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Por Ricaurte Losada Valderrama
La violación constante y tan extendida de los derechos humanos en Colombia es quizás nuestra mayor desgracia, entre las tantas que padecemos y, por ende, afecta tanto nuestras vidas que socava la democracia y hasta el alma nacional.
Empezando por la guerra casi permanente en que vivimos, se afectan todos los derechos humanos y se desconoce el derecho interno, el derecho internacional y, por lo tanto, el derecho internacional humanitario; cuando se mata a diario, hay desconocimiento de la vida que aunque sobraría decirlo, es el principal, fundamental y esencial derecho humano, sin el cual los restantes dejan de existir; cuando se saquean de manera inmisericorde los hogares se dejan expósitas familias enteras y cuando se atenta contra la propiedad queda sin sentido el ahorro y se pierde el optimismo sobre proyectos y perspectivas futuras.
Además, entre las múltiples consecuencias del desconocimiento de los derechos, cuando no se paga un justo salario, se atenta contra el trabajo honrado y se le abre el camino a males tan graves como el narcotráfico; cuando se saquean las arcas del Estado se propicia su ineficiencia e ineficacia y se acentúa la corrupción; cuando se condena impunemente por falta de justicia se corrompe el propio Estado y, así sucesivamente en el diario vivir de los colombianos hay rampante desconocimiento de los derechos que están en todas partes, en razón a que no hay nada en el ser humano que no tenga que ver con sus derechos y deberes.
Sin embargo, de los deberes poco o nada se habla y lo más grave es que a partir de la propia Constitución se le da prevalencia destacada a los derechos sobre los deberes. Insólito error que no hemos corregido después de más de tres décadas de haber sido expedido el Estatuto Superior que nos rige desde 1991.
Todo esto y muchísimo más sucede en una sociedad generalmente resignada a que no haya solución distinta a ser víctima de la violación de sus derechos y a unos seres humanos que poco se ocupan de sus deberes en razón a que la misma concepción institucional errónea así lo consagra.
Sin embargo, estamos llenos de instrumentos de defensa de los derechos humanos que con mucha frecuencia se quedan en el papel porque con frecuencia no se aplican. Simple y llanamente los incumplimos en detrimento del patrimonio del Estado que es el nuestro y por el pago de condenas millonarias que además lesionan la imagen internacional del país.
Además y como bien lo ha determinado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, hasta se desconocen derechos que hacen parte del ius cogens internacional, es decir, normas imperativas, como el desconocimiento de la garantía de la igualdad y la prohibición de la discriminación, la prohibición de la servidumbre y la obligación de investigar las graves violaciones de los derechos humanos y de sancionar a los responsables.
Y no debe olvidarse que la teoría de los derechos humanos llevada a cabo desde el punto de vista filosófico que con frecuencia no se aplica, está relacionada con la doctrina del derecho natural que debiera inspirar más al derecho positivo para que este siempre responda en la teoría y en la práctica a la dignidad humana.
@ricaurtelosada