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Roma es considerada una de las potencias imperiales más exitosas de la historia de la humanidad, asegura la Enciclopedia Britannica. Durante siglos, la metrópoli pasó de ser una pequeña ciudad a orillas del río Tíber (en el centro de la actual Italia) a convertirse en el vasto Imperio Romano.
Incluso llegó a abarcar parte de la actual Inglaterra, toda la región continental de Europa al oeste del río Rin y al sur del Danubio, la mayor parte de Asia al oeste del río Éufrates, el norte de África y las islas del Mar Mediterráneo.
Fundada en el año 753 antes de Cristo (a.C.), la ciudad de Roma pasó por acontecimientos que condujeron a la fundación de la república en el 509 a.C., el establecimiento del Imperio (en el 27 a.C.) y su eclipse final como Imperio de Occidente en el siglo V después de Cristo (d.C.).
La última época dorada del Imperio Romano
Britannica explica que la desaparición de la República Romana para instaurarse como Imperio Romano sucedió a raíz de una serie de guerras civiles y malestares en la población durante el gobierno dictatorial de Julio César en el siglo I a.C.
El Imperio Romano (27 a.C. – 476 d.C) se instaló como la civilización con la estructura socio-política más extensa del occidente durante su máximo esplendor. Esta etapa de la historia romana estuvo atravesada por momentos de paz, guerra y saqueos que llevaron al Imperio a dividirse en dos partes hasta que uno de ellos cayó con la muerte de su último emperador.
Entre los años 98 d.C. y 180 d.C, la metrópoli vio un auge en su administración política y militar mediante el breve lapso de dos años de gobierno de Marco Coceyo Nerva, un miembro del senado muy anciano. Luego, se instauró un grupo de personas conocidas como los “cinco buenos emperadores”: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio.
Estos líderes comandaron la Roma Imperial entre aquellos años, conocidos como la época dorada. Según la enciclopedia, los romanos fueron testigos de una considerable expansión y consolidación. Pero todos los cambios que ocurrieron durante esta era, por beneficiosos que fueran, trajeron consigo los males concomitantes de una centralización excesiva.
La caída definitiva del Imperio Romano
Al día de hoy no hay un acuerdo preciso acerca de los motivos que llevaron a la caída del Imperio Romano, explica la Enciclopedia Mundial de Historia, una organización sin fines de lucro que pretende mejorar la educación histórica en todo el mundo.
Entre otras cosas, el artículo publicado en el año 2018 menciona que el cristianismo jugó un papel fundamental ya que la nueva religión (instaurada en el siglo IV) minó las costumbres sociales del imperio que proporcionaba el paganismo.
Por otra parte, Britannica asegura que el siglo venidero a los cinco buenos emperadores estuvo plagado de conflictos y mala gestión, los cuales fueron sucedidos por una serie de emperadores que gobernaron haciendo mal uso de la milicia, la riqueza y el poder reestablecido por la época dorada del Imperio Romano.
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El punto cúlmine que distingue a esta serie de emperadores es el de Teodosio I, el último emperador que gobernó el Imperio antes de dividirse. Según la Enciclopedia de Historia, el Imperio Romano era inmenso territorialmente, lo que ocasionó una inestabilidad política en sus gobernantes.
Por lo tanto, Roma se dividió en los imperios oriental y occidental hacia la muerte de Teodosio, en el año 395 d.C. Estas facciones tenían intereses propios y miradas distintas de un imperio a otro, lo cual derivó en la debilitación de uno en comparación con el otro.
Por un lado se encontraba el Imperio Occidental, que padecía repetidas invasiones y la huida de los campesinos a las ciudades. Y por el otro, el Imperio de Oriente, donde las especias y otras exportaciones prácticamente garantizaban riqueza y estabilidad y se encontraban en una situación de ventaja.
En el año 410 d.C, la ciudad occidental sufrió una serie de saqueos en Roma por parte de los Visigodos, una nación errante de pueblos germánicos del noreste, explica Britannica. A esta serie de actos ilícitos se le suma la destitución del último emperador romano, Rómulo Augusto, en manos de un caudillo germano llamado Odoacro.
Según Britannica, Rómulo era un usurpador y un traidor no reconocido como gobernante legítimo por el emperador oriental. Aunque su muerte se considera el fin de una era en la historia de la civilización romana.
Por otro lado, la región oriental del Imperio Romano, más rica y fuerte, continuó como Imperio Bizantino durante la Edad Media.