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CNN — Gustavo Petro es el presidente electo de Colombia. Después de una segunda vuelta marcada por la ausencia de debates y con revelaciones, acusaciones y escándalos para ambas campañas, el candidato del Pacto Histórico venció a Rodolfo Hernández.
Hernández reconoció rápidamente la victoria de Petro en la tarde del domingo. Ahora el país comienza una nueva etapa con el precedente de esa polarización, con la llegada de una fuerza política no tradicional y la derrota de los partidos tradicionales, y con una participación electoral inédita que llevó por primera vez a una afrocolombiana al poder, la vicepresidenta electa Francia Márquez.
CNN consultó a analistas para explicar el triunfo de Petro y estas son algunas de las conclusiones de la elección presidencial en Colombia.
1. Colombia eligió por primera vez un presidente de izquierda
Petro es el primer presidente de izquierda de Colombia luego de haber sido guerrillero del M-19, ser uno de los firmantes de la desmovilización de ese grupo, sumarse a las fuerzas políticas que nacieron de ese acuerdo de paz, como los partidos Polo Democrático y Colombia Humana. Antes de él, solo Carlos Gaviria en 2006 había tenido una votación significativa de la izquierda, pero fue Petro en su tercer intento el que consolidó la llegada histórica de un político de ese espectro al poder.
En un país marcado por la lucha contra grupos guerrilleros que durante la segunda mitad del siglo XX pasaron de ser autodefensas campesinas a insurgentes de ideologías comunistas y socialistas, esto no es un hecho menor. Tampoco lo es que Petro sea exguerrillero, algo a lo que apuntan muchos de sus críticos, pero triunfó como un político a toda ley con más de 30 años de trayectoria y luego de haber tenido pasos notorios por la Cámara de Representantes, el Senado y la alcaldía de Bogotá.
Luis Eduardo Celis, asesor de la Fundación Paz y Reconciliación, dijo a CNN que es notable que por primera vez en Colombia el presidente sea de izquierda, mientras que en países como Uruguay, Chile y Brasil ya ha habido décadas de presidentes de izquierda.
A pesar de contar con el apoyo de muchos políticos tradicionales y algunos de ellos cuestionados, como Roy Barreras y Armando Benedetti, es la primera vez que un político alejado de los partidos tradicionales y los grandes grupos de poder llega al cargo más importante del país. Aunque desde hace años es, de hecho, parte de la política tradicional, Petro no es reconocido como un miembro de la élite y su campaña reflejó la mirada a la población diversa, las minorías con el enfoque social que pocas veces había triunfado.
El analista, excandidato a la alcaldía de Bogotá y exministro Eduardo Pizano le dijo a CNN que es notable la llegada de un candidato de izquierda a la Presidencia, pues Colombia «era uno de los pocos países de Latinoamérica que no había tenido un presidente de centro-izquierda».
Vicente Torrijos, profesor de Ciencia Política en la Escuela Superior de Guerra General Rafael Reyes Prieto, resalta que «Petro llega de una manera sorprendente: prácticamente superando todas las cifras».
Para Torrijos, Petro ganó por tres razones: porque logró la unidad de la izquierda, por su mercadeo político y por haber logrado atraer a las élites políticas tradicionales.
Pizano, por su parte, explica que Petro «tiene un gran reto para gobernar en un país cuya economía no está en sus mejores condiciones».
«El país tiene unos problemas de inequidad y pobreza, de alto desempleo e informalidad y hay un grupo grande de colombianos que no se ha logrado sincronizar con los grandes cambios de los años 90: la modernización y el crecimiento económicos del país. Quedó gente por fuera y ese es el electorado de Petro», dice Pizano.
El desafío de resolver esas problemáticas no es menor, pues sus propuestas han recibido críticas del empresariado: en entrevista con CNN antes de la segunda vuelta, la periodista Juanita León explicó que las propuestas de Petro de reforma tributaria, en el sistema de salud y las pensiones «son temas en que los inversionistas generan bastante inquietud».
El analista Celis dice que el mensaje de Petro es uno de unidad e inclusión —»a excepción del uribismo puro y duro»— lo que lo llevaría a conseguir consensos en su Gobierno.
2. Rodolfo Hernández perdió por cuenta propia
Tras la primera vuelta, analistas consultados por CNN dieron casi que por descontado que Rodolfo Hernández, un empresario y candidato independiente conocido por su lenguaje coloquial y su campaña atípica, recogería los votos de la derecha, cuyos grupos políticos concentraron su apoyo hasta el 29 de mayo en Federico «Fico» Gutiérrez, que fue tercero en esa primera ronda.
Pero en estas tres semanas las declaraciones de Hernández desmarcándose del uribismo —los votantes que apoyan a Álvaro Uribe y su partido, Centro Democrático, del actual presidente Iván Duque—, así como de los sectores tradicionales, al parecer lo alejaron de los votantes que muchos pensaban que sumaría de manera automática.
Las encuestas, que mostraron un ascenso considerable de Hernández poco antes de la segunda vuelta, reflejaron que el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción se había estancado. Los resultados lo demostraron: Hernández pasó de 5,9 millones de votos a 10,5 millones de votos, un aumento de 4,6 millones, menos que los 5 millones que obtuvo Fico Gutiérrez en primera vuelta.
Hernández creció más que Petro en primera vuelta, pero no le alcanzó para superar la ventaja que ya Petro había amasado.
Para el exministro Pizano, Petro tuvo una «organización electoral mejor que la de Hernández. «Rodolfo se quedó solo en las redes sociales y le faltó apoyo en zonas rurales». Pizano explica que el plan de Hernández estaba concentrado solo a través de redes y el impulso ciudadano, pero cuando los electores están lejos del puesto de votación como en las zonas más apartadas de los centros urbanos, «hay que apoyarlos para que lleguen a votar». Eso, según Pizano, no lo hizo Hernández.
Torrijos describió la candidatura de Hernández como una de un «advenedizo», muy lejana al programa estructurado de Petro.
Otra de las cosas más comentadas hacia la segunda vuelta fue la falta de debates. Antes de la primera vuelta hubo una veintena: Petro asistió a cinco debates y Hernández fue a siete. Pero tras pasar a segunda vuelta Hernández anunció que no asistiría a debates y, aunque esta última semana de campaña el Tribunal Superior de Bogotá ordenó a los candidatos presidenciales programar un debate, este no se realizó: Petro aceptó hacerlo y Hernández dijo que lo haría con varias condiciones, y su equipo de campaña no asistió a la reunión para organizarlo en Bogotá.
¿Fue un tiro al pie? «Los candidatos tienen que salir, los electores los tienen que tocar. Me parece que había regiones donde él debería haber hecho su trabajo, pero se encerró en su departamento, Santander y en su ciudad, Bucaramanga», dijo Pizano, quien evaluó que haber rehuido al debate no fue bueno para el candidato.
La campaña de Hernández desde la primera vuelta fue atropellada: dio declaraciones polémicas y salieron a la luz escándalos previos. Una postura muy criticada por sus contradictores fue la que tuvo frente a los temas concernientes a las mujeres.
Hernández no fue al debate organizado por más de 30 organizaciones de mujeres, feministas y LGBTQ, al que sí asistió Petro.
«La mujer metida en el Gobierno, a la gente no le gusta”. La frase de Hernández en una entrevista en Bésame Radio a finales de mayo. El pedazo de la entrevista generó controversia y al candidato lo calificaron de misógino y sexista. No obstante, tanto Hernández como la estación radial comunicaron el contexto completo de la declaración. El conductor radial Marcelo Cezán le preguntó: “Me contaron que la mujer ha sido importante en su vida personal y en su vida política; muchas de su gabinete en la alcaldía de Bucaramanga eran mujeres. ¿Usted cree en la labor de la mujer, en la dirección, gobernando, dirigiendo cosas de alguna manera?”.
Hernández precisó entonces que él se refería a cuál sería el papel de su esposa, Socorro Oliveros, si llegara a ganar las elecciones: “Es bueno que ella haga los comentarios y apoye desde la casa. La mujer metida en el Gobierno a la gente no le gusta, porque ven que es invasiva y que no fue a la que eligieron, eligieron fue al marido. Entonces si hay algo que me tenga que decir, ella cree, Socorro, mi esposa, ella me lo va a decir en la casa, pero no estar metida allá con carro, chofer, asesores, gastándole plata a la ciudadanía, no estamos pa’ eso», dijo. «Este próximo Gobierno le toca ponerse las pilas a ahorrar”.
En abril, en una entrevista con Radio Nacional de Colombia, Hernández, dijo: «Yo recibo a la Virgen Santísima y a todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella, a todo el mundo lo recibo, pero que no les cambio el discurso». Esa declaración fue retomada por críticos y medios en junio antes de la segunda vuelta, lo que llevó a Hernández a reconocer que se equivocó y a Íngrid Betancourt, quien se sumó a la campaña de Hernández, a ir a una iglesia a pedirle perdón a la Virgen.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Colombia 78,2% de los colombianos son católicos.
3. Un país dividido: Gustavo Petro sí tenía un techo más alto, pero la diferencia fue estrecha
Petro obtuvo la presidencia con más de 11,2 millones de votos, algo más del 50% de la votación. Petro, que había sumado 8,5 millones en primera vuelta, creció 2,7 millones de votos, lo suficiente para ratificar su predominancia en la elección. Pero los resultados muestran un país dividido: la ventaja es clara, pero no amplia.
Petro logró convencer a electores que no lo apoyaron en primera vuelta, más que los del candidato de centro Sergio Fajardo (que obtuvo poco más de 885.000 votos en primera vuelta), y creció su caudal, pasó el techo que algunos analistas dijeron que había tocado.
La diferencia final fue de alrededor de 718.000 votos, 3,22 puntos porcentuales.
Hernández y su candidata a la vicepresidencia, Marelen, Castillo reciben por ley los cargos de senador y representante a la Cámara y serían opositores al nuevo Gobierno en el Congreso. Pero se sumarían a una variedad de partidos que no hacen parte de la coalición Pacto Histórico. La Liga de Gobernantes Anticorrupción solo obtuvo dos escaños en las elecciones legislativas de 2022.
«En este momento no existe oposición en Colombia, la oposición quedó absolutamente huérfana desde el punto estratégico. En desbandada, difuminada y sinceramente me temo que el ingeniero Hernández no es la persona que puede desarrollar un liderazgo suficientemente aglutinador para una oposición sólida y tan necesaria», dijo Torrijos.
Agregó, citando al mismo Hernández, que «el uribismo está sepultado». El analista señaló que en la derecha ahora hay «orfandad» y que ni Hernández ni Gutiérrez serían inmediatamente los líderes que necesitaría la oposición.
4. Por primera vez hay una persona negra en la Vicepresidencia: Francia Márquez
Colombia pasará de la primera mujer vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, a la primera vicepresidenta negra, Francia Márquez. Es un hecho histórico. Como en muchos países de Latinoamérica, en Colombia los negros son una población que poca representación política ha tenido a nivel nacional. Según el DANE, la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera es del 9,34% de la población total nacional, según cifras de 2018.
Aunque los negros tienen dos escaños en el Congreso como circunscripción especial afrodescendiente y ha habido alcaldes, gobernadores y ministros negros, es la primera vez que una persona negra ocupa el cargo de vicepresidente.
Márquez (quien creció en Yolombó, Cauca, en 1981) es, según su propia descripción, la primera mujer «negra, afrodescendiente, oriunda de las regiones más empobrecidas». Fue la gran revelación de las consultas internas (fue la tercera más votada de todos los aspirantes) y llega al poder sin un recorrido político amplio.
Márquez recorrió gran parte del país con una campaña para —según ella— dignificar la política y hacer visibles a «los nadie», a las mujeres violentadas y a las víctimas de las violencias de este país.
La vicepresidenta electa nació en una montaña en medio de dos ríos en el municipio de Suárez, Cauca, en el suroeste de Colombia. Allí, según contó, aprendió de minería, agricultura y pesca. Desde muy joven empezó a liderar espacios en su comunidad, y a empoderar a los suyos, incluso desde el reconocimiento de su negritud, en un país altamente racista.
Es mamá de dos hijos, a quienes, por miedo, tuvo que sacar del país mientras realizaba la campaña actual, afirmó en marzo. Es abogada graduada de la Universidad Santiago de Cali y fue galardonada en 2018 con el Premio Goldman, algo así como un ‘Premio Nobel del Medio Ambiente’ por su lucha en la comunidad de La Toma «parar la minería ilegal de oro en su tierra ancestral» que estaba contaminando con mercurio el río en el que pescaba toda su comunidad.
5. Subió la participación. También el voto en blanco (pero no mucho)
En primera vuelta hubo una participación de 54,91% y una abstención del 45,09%. En la segunda vuelta participó 58,07% de los electores, una abstención del 41,93%.
Frente a una campaña poco común con dos candidatos considerados por algunos analistas como antisistema y que despertaban muchas críticas, algunos anticipaban una mayor abstención. No fue así, más gente acudió a las urnas que el 29 de mayo.
Otro camino era que creciera significativamente el voto en blanco, pero pasó del 1,73% en primera a 2,24% en segunda vuelta. De 366.623 votos a poco más de 500.00, la gente se decidió por alguno de los dos candidatos.
El analista Torrijos dice que es un «récord» de participación que llevó a Petro al poder, según él poco común en las democracias occidentales donde el voto es voluntario.
También es destacable que la jornada electoral transcurrió sin problemas y que una vez se conocieron los resultados no hubo incidentes. «La democracia colombiana sale muy fortalecida. No hay ningún síntoma de violencia o golpe de Estado. Nada de eso ha sucedido», dijo Torrijos.