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Huellas XI
Por GERNEY RÍOS GONZÁLEZ
Para auscultar el Amazonas, es preciso analizar el Tratado de Cooperación Amazónica y la Comunidad Andina de Naciones. A inicios del siglo XXI se busca afanosamente, por presión internacional, dilucidar el alcance de éste Acuerdo, firmado el 3 de julio de 1978 por Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Perú, Surinam y Guyana.
Con la convicción que la deuda externa obstruye no solo el porvenir de la Amazonia sino la integración de Indoamérica, con una precisión geográfica: la región amazónica es ligeramente mayor que la cuenca del río Amazonas, con una superficie total de 7´584.421 kilómetros cuadrados, de los cuales 6.3 millones son área forestal. La selva amazónica representa el 56% del total mundial de bosques latifoliados y aproximadamente el 3% del área. 22 millones de hectáreas, han sido declaradas zonas protegidas, a lo cual deben sumarse las reservas nativas.
En la salud de la Amazonía encontramos de referentes determinantes, el factor poblacional, recurso hídrico, saneamiento a los servicios y la pobreza. Del asentamiento disperso se pasó al concentrado, con riesgos de infecciones y contagios, destruyendo el medio ambiente y aumentando la demanda de sistemas públicos.
En la socialización de las redes de salud influyen de forma adversa las barreras geográficas, culturales, económicas y sociales, escasas y difíciles vías de comunicación, discriminación y no adaptación de las actividades a la cosmogonía indígena, altos costos de desplazamiento, bajo niveles educativos y la segregación de género.
En el caso colombiano, hablar de desnutrición infantil, enfermedades y muertes en las poblaciones marginales que habitan zonas inhóspitas en la Amazonía, Orinoquía, La Guajira y Chocó, parece ser la urgencia endémica para la erradicación de esos males. Ahora investigadores de la Universidad Nacional y equipos interdisciplinarios académicos descubren que la tuberculosis y el coronavirus en la Amazonía cobran fuerzas y hacen víctimas a niños y adultos, afectados además por la depauperación.
De acuerdo con el comunicador social, Yodirlandy Palechor Salazar, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas para la Comunidad Andina de Naciones, CONPICAN, “el Amazonas es un departamento con una extensión de 109.665 kilómetros cuadrados, limita al oriente con Brasil, al sur con Perú, al occidente con Putumayo y al norte con Caquetá y Vaupés. La Amazonia, conecta a 27 etnias, con una población cercana de 50.000 originarios. Habitan el territorio 14 familias lingüísticas, destacándose los Arawak, Huitotos, Tikunas, Tukanos y Tupis. Además, Pueblos de origen étnico como los Passés, Urumi y Yuri, tienden a desaparecer por el colonialismo, la violencia y están sometidos a las enfermedades tropicales que produce la selva húmeda. Colombia amazónica tiene un área de 406.000 kilómetros cuadrados con una población aborigen superior a los 250 mil habitantes”.
Microbiólogos, nutricionistas, estudiantes e investigadores, auscultan qué saben los indígenas sobre la covid-19, tuberculosis, mortalidad y morbilidad y en qué medida el personal médico de esas alejadas zonas está enterado de las enfermedades, sus síntomas, la seguridad alimentaria y nutrición de las familias aborígenes sin afectar la cultura y sus tradiciones. La tuberculosis presenta síntomas bien marcados: Dificultad en la respiración, tos con expectoración o sin ella en dos semanas, esputo sangrante, sudoración en la noche, pérdida de apetito y peso.
Por lo menos los investigadores encontraron ochenta casos, un 12.3 por ciento, en 31 mujeres y 49 hombres. Lo preocupante es que las víctimas son menores de 18 años y la enfermedad es más frecuente en personas de 27 y 59 años. El sistema de vigilancia en Salud Pública detectó 72.1 casos de tuberculosis por cada 100 mil habitantes, la más alta tasa de Colombia y en 2016 reportó 137 casos por cada 100 mil habitantes en el departamento Amazonas.
Como siempre ha ocurrido, centenares de años atrás, la cultura autóctona se ha “protegido” de la penetración científica. Son los “curacas” quienes autorizan la presencia de brigadas médicas. En la mayoría de los casos estudiados existen indígenas con la tuberculosis latente aun cuando se sienten en buen estado de salud, pero pueden desarrollar la enfermedad por una merma en las defensas corporales. “Se trata de un problema de salud pública severo, cuya erradicación es dificultoso”, explica el curso de la investigación. También se estableció resistencia a las medicinas conocidas en pacientes afectados. Otro de los aspectos negativos en la población indígena infantil es el retraso en el crecimiento. La nutrición es una de las defensas naturales contra la tuberculosis. Los planes oficiales se orientan a la educación de la población amazónica en la preparación de la comida, de acuerdo a tradiciones culturales. La falta de agua potable y el hacinamiento también son factores para la expansión de esta enfermedad infecciosa, provocada por un bacilo que se transmite a través del aire, caracterizada por la formación de tubérculos o nódulos en los tejidos inflamados, afectando los pulmones.
Para frenar el avance de la enfermedad trabajan en el Amazonas la Universidad Nacional, Departamento Nacional de Planeación, Colciencias, Sistema General de Regalías, Gobernación del Amazonas, Alcaldía de Puerto Nariño. También surgió la Escuela de Líderes, gestores en seguridad y soberanía alimentaria en la cual participan indígenas Cocama, Ticuna y Yagua.
Cartillas y folletos en lenguas indígenas constituyen herramientas educativas contra la tuberculosis y el coronavirus. Según el DANE, el Amazonas tiene una población de 79.100 habitantes con cobertura en internet de 2.22% y la fuente para preparar los alimentos es agua lluvia con un 57%. Su nivel de pobreza multidimensional es del 77%, condiciones que constituyen obstáculos en el cumplimiento de las medidas de higiene para evitar el contagio de la covid-19.
El rector en la protección, promoción y defensa de los derechos humanos, Palechor Salazar, describe que “la Amazonia es un espacio con gran diversidad cultural, donde se hablan 50 lenguas y abarca 12.200 años de historia, la cual debe ser protegida”. Y subraya “el coronavirus es un virus más que se suma a las pandemias con las cuales por siglos han convivido los grupos étnicos del Amazonas”.
Permanentes las quejas de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana –OPIAC- por el abandono estatal para contrarrestar la covid-19 en las diferentes tribus. El gobierno planteó la militarización fronteriza con el fin de impedir la propagación del coronavirus, el cual afectaría las condiciones de vida de los originarios, pues los productos de abastecimiento del territorio provienen del Perú y Brasil con fronteras terrestres de 1626 y 1645 kilómetros, conectadas diariamente, en razón que subsisten sin tener líneas divisorias.
Las agrupaciones indígenas Acima, Acitam, Aipea, Azicath, Aiza, Asointam, Aciya, Azcaita, Aticoya, Cimpum, Crima, Coinpa, y Pani, junto a los cabildos Capiul, Chitcoyd y Tiwa, consideraron el 23 de marzo de 2021 las medidas preventivas siguientes para evitar la pandemia: Fortalecer las actividades y espacios tradicionales que implementen la prevención, protección y curación del planeta desde el conocimiento de los pueblos milenarios. Adoptar medidas y controles para la salida y movilidad de los indígenas de las comunidades a otros territorios. Impedir las reuniones de más de cincuenta personas. Prohibir el ingreso por vías aérea, fluvial y terrestre de hombres y mujeres ajenos a los territorios autóctonos, y sacar de sus espacios a las personas que no pertenezcan y/o habiten el área, que se encuentren adelantando cualquier actividad. A pesar de estos consejos, la situación salió de cauce.