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Por Carlos Villota Santacruz
“Me fui a la calle, porque estoy aburrida. Estoy cansada de pasar hambre. No tengo, agua, no tengo nada. Los apagones que nunca paran, me hacen faltar el aire. No encuentro quién me opere de mis cataratas”, dijo Sara Naranjo, una mujer cubana de 85 años de edad, quién en la primera semana del mes de julio, salió a la calle, en La Habana, para sumarse las protestas contra el régimen del presidente Miguel Díaz Canel.
El “Florero de Llorente” fue el aumento acelerado de contagios y muertes por la pandemia del coronavirus y la ausencia de alientos. Es decir, el virus “chino” hizo visible es malestar interno en Cuba, bajo el protagonismo de sus habitantes, que deja como saldo 6 militares de alto rango muertos y más de 800 detenidos.
“La dictadura de izquierda, que vive la isla por más de 6 décadas, originó el repudió de quienes abrazamos la libertad y la democracia. De entrada, con las protestas, se violentó los derechos humanos de los cubanos –en medio del bloqueo de internet-. Una situación qué a través del paso de las semanas, hay que mirarla con “lupa” porque compromete la vida de millares de personas.
La pregunta, es ¿que ha seguido después de las protestas en Cuba? Es claro, que el malestar de los cubanos sigue vigente. Igualmente, la represión. El día después de las protestas, la tensa calma se siente dentro y fuera del Gobierno, que por todas las vías busca desdibujar y “apagar el incendio” con apariciones en medios de comunicación, argumentado que han enfrentado la pandemia con éxito.
Un hecho alejado de la realidad. Las estadísticas de contagios y fallecidos sigue creciendo. El rostro de esta radiografía es una cara amable que coloca el Gobierno y la cara “agría” que coloca el pueblo. Nadie con hambre, puede tener una voz de respaldo al régimen de Canel, qué de manera precipitada, a sus seguidores a salir a las calles, para “frenar” la solicitud de cambio que reclama en la recta final del 2021, más de 70 por ciento de la población.
La orden de combate, está dada. A los gritos de libertad y a bajo de la dictadura, el régimen Cuba, se resiste a escuchar a los ciudadanos, a pesar de la falta de medicamentos y la pobreza en la isla. No hay fórmulas, que permitan contener el impacto del Covid-19. Lo que es evidente, es que la pandemia, hizo que esta “ola ciudadana” dejará a tras el miedo, para reclamar libertad.
Son varias generaciones que lo han entregado todo por la Revolución. Una Revolución, que hace rato que ya no existe. Es un grupo “pequeño” que persisten en seguir en el poder y mantener sus privilegios.
Al otro lado de la orilla, está el pueblo más necesitado y con más carencia económica, en materia de salud. Los cubanos, ya no pueden más. Se puede ver en las calles, a una juventud sin esperanzas. Una juventud, que más que hambre, está necesitada de libertad para ser. Para crecer. La isla, es un país “maniatado” que ya no puede más. No tienen, nada que perder. Por eso, el pasado mes de julio de 2021, salieron a las calles.
Los cubanos que han regresado a su país, advierten que han sido tratados como ciudadanos de tercera. Además, tienen que pedir permiso para poder entrar. Quienes han sido protagonistas de estos hechos, como el cantante Bebo Cárdenas, no han podido escapar de la depresión, al ver esta fotografía de su país.
Lo sucedido en Cuba, es el comienzo del fin. El comienzo de un despertar del pueblo. De un pueblo que sabe que no hay marcha atrás. Para los cubanos que están en el exterior, se abraza este momento con mucha esperanza e ilusión, que de una vez por todas llegue la libertad. Con la presencia de Estados Unidos y la comunidad internacional. Esta, es una “llama” que ya se encendió. Los cubanos “abrieron los ojos”. Es un sistema político que no funciona. Está, probado en el mundo. A propósito de este comentario.