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FMI
Por Jorge Álvarez , Alberto Musso , Jean-Marc Natal y Sebastián Wende
El aumento de la inflación de los últimos tres años siguió a una perturbación única en la economía mundial.
Al principio, las medidas de confinamiento impuestas por la pandemia alejaron la demanda de los servicios y la orientaron hacia los bienes, pero esto ocurrió en un momento en que un estímulo fiscal y monetario sin precedentes impulsó la demanda y muchas empresas no pudieron aumentar la producción con la suficiente rapidez, lo que dio lugar a desajustes entre la oferta y la demanda y a un aumento de los precios en algunos sectores.
Por ejemplo, los puertos se vieron sobrepasados por la escasez de personal relacionada con la pandemia, por lo que, cuando la demanda de bienes aumentó, hubo pedidos atrasados.
Cuando las economías reabrieron, la demanda de servicios se recuperó con fuerza y la invasión rusa de Ucrania disparó los precios de las materias primas, lo que a su vez llevó la inflación mundial a su nivel más alto desde la década de 1970.
Nuestro capítulo de la última edición de Perspectivas de la economía mundial reflexiona sobre este episodio y extrae lecciones, tanto nuevas como antiguas, para la política monetaria.
Para entender el reciente aumento de la inflación mundial, es necesario ir más allá de los agregados macroeconómicos tradicionales. Nuestro modelo muestra cómo los picos de inflación en sectores específicos se incorporaron a la inflación básica, una medida menos volátil que excluye los alimentos y la energía.
La clave de nuestro análisis es la interacción entre la creciente demanda y los cuellos de botella y las perturbaciones específicas de cada sector, que provocaron grandes cambios en los precios relativos que dieron lugar a una dispersión inusual de los precios.
Cuando los cuellos de botella de la oferta se generalizaron e interactuaron con una fuerte demanda, la curva de Phillips (el principal indicador de la relación entre inflación y capacidad económica ociosa) se hizo más pronunciada y se desplazó hacia arriba. La mayor inclinación de la curva de Phillips implicaba que cambios relativamente pequeños en la capacidad económica ociosa podían tener un gran efecto en la inflación. Eso trajo consigo malas y buenas noticias.
Lo malo: la inflación se disparó porque muchos sectores se toparon con limitaciones de capacidad. Lo bueno: fue posible frenar la inflación a un menor costo en términos de pérdida de producción económica.
Esta última idea nos lleva a una nueva lección: los cuellos de botella generalizados de la oferta pueden presentar a los bancos centrales una disyuntiva favorable cuando se enfrentan a un aumento repentino de la demanda. Como la curva de Philips se vuelve más pronunciada en esos casos, el ajuste de las políticas puede ser particularmente eficaz para reducir rápidamente la inflación con costos de producción limitados.
Sin embargo, cuando los cuellos de botella se limitan a sectores específicos con precios relativamente flexibles, como las materias primas, recordamos una vieja lección: la práctica común de centrar la política monetaria en las medidas de inflación subyacente sigue siendo adecuada.
Un ajuste excesivo de la política en esos casos puede ser contraproducente y dar lugar a una costosa contracción económica y a una mala asignación de recursos.
En vista de estos conocimientos, los marcos de política monetaria de los bancos centrales deberían identificar las condiciones en las que es apropiado aplicar un ajuste anticipado.
Para ello se necesitan modelos mejorados y mejores datos sectoriales para medir las fuerzas inflacionarias subyacentes, mejorar los pronósticos y orientar el ajuste de las respuestas de política.
Un primer paso en la dirección correcta puede consistir en recopilar datos más frecuentes sobre precios por sector y restricciones de la oferta para determinar si los sectores clave están chocando con cuellos de botella de la oferta.
Además, comprender factores estructurales como la forma en que los diferentes sectores fijan los precios y los vínculos entre ellos proporcionaría información valiosa adicional.
Varios bancos centrales tienen previsto revisar sus marcos de política monetaria en los próximos meses. Estas revisiones ofrecen una oportunidad para incorporar cláusulas de escape bien definidas en sus marcos para hacer frente a las presiones inflacionarias cuando las curvas de Phillips agregadas se empinan.
La orientación prospectiva debería internalizar esas cláusulas de escape y permitir la aplicación anticipada de medidas restrictivas en esas situaciones.
Esta mayor flexibilidad debería permitir a los bancos centrales estar mejor preparados en el futuro y ayudar a salvaguardar la credibilidad que tanto les costó ganar.
—Este blog se basa en el Capítulo 2 de la edición de octubre de 2024 de Perspectivas de la economía mundial, “ El gran ajuste: perspectivas del reciente episodio inflacionario ”. Este blog también refleja contribuciones de Emine Boz, Thomas Kroen, Galip Kemal Ozhan, Nicholas Sander y Sihwan Yang.