse.
La gravedad del menoscabo de las tierras cultivables en los ocho Estados aumenta en la medida en que crece su población, que para el año 2006 se estimaba en 286 millones de habitantes. A la descontrolada colonización y uso indiscriminado de los suelos deforestados se suman el desaprovechamiento de las variedades de productos carbohidratados que ofrece la región y preferencia de industrialización sobre una política forestal.
Otro rompecabezas derivado de la destrucción de las selvas suramericanas es el riesgo en los próximos 40 años, de la desaparición entre 100.000 y 350.000 especies vegetales. La pérdida de la protección natural de los bosques ya se traduce en problemas concretos, como la amenaza de la palma africana aceitera, las pestes y enfermedades de la fruta, el peligro para la producción del cacao, café (roya del cafetero) y el caucho.
Reseñar lo que el tratado mismo informa: “la colonización espontánea o mal planificada, con el fin de producir cultivos de ciclo corto y desarrollar ganadería extensiva, condujo al acelerado deterioro de algunas áreas de la región, especialmente La Ceja de la selva de Perú; Rondonia y Acre en Brasil, el nordeste ecuatoriano y el Ariari, Caquetá y Putumayo en Colombia”.
La deforestación hasta 1985, con la tesis económica demo-liberal manchesteriana del dejar hacer, fielmente practicada por gobiernos neoliberales y dictaduras militares- era estimada en 79.6 millones de hectáreas (12,6% del área forestal). Durante la década de los años 80 se perdieron en la región unos 5.7 millones de hectáreas anuales. De los territorios deforestados por los flujos de colonización descontrolada, el 1.5 por ciento sufrió la desertización de los suelos, principalmente el pie de monte y las sabanas, caracterizadas por las llanuras secas y la vegetación baja. Culpables la economía subterránea, ganadería, siembras extensivas de arroz y palma africana.
La minería legal o no, la explotación petrolera ávida de ganancias en aras del progreso y la civilización de la aldea global, serán responsables directos de la emergencia soportada por Colombia en el siglo XXI.
El uso del agua, la manipulación de las fuentes hídricas que nacen en el pie del monte llanero, llevarán al desastre gigantesco, asunto que parece no interesar ni a los gobiernos, menos a las transnacionales, expoliadoras de oro y petróleo en importantes regiones con la protección oficial.
Se cuestiona en la academia, la extracción de minerales preciosos, necesarios a la industria y la tecnología de punta. En el siglo XXI se habla del agotamiento de las fuentes de agua. Colombia colocada en los primeros cinco lugares en recursos acuíferos en el mundo, descenderá rápidamente y no habrá tiempo de llorar. La mano del hombre destruirá el ecosistema y la biodiversidad como lo afirmará el gran jefe indio Seathl en carta enviada en 1885 al presidente de EE.UU. Franklin K. Pierce. Triste futuro aguarda a las generaciones colombianas en la génesis del tercer milenio.
Esencia ambiental
Sin dramatizar, la Hylea amazónica, con su enorme superficie y complejidad, es la más importante reserva biológica del mundo; hecho que obliga a insistir en su desarrollo definitivo, a realizarse con modelos ajustados a su ecosistema, de acuerdo con un sólido conocimiento de su oferta de productos y disponibilidad de tecnologías, con el fin de impedir procesos de degradación irreversibles y pérdidas de productividad, con enormes costos sociales, ecológicos y económicos. Por eso antes de cualquier esfuerzo obliga conocer la Hylea amazónica científicamente para no ceder a improvisaciones, publicismos o anuncios oficiales de ocasión.
El Tratado se congeló un decenio para sustentar su no violación, porque nadie lo ejecutaba, pero la presión internacional demandó su aplicación por aquello de ratificar la importancia de la conservación genética y biótica, mantenimiento de los ecosistemas y su biodiversidad, uso racional y sostenible de los recursos naturales, promoción y desarrollo de la organización socioeconómica de las poblaciones amazónicas, respetando su identidad cultural, todo de acuerdo con las políticas establecidas por cada país amazónico.
Por lo anterior, se creó la Comisión Especial del Medio Ambiente destinada a obtener un inventario de los recursos naturales y el análisis de la estructura, función y dinámica de los ecosistemas y así asegurar el desarrollo sostenido de la cuenca amazónica, en consonancia con disposiciones derivadas de la Tercera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores, que retoma la Declaración de Belén (Brasil, 1980).
Presión demográfica, uso irracional y no planificado de los suelos fueron la constante histórica de gobiernos demoliberales y dictatoriales en la región amazónica. Degradación del suelo y la vegetación, pérdida sustancial de la fertilidad, menor productividad, disminución por área de la oferta de alimentos y materias primas, emigración continua dentro del área hacia los centros urbanos y concentración de tierras (latifundios y semifeudos) son las iníciales de otra hecatombe mundial por encima de las pandemias, prevista para el futuro de las nuevas generaciones de no existir conciencia colectiva sobre la riqueza ambiental de la región.
Sin embargo, el Pacto se configuró por la tradición que sostenía que la planicie amazónica constituía una gigantesca opción para el desarrollo agropecuario, mediante la transformación de la cobertura forestal en dehesas y cultivos; siguiendo para ello técnicas utilizadas con éxito en otras regiones.
Discursos biodiversos
Los presidentes José Sarney del Brasil y Virgilio Barco Vargas de Colombia revivieron el Tratado y sentaron una posición, que no obstante a sus grandes lagunas en otras áreas, justificaron sus mandatos.
En su discurso en Manaos, el presidente Sarney señaló:
“La Amazonia constituye un objeto de fascinación universal. Su misterio, grandeza y dimensiones míticas han exaltado imaginaciones en todo el mundo; y además codicia”.
Desde el inicio de la conformación política de América del Sur, la amazonia ha sido el blanco de la ambición mundial. La tesis de su internacionalización no es novedosa, ni va a desaparecer (ojalá el modelo de desarrollo no lo contradiga). Ella surge y resurge, y adquiere mayores o menores contornos según nuestra capacidad de reaccionar. Si vacilamos o no tenemos la determinación de mantenerla conservada y soberana, ella será destruida como lo han sido todas las tierras ocupadas por la acción imperial.
Otro de los documentos expuestos fue el de principio de siglo XX, promulgado por el Secretario de Estado norteamericano John Hay, quien decía: “no veo peligro para la soberanía de las naciones americanas, en el hecho de que compañías industriales se instalen para el desarrollo de las tierras que yacen incultas”. Más adelante trae la advertencia: “Documento que ha partido de un poderoso grupo con extensas ramificaciones internacionales, afirma que la amazonia, cuya mayor área queda en Brasil y abarcando también territorios venezolano, colombiano y peruano, es considerada por nosotros como un patrimonio de la humanidad. La posesión de esa inmensa área por los países citados es meramente circunstancial”. Y prosigue: “es nuestro deber garantizar la preservación de la amazonia y de sus habitantes aborígenes, para su disfrute por las grandes civilizaciones europeas cuyas áreas naturales están reducidas a un límite crítico”. Cinismo imperial.
En la misma reunión de Manaos, el Presidente Virgilio Barco Vargas expresó su perspectiva para la condonación de la deuda externa de los países amazónicos: “Los países industrializados tienen una deuda ecológica con la humanidad que pretenden evadir imponiendo restricciones al desarrollo social y los recursos naturales que están ubicados en las naciones del Tercer Mundo. En menos de dos siglos, el modelo agresivo y devastador de explotación de los recursos naturales en las naciones industrializadas, no sólo arrasó con la fauna y los bosques de Europa y Norteamérica, sino que prácticamente llevó a la extinción a la población indígena y las razas autóctonas”
Y continúa: “en aras de la ganancia y el crecimiento, estos países (industriales) destruyeron el grueso de sus recursos naturales renovables, sin reparar para nada en las inmensas consecuencias y costos que traería para toda la humanidad su falta de conciencia ecológica. Es cierto que ellos construyeron un alto nivel de vida para sus sociedades, pero a costa del deterioro del medio ambiente para todas las demás gentes del mundo. La destrucción de la capa de ozono, la contaminación de los mares, la lluvia ácida, las modificaciones climáticas, las pruebas y los desastres nucleares, son sólo los más evidentes efectos de un desarrollo sin control en las naciones industrializadas. Ellas están en deuda con nosotros, con toda la humanidad. No pueden aspirar a que nosotros paguemos esa deuda inmensa e incuantificada, sacrificando las posibilidades de progreso de nuestros pueblos”.
Para apuntar tan solo un aspecto de la exposición del presidente Barco en 1989, preguntémonos como caería a los promotores de la internacionalización y desnacionalización del Estado estas palabras:
“Existen experiencias alentadoras en Colombia y en otros países que nos permiten pensar que la conjugación entre ecología y desarrollo es evidentemente posible. Alcanzar este objetivo requiere de una activa y vigilante intervención del Estado en las decisiones tecnológicas, en el uso del suelo y en la utilización de los recursos naturales renovables y no renovables, de manera que garantice el desarrollo del potencial productivo sin sacrificar la protección del medio ambiente”
Ahora se pretende confiar en el libertinaje de la empresa extranjera para que defienda nuestros derechos porque la industria nacional tendrá que mixturarse o desaparecer. Feliz capitalismo popular ¿O contra-popular?
El Tratado es urgente aplicarlo con los organismos establecidos en su resurrección para beneficio de nuestros pueblos y con la conciencia de enfrentar lo acaecido a principios del siglo XXI: tala de bosques que alcanzó una dimensión universal en los ochenta. América Latina y el Caribe, exclusivamente, perdieron anualmente -según la FAO-, 50 mil kilómetros cuadrados de sus selvas. Y el más grande pulmón de la Tierra, la amazonia, tiene que soportar la ofensiva destructora de transnacionales, economía subterránea-narcotraficantes, colonos, mineros y maquinaria oficial, tumbando trocha para abrir carreteras.
AGENDA 2030
En la aplicación y consolidación de lo anterior, se debe tener presente la Agenda 2030, el Acuerdo de París y lo consignado en el Pacto Amazónico, con las motivaciones globales y paralelismos continentales que lleven al progreso en la ruta acertada de potenciar lo verde, en la construcción de solidaridad y prosperidad de un planeta asimilando el ganar-ganar; reto inconmensurablemente grande para todos en tiempos de pandemias, coronavirus y de crisis climática.
Con estas directrices el Amazonas, el Caribe, la Orinoquia, el Pacífico indoamericano y el espacio Andino, serán alternativas de vida global, verdaderas despensas mundiales de alimentos en formas sostenible y sustentable con una naturaleza sana, excelente, robusta, productiva y fuerte, de acuerdo a la encíclica “Laudato si” de Francisco, primer papa latinoamericano, donde trata la degradación ambiental y el cambio climático; asimismo, lo prospectado en áreas para lograr la Agenda 2030 donde resaltan los temas siguientes :
Reconstruir ecosistemas con asesoría científica y pagos por servicios ecosistémicos que operarán como programas de empleo emergente y generador de gran productividad en la agricultura y ganadería, con oportunidades de desarrollo sostenible.
Decisiones naturales para la producción agrícola y ganadera a la gestión del recurso hídrico y los ecosistemas, dinamizadores de economías y limitantes de futuras pandemias, pues dos tercios de las zoonosis se originan por el contacto humano con la vida silvestre.
Energías renovables y eficiencia energética con beneficios económicos de empleo y ambientales como estrategia para la sustitución de importaciones y reducción de hidrocarburos.
Incrementar infraestructura sanitaria a partir del agua y el saneamiento ambiental, Impactando en la salud, propiciando mano de obra calificada, con productos endémicos.
Transporte público de elaboración autóctona, eficiente, efectiva, eficaz y competitiva frente a soluciones individuales, que desembocan en crisis de congestión y contaminación en las ciudades e integradora de valor en el sector del cobalto y litio, dos elementos clave para construir las baterías de los coches eléctricos. La importancia geopolítica del triángulo del litio en el límite de Argentina, Bolivia y Chile, que concentra el 70% de las reservas de ese metal blando en el planeta.
Producción de materiales con mínimos en carbono para la construcción, pues todos los días se libera enorme cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera a partir de la industria, el transporte, la quema de combustibles fósiles e incluso la respiración de las plantas y seres vivos. La alta concentración de gases de efecto invernadero en el aire potencia su contaminación y aumenta las posibilidades de lluvia ácida.
CRECIMIENTO ANDINO EN LA AMAZONIA
Tendencia definida por varios elementos destacándose lo ecológico, geográfico, político, antropológico e histórico. Vocación confirmada con la proyección futurista, emergida de los intereses espaciales de la subregión en el Siglo XXI.
La conectividad del triángulo geopolítico dada por los ecosistemas de los Andes, la Amazonia y la Orinoquia, la posibilita la dimensión geoestratégica del Área de Manejo Especial de la Macarena (AMEN), una de las regiones más valiosas del mundo y de salvaguardarla depende el equilibrio climático de Colombia y el orbe.
En el AMEN convergen las vocaciones amazónicas, andinas y orinoquenses, hábitat de 5.555 especies de flora y fauna, túnel natural de vientos húmedos con dirección a los andes y el Caribe-Atlántico. Esta región es el último corredor biológico con mayor área selvática que conecta y acciona los Andes con la Amazonia. Asimismo, integra el Camino de las Anacondas, espacio multinacional prospectado como una obra cultural y ecológica de diversos colores de las más inmensas de la Tierra.
El Área de Manejo Especial de la Macarena contiene ecosistemas de agua dulce, con zonas estables, una especial belleza, producto de los inmensos y rapidísimos caudales, pozos y cataratas prehistóricas de múltiples matices y olores. Sus montañas y sierras permiten percibir las huellas dejadas por aborígenes del siglo XVI, auténticos propietarios de estos terruños, sinónimo de vida.
Referentes geográficos
Dentro del factor geográfico cabe exaltar los elementos siguientes:
– Los ríos andinos alimentan significativamente el flujo hídrico del Amazonas.
– El porcentaje de territorio soberano de los países bolivarianos dentro de la hoya amazónica es dominante y representativo.
– Amazonia y Orinoquia están integradas a través de un canal natural situado en Venezuela, unido a su vez con el río Guaina en zona limítrofe con Colombia.
Ríos andinos tributarios del Amazonas
Si observamos desde la zona de límite común de Paraguay, Bolivia y Brasil, hasta el sitio de confín de Venezuela, Guyana y Brasil, encontramos que el inmenso arco de la frontera occidental de Brasil con el Pacto Andino está cruzado por un sinnúmero de ríos que tienen su origen en el Macizo de los Andes de la subregión y que van inequívocamente a alimentar el caudal del Amazonas.
Las aguas son originarias de los Andes, pero el río Amazonas y buena parte de la cuenca amazónica, formada por el caudal de diferentes ríos y los avatares de la historia, es brasilera. De Bolivia surgen los ríos Mamor, Beni y Guapore, que alimentan el río Madeira, gran tributario del Amazonas; del Perú fluyen el Purús, Jurúa, Javari, Ucayali y Huallaga, aparte del propio Amazonas que nace en la serranía peruana con el nombre de río Marañón; de Colombia aflora el Vaupés que alimenta el río Negro, así como los ríos Caquetá y Putumayo que tributan al Amazonas: y del Ecuador brotan el Napo, el Tigre, el Pastaza y el Morona.
Representatividad bolivariana en la hoya amazónica: La hoya amazónica no es en su totalidad brasilera, porque una parte significativa de la cuenca yace en el territorio soberano de los países bolivarianos, como es el caso de Bolivia con sus regiones de los Llanos de Chiquitos, Guaraya, Mojos, Beni y Madre de Dios. En el Perú con los valles del río Ucayali y la región de Loreto. En Colombia los espacios de los ríos Guaviare, Apaporis, Caquetá y Putumayo. Y en Venezuela en el Cerro Marahuaca, donde se aprecia una evidente participación amazónica; en dicha área se encuentra el esencial brazo del Casiquiare.
Casiquiare: unión Amazonia-Orinoquia
El brazo del Casiquiare en Venezuela, une el río Orinoco con el río Negro en su punto limítrofe con territorio colombiano. Según cronistas de la Colonia, este brazo fue utilizado por autoridades españolas de la época y viajeros, para transitar entre la Orinoquia y las áreas occidentales de la actual Amazonia. Contemporáneamente una expedición venezolana usó el Casiquiare para demostrar la existencia y viabilidad de la interconexión amazonia-orinoquia.
Elementos históricos
A través de los anales históricos, son muchos los hechos que respaldan el interés de los países bolivarianos, en la interconexión amazonia-orinoquia.
– La mayoría de la hoya amazónica fue desde un comienzo – Tratado de Tordecillas en 1494-, territorio de la corona española, área que perdió sus límites a raíz de la momentánea unión de Portugal y España – 1580 – 1640 y por los posteriores tratados de Madrid 1750, Pardo 1761 e lldefonso 1777. Consecutivamente en la vida republicana durante los siglos XIX y XX, a causa de los problemas internos de los nuevos Estados, extensas porciones de la amazonia, constitutivas de las hoyas de los ríos que nacen en los Andes, se perdieron ante la ordenada y persistente diplomacia brasilera.
– Las comunidades hispanas en la actualidad andinas, estuvieron presentes desde temprano en nuestra historia en la hoya amazónica –Siglo XVI-. Ejemplo de lo anterior es el primer descenso de los Andes al Amazonas, desde Quito vía río Napo, ejecutado por Francisco de Orellana en 1541. Precisamente en las refriegas con los Tapuyán, Orellana observó a indias peleando al estilo de las amazonas míticas. De allí el nombre del río de las Amazonas.
Proceso de expansión lusitana
Para nadie es un secreto que España y Portugal disputaron la primacía de los descubrimientos geográficos con sus exploradores Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, navegante que por serendipitia, encontró el único paso natural entre los océanos Atlántico y Pacífico; luego las dos naciones, confrontaron en tiempos de conquista y colonización, en una pugnacidad trasladada al territorio de América para evitar una guerra en Europa. El 7 de junio de 1494 a instancias del papado, los embajadores de Fernando e Isabel, Reyes Católicos de España, y del Monarca Juan II de Portugal, se entrevistaron en el pueblo de Tordesillas a orillas del Río Duero en la franja cerealera del noroeste de España y sutilmente acordaron dividir sus tierras en partes iguales.
El Tratado de Tordesillas autorizaba a los españoles a reclamar para sí cualesquiera tierras no cristianas que estuvieran al oeste de una línea de polo a polo que pasara a 370 leguas al occidente de las Islas del Cabo Verde. Los portugueses gozaban del mismo privilegio hacia el oriente.
El extremo este de Brasil apenas cruzado por la línea imaginaria, dio oportunidad a Portugal para ubicar una controvertida cabecera de playa en América del Sur. El mandato de la firma del Tratado aún se siente en la vida de millones de personas que, desde Argentina a Angola y Macao, se vieron asignados a dos distintas esferas socioculturales –hispana y lusitana-, que perduran hasta hoy. En el caso lusitano, Brasil, con su ancestro expansionista, busca su salida al Pacífico, siendo manipulador de guerras fratricidas entre hermanos como lo sucedido con Ecuador y Perú.
Distribución de avaricias
Enrique el Navegante de Portugal, había estimulado las incursiones a oriente y finalizando el siglo XV la ruta hacia las especias ubicadas en la actual Indonesia, las islas Molucas, era un mare clausum, un mar sin salida, y únicamente los portugueses tenían la clave de esas aguas apocalípticas que engullían naves y sueños, pero que permitían llegar al paraíso de la pimienta, considerada el oro negro, con su mejor cliente los árabes, que la negociaban a 88 veces su valor.
España se había quedado con el hueso raspado, pues en América no existía la nuez moscada ni la pimienta, la misma que hoy se produce en el Putumayo. En su oscurantismo y nihilismo, el papa, con el tratado de Tordesillas, había fragmentado el planeta entre las dos naciones ibéricas, entregando a Portugal el archipiélago de las Molucas, reino de las especias.
Como nadie es profeta en su tierra, Magallanes o Magalhaes, un genio de la oportunidad, despreciado por el rey Manuel de Portugal, puso en manos de España una estrategia para conquistar las Indias y contextualizar las fronteras de Tordesillas, argumentando que, por equivocación cartográfica, las islas Molucas no pertenecían al imperio hispano. Con su visión propuso a la Graciosa Majestad y a Don Carlos V de Alemania y I de España, desplazarse hasta el extremo del mundo, atravesar con sus naves del océano Atlántico al Pacífico, conquistando un mundo nuevo pletórico de riquezas.
Dicho y hecho
La línea imaginaria –trazada por el Tratado de Tordesillas-, que en principio debía unir Laguna, en el Estado de Santa Catarina, la frontera del infierno de abismos insondables poblada por monstruos terroríficos para los antiguos, pero que los modernos a finales del Siglo XV empezaban a ver como puerta tendida al futuro.
De acuerdo con esa partición, Portugal tenía derecho a 2 millones 800 mil kilómetros cuadrados de territorio suramericano. El resto de lo que hoy constituye la superficie de Brasil fue logrado por la corona portuguesa al cabo de una larga serie de negociaciones, amenazas y todo tipo de trampas.
Al margen de esas operaciones, que terminarían de dar su actual fisonomía al Brasil, el Tratado de Tordesillas tuvo más de un siglo y medio de vigencia. Dentro de lo fraudulento y atrevido – el avance brasilero- desmembró los territorios de Paraguay, Bolivia y Colombia, mira aún hacia el océano del futuro: el Pacífico.
Una delimitación territorial que se mantuvo hasta el año 1580, fecha en que la Península Ibérica fue integrada por la fusión de los dos reinos. Infortunadamente durante el tiempo de la unión no se controló la frontera en el nuevo mundo, se creó la visión de un espacio abierto al movimiento de portugueses y españoles; al separarse los dos reinos, España no disponía de una política de redefinición territorial concreta, por lo cual se abrió paso a la ocupación de hecho de paulistas o bandeirantes brasileros hacia la desguarnecida área amazónica, otrora región de influencia hispánica.
Los bandeirantes en la búsqueda de oro, tierras e indios esclavos, penetraron sin oposición a través de las redes hídricas amazónicas y empujaron la frontera brasilera, lo que no fue percibido en toda su gravedad por los gobernantes andinos de la época, entre otras razones por las guerras civiles y problemas que azotaron a América Latina durante los Siglos XIX y XX, de análoga manera por la ignorancia geográfica acerca de los territorios que poco a poco se perdieron.
Bolivia fue mutilada de zonas importantes como El Acre; y en el caso colombiano es clásica la perdida territorial de las extensiones de los ríos Putumayo, Caquetá y Vaupés.
Presencia hispana en los inicios de la historia
La corona española, sin embargo, fue consciente de la necesidad de avanzar hacia las tierras más allá de los Andes y utilizó las comunidades religiosas con expediciones de misioneros con alma de colonizadores. Es conocida la labor de los jesuitas, quienes llevaron catequesis y obra civilizadora, junto a la presencia de la autoridad española en defensa de su territorio en áreas profundas de la selva. En este contexto se enmarca la aventura de Orellana que partió de Quito.
Elementos políticos
En el aspecto político la vocación amazónica de los Andes está caracterizada por los puntos siguientes:
– Falta de integración y desarrollo de sus áreas amazónicas y la ausencia de obras para consolidar la unidad geopolítica en la región actualmente dividida en condominios territoriales vecinos.
– Necesidad de conformar la viabilidad hídrica de sus territorios con el río Amazonas, a fin de integrar sus economías y afianzar los viejos vectores de comercio del Atlántico y las cambiantes situaciones de África Occidental, incentivando así la factibilidad de la promocionada alianza del Atlántico Sur, consolidando de paso las relaciones con el mundo árabe a través del Reino de Marruecos.
– Obligación de modificar el sentido centrípeto del desarrollo amazónico- brasilero hacia un concepto bifocal, teniendo como eje común al Amazonas.
Conceptos perfilados:
Desarrollo integrado. El territorio amazónico de los países bolivarianos pertenece a la misma entidad geográfica, su desarrollo obedece a un criterio regional unitario y no a la particularidad político-administrativa.
De allí la importancia de la carretera marginal de la selva o los canales interiores para la comunicación directa entre las hoyas de los ríos amazónico-andino, que abrirían paso a una colonización controlada, dentro de la tipología colonización de ribera.
Conectividad fronteriza. En las áreas limítrofes de la amazonia andina, deberían extenderse en su prospectiva a toda la región, a fin de producir no solo la unión física-económica de nuestros territorios, sino la disminución de costos; la composición y ensamble de las obras que desarrollarían una economía de escala.
Vector amazónico-andino-atlántico. Los vectores de movilización y utilización de las vías hídricas amazónica-andina se dirigen y confluyen en el gran rio. En consecuencia, dichos vectores deben continuar a través del rio y finalizar en el punto de desembocadura natural en el Océano Atlántico. Esta constante indica que la geografía ha determinado que el territorio de los Andes utilice al Amazonas como ruta para conectarse con la fenomenología económica, emergente en el Atlántico, océano históricamente eje del acontecer económico mundial; y es a partir de las bocas del Amazonas donde surgen flujos naturales de conexión e intercambio con el Atlántico Norte, Mediterráneo, costa occidental africana y la vía oceánica del Cabo de Hornos, considerada de vital importancia geoestratégica. En la parte sur del Atlántico aparecen por separado de las costas del Uruguay y argentina (con la desembocadura del Río de La Plata), las cadenas insulares subantárticas – mencionadas anteriormente-, base y puerta de entrada hacia el dominio del continente antártico.
Las vicisitudes político-históricas contemporáneas presionan hacia la necesidad de formar una alianza del Atlántico Sur, con el fin de defender la mencionada área geopolítica vital, de la intromisión y manejo de intereses hostiles en nuestro Continente. Al afianzarse la presencia de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia en el Atlántico, por intermedio del Amazonas, su voz tendrá que ser escuchada en el concierto internacional.
Juicio trifocal Andino-Amazónico-Atlántico
Cuando los países bolivarianos realizaron un esfuerzo para superar el aislamiento de la economía mundial al adoptar en la década 1990-2000, esquemas de liberación comercial y reformas económicas, la competencia de elementos extranjeros en el mercado interno fue más intensa y la productividad se transformó en variante estratégica como vía de sostenimiento del Pacto Andino y factor de éxito en el mundo.
Bogotá, Caracas, Quito, Lima y La Paz, tienen el desafío de convertirse en los centros de la internacionalización, superando sus falencias en lo social, económico, político y estructural. Es el caso de Bogotá, la ciudad más industrializada de Colombia: aislada en un alto porcentaje del comercio mundial por causa de su precaria y distante conexión con los puertos. El 60% del valor de sus exportaciones –que sale por vía aérea-, lo hace por un aeropuerto que es insuficiente para atender la demanda del Siglo XXI.
Por ello, se explora la alternativa de un operador logístico aéreo en Flandes, Departamento del Tolima, territorio que es un enlace natural, puesto que allí se conectan los andes, con el Caribe-Atlántico, Pacífico y Orinoquia-Amazonia, lo cual optimizaría la comunicación con el mundo.
Esta iniciativa requerirá la construcción de una moderna vía entre Bogotá- Melgar-Girardot y Flandes, que reduzca de manera considerable los 122 kilómetros que las separan. Con ella se solucionaría el problema del transporte aéreo desde Bogotá; abriría el inmenso potencial del sector primario de la economía de dicha zona, crearía un polo de atracción y crecimiento que impediría que Bogotá se convierta en una metrópoli de complicaciones inmanejables; de paso el Tolima seria el epicentro del desarrollo de la integración de cuatro vocaciones geoestratégicas vitales para el porvenir.
En igual sentido se debe desarrollar e implementar la ruta Bogotá-Facatativa, Alban, San Juan de Rioseco, Cambao, Armero y Mariquita, esta última con aeropuerto que cumpliría con las mismas características y aplicaciones de Flandes.
Concepto bifocal Andino – Brasil
No es secreto el espíritu expansionista que anima al Brasil, ni a política de consolidación brasilera en la amazonia, lo cual ha traído como resultado una estrategia de desarrollo en la zona, que obedece a una concepción geopolítica, geocentrista y egocentrista, con un punto focal: Brasilia.
Los intereses de los países bolivarianos demandan que esta visión sea cambiada y en consecuencia:
– Promover la concepción que el desarrollo de la amazonia se fundamenta en dos polos y un eje. Los dos polos son los Andes con sus centros de producción y Brasil con los suyos. El eje común, río Amazonas.
– Así como Brasil aspira a lograr su salida al Pacífico cruzando los Andes, también las comunidades bolivarianas pueden conectarse con el Atlántico atravesando el Amazonas.
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