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Huellas XXI
Por Gerney Ríos González
El grueso de la población colombiana, aprovechando el estallido social de la juventud en las manifestaciones del año 2021, debe exigir al “sistema” grandes cambios en los gobiernos futuros.
Los votantes acogerán la justa idea del general Leonardo Alfonso Barrero Gordillo, excomandante de las Fuerzas Militares de Colombia y promotor de los derechos humanos originarios, para que las carteras de agricultura y cultura, queden en las manos de los indígenas nuestros, en aplicación de la Declaración de la Organización de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas de septiembre de 2007.
La juventud colombiana ha despertado y es hora de aprovechar esta alborada histórica para empujar los cambios que urgentemente reclama la sociedad nueva que empieza a formar otros cuadros dirigentes.
Así, gana terreno político y social la propuesta nacional para que dos ministerios sean desempeñados por indígenas. Será el reconocimiento a las luchas de los nativos, a diversas comunidades ancestrales cuya batalla de siglos por la defensa de la tierra, sus principios cosmogónicos, el aporte de sus fuerzas a la emancipación y libertad, tutelaron Simón Bolívar, Antonio Nariño, José María Córdova, Francisco de Paula Santander en la Gran Colombia, hace más de dos siglos; y además, un acto de justicia con estos verdaderos propietarios de la tierra de América tan perseguidos y diezmados en todos los gobiernos que en la historia inconclusa de la Patria colombiana han detentado el Poder.
Las juventudes hoy, entusiasmadas con los brotes democráticos que germinan en las protestas sociales, ya inatajables deben acoger en sus luchas actuales la idea de dar esos ministerios a líderes indígenas, cuya capacidad de gobierno e inteligencia para manejar las riendas del Estado, no admiten dudas.
Concebimos esta idea en la Comunidad Andina de Naciones y ya cuenta con el respaldo de buena parte de la academia. El país justo que comienza a forjarse al amparo del “estallido social” tiene colectivos ancestrales en las cuales es fácil encontrar centenares de sobresalientes inteligencias que podrían, desde esas carteras, fortalecer y ampliar la cultura y la agricultura, rescatando los cuadros del arte y la literatura tan descuidados en el momento y redimir el campo productor, la salud y vida de los campesinos e indígenas colombianos, tan menospreciados siempre por los dueños del poder de todos los gobiernos.
Por tanto, se hará justicia al olvido oficial que ha prevalecido siempre con respecto a estos importantes segmentos sociales colombianos e indoamericanos, tan maltratados en la historia, propia y universal.