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Banco Mundial
Saskia de Pee & Felipe F. Pinzón
¿La comida que comemos es buena para nosotros? ¿Es buena para el medio ambiente? ¿Es asequible, especialmente para las mujeres y los niños? Si bien a menudo pensamos en estas preguntas separadamente, responderlas de manera conjunta nos ayuda a entender la situación actual de las dietas, y cómo serán estas en el futuro para avanzar en el el objetivo de que las personas y el planeta sean más saludables.
Pasar de parámetros mundiales a evaluaciones locales
La comparación de nuestras dietas con las guías dietéticas basadas en los alimentos de los países da una señal de cuán saludable y nutritiva es la comida que comemos frente a normas de buenas prácticas establecidas a nivel local. Sin embargo, estas directrices no suelen tener en cuenta el impacto en el medio ambiente.
La “dieta de salud planetaria” creada por la Comisión EAT-Lancet es una dieta de referencia que tiene en cuenta tanto la salud humana como el medio ambiente, e incluye las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el uso del agua y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, si bien este parámetro de referencia propone un estándar mundial, el consumo real, la asequibilidad y los impactos ambientales varían de un país a otro.
Por ejemplo, según un estudio realizado en 2020 publicado en Nature Food , si todos los países adoptaran la dieta de salud planetaria, las emisiones mundiales de GEI totales disminuirían de manera considerable, pero en algunos países, principalmente en los de ingreso bajo y mediano, donde estas son muy bajas, aumentarían. Además, como se señala en otro estudio de 2020 publicado en Global Environmental Change (i), los distintos ajustes respetuosos con el medio ambiente en nuestras dietas tendrán impactos diferentes en las emisiones de GEI y el uso del agua.
Un enfoque único para comprender el impacto de las dietas en el medio ambiente no funcionará. Más bien, un buen inicio sería evaluar el patrón de la dieta, el valor nutricional, el impacto ambiental y el costo y la asequibilidad del consumo actual de alimentos a nivel nacional, y luego comparar esto con las directrices locales y con distintos escenarios dietéticos.
Las emisiones de GEI aumentarán en Bangladesh si las dietas se ajustan a las directrices dietéticas nacionales, y se incrementarán aún más si las dietas cumplen con la dieta EAT-Lancet
Un estudio realizado por el Bano Mundial y el Programa Mundial de alimentos en Bangladesh revela cómo ha variado el consumo de alimentos entre los años 2000 y 2016.
En 2016, los habitantes de Bangladesh consumían menos alimentos básicos con almidón, más frutas, verduras, pescado, carne y huevos, pero también más azúcar y aceite. Si bien se han logrado algunos avances nutricionales, el consumo de alimentos presentaba grandes deficiencias en la ingesta de micronutrientes en 2016. Por otra parte, las emisiones de GEI del país derivadas del consumo de alimentos aumentaron en un 15 % entre 2000 y 2016, impulsadas en gran medida por el incremento del consumo de carne bovina.
Este análisis también muestra que las emisiones de GEI aumentarían en un 10 % si el consumo se ajustara a las directrices alimentarias nacionales y en más de un 20 % si se adaptara a las guías sanitarias planetarias, en gran parte debido a las recomendaciones sobre el consumo de leche. Por consiguiente, es fundamental que las inversiones en el aumento de la productividad (i) y la diversificación agrícolas se orienten hacia la producción menos intensiva y climáticamente inteligente.
En otros trabajos realizados en Bangladesh (consultar este documento [i] y este informe [PDF, en inglés]) se ha planteado que muchas personas no pueden costear dietas saludables y nutritivas. Algunas, como las niñas adolescentes (i), también tienen mayores necesidades de nutrientes en comparación con las necesidades de energía, que tienen un costo más alto y las ponen en un mayor riesgo de malnutrición. También sabemos que, a nivel mundial, las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas (i) por la crisis de seguridad alimentaria y nutricional.
En un análisis realizado en Indonesia (i) por investigadores no pertenecientes al Banco Mundial, se comparó el consumo actual de alimentos con una serie de escenarios dietéticos. Para cada escenario, se estimó el valor nutricional, las emisiones de GEI, la huella hídrica y el costo. Dicho análisis permite luego explorar diferentes oportunidades para mejorar el valor nutricional y la asequibilidad, limitando al mismo tiempo el impacto ambiental de las dietas.
Una plataforma para encontrar sinergias y optimizar los beneficios
Encontrar sinergias y maximizar los beneficios, reduciendo al mínimo las desventajas, será clave para la transición hacia dietas más saludables para las personas y el planeta. Es fundamental que los responsables de formular políticas tengan acceso a herramientas que ayuden a identificar estas sinergias para facilitar un proceso más informado de adopción de decisiones en torno a la política alimentaria.
Un modelo de análisis medioambiental, nutricional y sanitario para las dietas de los consumidores y de emergencia de los países (ENHANCE)
ENHANCE es una herramienta prometedora que está desarrollando el PMA, Capgemini, el Laboratorio Hambre Cero de la Universidad de Tilburg y la Universidad Johns Hopkins. Contempla una plataforma de libre acceso en la que se utilizan análisis a nivel nacional y subnacional para identificar sinergias entre el costo, el impacto ambiental, las preferencias dietéticas y la suficiencia de nutrientes, incluso para los más vulnerables, con el fin de contribuir a fundamentar las acciones y políticas de transformación de los sistemas alimentarios.
En conjunto con el desarrollo de estas herramientas para comprender mejor el impacto nutricional y ambiental de las dietas, el Banco Mundial ayuda a los Gobiernos a evaluar la oportunidad de reorientar las políticas agroalimentarias para lograr dietas más sostenibles y saludables.
Hay maneras de rediseñar las políticas públicas para reducir el costo de las dietas y lograr los mayores beneficios para todos (consultar este informe [i]), entre ellas:
- Adaptar los métodos de producción de alimentos para reducir el impacto ambiental y apoyar la producción de cultivos más nutritivos
- Aumentar el valor nutricional y minimizar las pérdidas nutricionales en el procesamiento y la fortificación de los alimentos
- Mejorar el acceso de los más vulnerables a alimentos enriquecidos y nutritivos en los programas de protección social y en las escuelas y los lugares de trabajo
- Orientar las preferencias de los consumidores a través de estrategias para lograr cambios de comportamiento y sociales