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Banco Mundial
Es fácil ver cómo el comercio internacional contribuye al cambio climático. Los buques, camiones y aviones que trasladan mercaderías por todo el mundo contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Y la producción de bienes que se comercian internacionalmente —desde alimentos como el trigo y el maíz hasta productos como el acero y el cemento— también son fuentes de emisiones. En total, una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero se relacionan con los flujos de comercio mundial.
Sin embargo, el comercio es también una parte vital de la solución al cambio climático. Si se produce una tormenta o una inundación, el comercio proporciona los suministros de emergencia, alimentos y medicamentos, y los bienes necesarios para reconstruir. Y el comercio distribuye asimismo los servicios, las tecnologías y los bienes que pueden reducir las emisiones de carbono, como paneles solares y turbinas eólicas.
Según un informe (i) reciente del Banco Mundial, los países de ingreso bajo y mediano son un componente central del nexo entre el comercio y el clima . En conjunto, sus emisiones anuales aumentaron más rápido que el promedio mundial durante el período 2010-18. Esto se atribuye en gran medida al afán por lograr sus objetivos de desarrollo en las últimas décadas, aunque el total combinado de sus emisiones sigue siendo inferior al de los principales emisores, China y Estados Unidos, y representan una pequeña fracción de las emisiones históricas. Sin embargo, sus economías son las más vulnerables a los efectos del cambio climático. Muchos dependen en gran medida de la agricultura y el turismo, sectores afectados por el aumento de las temperaturas y el nivel del mar. Más aún, muchos cuentan con recursos limitados para adaptarse.
Recientemente tuve la oportunidad de reunirme con comunidades de Vietnam y ver cómo se están esforzando por producir y exportar arroz “bajo en carbono” que utiliza menos agua y fertilizantes, aumenta los rendimientos y los ingresos y reduce las emisiones de CO2. Cada país tendrá diferentes prioridades y necesidades para responder al cambio climático. Los dos sectores más importantes para Vietnam, la agricultura y la industria, se concentran en las tierras bajas costeras y los deltas, y son vulnerables a las tormentas tropicales y el aumento del nivel del mar. Etiopía, por otra parte, es propensa a las sequías, que representan un riesgo importante para el ganado, que constituye una importante fuente de ingresos para muchos de sus 115 millones de habitantes.
El aumento de las temperaturas mundiales está reduciendo el rendimiento de los cultivos y la productividad de la mano de obra agrícola en los países de ingreso bajo. Según un estudio realizado, con cada grado centígrado que aumenta, las exportaciones de dichos países se reducen un 39 %, mientras que en los países de ingreso alto la disminución es inferior al 6 %. Se prevé que para 2030 otros 70 millones de personas estarán en riesgo de sufrir hambre debido al cambio climático, la mayoría de ellas en África subsahariana y Asia meridional.
Estas proyecciones sugieren que el comercio desempeñará un papel cada vez más importante en la seguridad alimentaria (i). La adopción de medidas gubernamentales de política comercial puede promover la agricultura sostenible fomentando la difusión de nuevas tecnologías que permitan aumentar los rendimientos, como nuevos tipos de fertilizantes y variedades de semillas resistentes al clima. La mejora del acceso a las tecnologías y los datos digitales puede ayudar a los agricultores a reducir los desechos.
Por lo tanto, será importante reducir los aranceles sobre los alimentos y las barreras no arancelarias, como las normas sanitarias y fitosanitarias arbitrarias y los procedimientos fronterizos engorrosos. También se deben bajar los aranceles sobre los bienes y servicios ambientales. Y cuando los fenómenos meteorológicos extremos provocan una crisis, como sucede cada vez con más frecuencia, los países deben abstenerse de aplicar restricciones a las exportaciones que exacerban la escasez de alimentos.
Los países están comenzando a tomar medidas para reducir las emisiones de carbono provenientes del transporte transfronterizo. Por ejemplo, en el marco de un plan elaborado por la Organización de Aviación Civil Internacional, las aerolíneas de los países con las principales industrias de la aviación deberán comprar compensaciones de las emisiones de carbono en los casos en que estas superen los niveles de 2019.
El informe del Banco Mundial sugiere que los aranceles mundiales deben reajustarse en favor de los bienes que generan menos emisiones de carbono. En la actualidad, los bienes que generan altos niveles de emisión de carbono, como los ladrillos y los fertilizantes, reciben menos protección arancelaria que las industrias más limpias, como los bienes de consumo. La diferencia en el tratamiento tarifario aumenta la demanda de industrias relativamente más baratas y contaminantes. Esto crea un “subsidio” implícito al carbono estimado en entre USD 500 000 millones y USD 800 000 millones por año a través de un tratamiento arancelario favorable.
El informe también identifica que el cambio climático también abre nuevas oportunidades para los países de ingreso bajo y mediano. Estos son importantes productores de los llamados productos ambientalmente preferibles (como las resinas, los colorantes y la lana), que tienen menos impacto en el medio ambiente que otros productos del mercado que se utilizan para el mismo fin. Los países que cuentan con las dotaciones de recursos naturales necesarias para la generación de energía eólica o hidroeléctrica podrían convertirse en lugares atractivos para la producción de bienes, como el hidrógeno verde, que requieren grandes cantidades de electricidad.
En el informe del Banco Mundial se ofrecen dos sugerencias adicionales sobre cómo los países podrían responder a los desafíos comerciales que plantea el cambio climático, en particular después de períodos de fenómenos meteorológicos extremos que pueden afectar el suministro de alimentos.
En primer lugar, se debe compartir más información sobre los mercados de bienes esenciales, como alimentos y medicamentos . Una mayor transparencia puede dar lugar a decisiones más informadas y coordinadas que no perjudiquen las restricciones comerciales. La recopilación y el intercambio de información sobre las existencias mundiales de alimentos, por ejemplo, sería un paso importante.
En segundo lugar, se debe intensificar la cooperación a nivel regional y multilateral en cuestiones comerciales de importancia crítica para la salud y la seguridad alimentaria . Los países exportadores podrían comprometerse a no aplicar restricciones a cambio de que los países importadores levanten los aranceles de importación. Nueva Zelandia y Singapur han mostrado el camino: acordaron reducir los aranceles y abstenerse de imponer restricciones a la exportación de 124 bienes esenciales.
El comercio es un importante motor del crecimiento económico que ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas en las últimas décadas.
Para ayudar a los países a avanzar hacia un desarrollo verde, resiliente e inclusivo es necesario comprender las nuevas oportunidades que tienen los países en desarrollo de poner el comercio al servicio del desarrollo. El 14 de febrero de 2023 tendrá lugar un debate sobre la importancia del comercio internacional en la promoción del desarrollo, organizado por el Banco Mundial y el Instituto Peterson de Economía. Esperamos contar con su participación.