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El País
Berna González Barbur
Normalmente son los países agresores los que sufren sanciones de la comunidad internacional. Y es la ONU quien condena los excesos. Está ocurriendo al revés.
El Gobierno de Israel se ha enfadado tanto con el secretario general de la ONU que ha decidido denegar la entrega de visados a sus representantes y ha pedido su dimisión. António Guterres condenó los ataques de Hamás, pero también aseguró que no vienen “de la nada”. Lo que es verdad. Ayer se ratificó y dijo:
“Los ataques de Hamás no han salido de la nada. Los palestinos viven una ocupación sofocante desde hace 56 años, su tierra ha sido devorada poco a poco por asentamientos, y sus esperanzas de una solución política se han desvanecido, pero sus reivindicaciones no pueden justificar los ataques de Hamás ni el castigo colectivo a la población palestina”.
Guterres apeló a un alto el fuego y defendió la solución de los dos Estados conforme a las resoluciones de la ONU, la organización que precisamente alumbró la participación de Palestina en 1947. El Consejo de Seguridad, como es habitual, ha fracasado a la hora de alzar una voz unida ante el conflicto. Pedro Sánchez, que también sufrió hace días la condena de Israel por supuesta alineación con Hamás en las filas del Gobierno, le ha mostrado su apoyo.